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jueves 21 de noviembre de 2024

Crónicas Intrascendentes. Parte CXXXIV

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LEÓN OPALIN PARA ENLACE JUDIO MÉXICO

El cumpleaños.

Ayer cumplí 74 años, agradezco al Señor que me haya concedido un año más de vida; sobrepasar los setenta era una proeza hace dos décadas. Los avances en la medicina han ayudado a prolongar la existencia de la gente, aunque paralelamente muere más gente joven por el stress de la vida moderna que provoca cáncer, infartos y otro tipo de padecimientos. Al mismo tiempo, resulta una ironía que no obstante el continuo adelanto de la ciencia y la tecnología no existan remedios contra el Ébola y otras epidemias y que hayan reaparecido enfermedades que no se observaban desde hace tiempo, por lo menos de forma significativa, como la tuberculosis. En el caso del Ébola, el no disponer en el presente de una vacuna para enfrentarlo se debe a razones burocráticas; en EUA el gobierno no ha destinado suficientes fondos para la investigación, es decir, estamos hablando de negligencia y de que tiene otras prioridades como la guerra, a la cual destina cuantiosos recursos, que finalmente van a engrosar los bolsillos de los fabricantes de armamentos y de otros contratistas del gobierno. El Ébola y otras enfermedades afectan principalmente a los más pobres, mismos que padecen desnutrición crónica, condiciones sanitarias deplorables y todos los males que se pueden imaginar y, que finalmente, derivan en que sus sistemas inmunológicos sean muy débiles. Las epidemias y pandemias que provocan una mayor tasa de mortalidad en los pobres, actúan como mecanismo de regulación de la naturaleza porque el crecimiento demográfico es elevado en los países de menor ingreso; además los conflictos bélicos participan en este proceso.

Dios me ha prolongado la vida, empero, yo también he ayudado a ello practicando la medicina preventiva, el ejercicio moderado y, hasta donde es posible, una dieta “sana” en un mercado de alimentos atiborrados de hormonas, pesticidas y otras sustancias que se consideran cancerígenas en diversos grados. Este proceso de alguna manera me atrapa en una rutina que frecuentemente merma mi estado de ánimo y mis expectativas. En este círculo vicioso de la vida, a mi edad reflexionó, como lo hace la periodista española, Ángeles Caso: “he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para colocar las cosas en su sitio y tengo la sensación de que empiezo a entender en este momento de mi vida que no quiero casi nada, tan solo el amor y la compañía de mis amigos”; yo agregaría y el de mi familia.

De cierta manera, durante los últimos meses he tratado de “apropiarme” del pensamiento de Ángeles Caso y, por momentos, “mi bronca” con mis seres queridos y con el mundo parece perder intensidad; en la comida con la que me celebraron mis hijos mayores y mis nietos el domingo pasado, me sentí más relajado y creo que ello en buena medida incidió en que el ambiente general fuera tranquilo y afectivo. Por lo demás, mi hijo mayor, Natan, que se divorció hace tres o cuatro años, anunció junto con su novia que contraerían matrimonio el próximo año; complacidos y orgullosos, ambos me mostraron el anillo de compromiso. Lo cierto es que me sentí muy feliz por la posibilidad que mi hijo tiene de rehacer su vida; a su novia, Viki, la he tratado durante varias reuniones familiares y he percibido que tiene un gran cariño por mi hijo y viceversa. El gran reto para ellos es encontrar la armonía entre los dos hijos de Natan y los dos de Viki. Si ellos me lo permiten, seré coparticipe de esta integración familiar, en el papel que a mí me corresponde; esto también puede ser un reto personal y una nueva forma de vida que me puede fortalecer. La mesa esta puesta, Viki ha mostrado una actitud positiva y amable hacia mí, hacia mi esposa y el resto de la familia.

En este ámbito, tuve otros festejos de cumpleaños con nuestros amigos Ninfa y Miguel, quienes el viernes nos invitaron a el “pre cumpleaños” en un restaurant de Coyoacán, que se ubica en un convento restaurado del siglo XVII. Al compás de alegres ritmos latinos compartimos unas botanas y unos “tragos”. El domingo siguiente los recibimos en nuestra casa y mi esposa sirvió una rica y auténtica comida yucateca que ella preparó y que fue muy halagada por nuestros amigos; yo estoy acostumbrado a sus exquisiteces culinarias. Con nuestros amigos Ninfa y Miguel tenemos una amistad de más de doce años; con sus altas y bajas, como sucede en toda relación humana, la pasamos muy bien; existe cariño y respeto, y hasta donde se puede tolerancia.

