La impotencia de Obama frente a los yihadistas hunde a los demócratas

 

EMILI J. BLASCO

La mala opinión de la población sobre la política de seguridad aumenta la ventaja de los republicanos en la campaña de las elecciones legislativas.

Ataques como los del pasado lunes y miércoles en Canadá, a los que posiblemente haya que añadir la agresión con hacha contra cuatro policías el jueves en Nueva York –todas ellas acciones de «lobos solitarios», radicalizados en el propio país por consumo en internet de las doctrinas yihadistas del Estado Islámico (EI)– ha agravado el descontento de los estadounidenses ante la aparente impotencia de la Administración Obama en el combate contra el EI.

Esa preocupación se está registrando en las encuestas y está castigando las expectativas de los demócratas en las elecciones legislativas que tendrán lugar el 4 de noviembre. Los vientos soplan a favor de los republicanos para mantener el control de la Cámara de Representantes –que ya tienen– y ganar la mayoría en el Senado.

Un nuevo estudio de «Pew Research» indica que el 65 por ciento de los ciudadanos están descontentos sobre cómo marcha el país, siendo la política exterior y de seguridad uno de los puntos de mayor desagrado.El 47 por cientos de los estadounidenses creen que los republicanos harían mejor trabajo en la lucha antiterrorista, lo que supone diecisiete puntos por delante de los demócratas.

Otro sondeo, de Gallup, señala que precisamente los más críticos con el presidente Barack Obama, identificados con el Tea Party, ven el peligro islamista como la cuestión más importante. Son precisamente ellos los más motivados para acudir a las urnas el día 4 de noviembre: el 73 por ciento de los simpatizantes del Tea Party se siente «extremadamente motivos» para votar, mientras que la cifra es del 42 por ciento entre los no republicanos.

«La guerra contra el Estado Islámico y otros grupos yihadistas no es una batalla lejana, sino parte de una guerra que se libra en las calles de Occidente», advertía el editorial de «The Wall Street Journal» a raíz de lo ocurrido en Canadá. «Esta es una razón para un esfuerzo más concertado para eliminar al Estado Islámico rápida y decididamente, no sea que se convierta en una llamada, y un incubador, de yihadistas de todo el mundo». El diario, crítico en los últimos meses por la guerra a medias que Obama ha planteado contra el EI, se preguntaba qué más espera el presidente para apretar en el esfuerzo bélico contra lo yihadistas enviando comandos especiales que sobre el terrenohagan más efectivos los bombardeos estadounidenses.

Aficionados

Sin dejar de lamentar las muertes ocasionadas en Canadá –un soldado en el atentado del lunes, y otro en el del miércoles–, algunos observadores han querido advertir del carácter «amateur» de quienes protagonizaron esos actos de violencia. Al parecer, Martin Couture-Rouleau no tuvo acceso a armas y decidió atropellar con su coche a dos agentes: murió uno y no en el acto. Michael Zehaf-Bibeau tampoco acabó «in situ» con la vida del soldado al que acribilló e intentó disparar, sin éxito, a un segundo soldado que también hacía guardia ante el Memorial Nacional de la Guerra. Afortunadamente tampoco al irrumpir en el Parlamento se cobró la vida de nadie a pesar de entrar disparando. Y lo mismo cabría decir de Zale Thompson, quien no parece que planeara bien su ataque con hacha del jueves en Nueva York. Los tres agresores mencionados murieron de disparos de las fuerzas de seguridad.

Del perfil de terrorista de Ottawa emerge un joven muy insatisfecho con su propia existencia, que en 2011 intentó robar en un McDonnalds simplemente para que la Policía le metiera en la cárcel y así intentar superar su problema de adicción al crack. Zehaf-Bibeau había llegado recientemente a Ottawa para renovar su pasaporte. En un principio las autoridades canadienses habían comentado que se le había retirado el pasaporte por sus planes de viajar a Oriente Medio, posiblemente para unirse a las filas