El día de mi cumpleaños recibí una sorpresa que me causó una gran alegría; Sophia, la hija de mi sobrina Marisa, hija de mi finada hermana Julieta, me envió un e-mail expresándome su deseo de mantener la relación familiar. Marisa, quien ahora tiene 56 años, nació en Nueva York y la mayor parte de su vida ha radicado en EUA; nació en marzo de 1958; tres meses antes de esa fecha yo estuve 15 días en Nueva York, de paso a Israel, donde estuve estudiando y trabajando durante un año. Mi mamá estuvo conmigo en esa ciudad y permaneció allí varios meses para ayudar a mi hermana con su hija recién nacida; a mi regreso de Israel nuevamente estuve en Nueva York y conocí a Marisa. A Sophia la vi brevemente varias veces cuando era niña en rápidas visitas de trabajo a Nueva York. En el 2002 fui a Virginia, donde reside Marisa con su esposo, para visitar a su padre Ned, quien estaba en fase terminal de cáncer, entonces conviví unos días con Shopia y su hermana Julia; con ellas y sus padres asistimos a la sinagoga local. A Shopia y a Julia les entregué una estrella de David a cada una para que recordaran sus raíces. Doce años después, Sophia me escribió para recordarme esa alianza simbólica que tuvimos y para expresarme su deseo de continuidad con el judaísmo. Me dijo que todavía tiene la estrella y “cuando no la uso la pongo en mi buró y la observo todo el tiempo”; no cabe duda que la persistencia del judaísmo no tiene una explicación racional; el judaísmo se lleva en la sangre, en el alma, en el corazón y en lo más profundo del ser.

Crisis social y política.

Para concluir esta Crónica, hago unos cuantos comentarios sobre la “revuelta social” que vive México a raíz de la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa en Guerrero, que no solo ha causado indignación en México sino en el mundo entero. Las escenas de violencia de turbas de jóvenes estudiantes, maestros y de otros grupos “jalados” por los partidos políticos, especialmente de Morena, el de López Obrador, han causado estupor, la quema de instalaciones del gobierno en Chilpancingo e Iguala, recuerdan a las registradas en el Medio Oriente; incluso vándalos enmascarados protestaron en la ciudad de México rompiendo cristales y lanzando bombas molotov al edificio de la Procuraduría General de la República; al mismo tiempo, la hoy ex directora del Instituto Politécnico Nacional (IPN) le echó “más leña al fuego” al dar a conocer un nuevo reglamento de ese Instituto “que terminó de encender la pradera”. El reglamento, que no fue negociado internamente y que el estudiantado percibió que afectaría la calidad académica y su futuro profesional, provocó que miles de estudiantes salieran a las calles a protestar pacíficamente, empero, atizando la crisis social y política que vive el país. Desde las más altas instancias del gobierno se decidió que interviniera directamente el Secretario de Gobernación para “apoyar la emergencia”. El Secretario salió en mangas de camisa a las puertas de su Secretaría a calmar al estudiantado, la Directora del IPN fue “decapitada”. Se formó una comisión de estudiantes del Instituto que negociarán públicamente, vía transmisiones televisivas con las autoridades. En ese ámbito, se tiene conocimiento que López Obrador ya metió las manos en el conflicto para buscar que se extienda; López Obrador tiene a sus arietes para este propósito, entre otros, al Sindicato Mexicano de Electricistas; el dirigente de este sindicato de una empresa ya disuelta, la Compañía de Luz, solo busca apropiarse de los activos de esta última.

Por lo demás, siguen abriéndose nuevos frentes que enturbian el entorno nacional; los vínculos del Alcalde de Ixtapan de la Sal, Estado de México, con el narcotráfico; la separación de su puesto del Oficial Mayor del gobierno de la Ciudad de México por “inflar precios” en la compra de llantas de esa entidad para su beneficio.

La “bola de nieve” de la corrupción, la impunidad y la ineficiencia gubernamental en todos los niveles sigue creciendo. La situación del país está poniendo cada vez mayores pruebas; con el “rio revuelto los pescadores tiran sus redes para ver que sacan”, detractores del país se radicalizan. López Obrador, en su reciente estancia en Nueva York, consignó que lo que se necesita es derrocar pacíficamente al gobierno, declaración que debería calificarse de sedición y ser sujeto de condena con pena de cárcel, sin embargo, la autoridad no reacciona. Hoy, en conferencia de prensa, el Procurador General de la República mostró dotes de mago al darle la vuelta a todas las preguntas sobre la crisis política que manifiesta el país; además, sus respuestas fueron en un tono despótico como si se dirigiera a sus lacayos. La verdad no se vale.

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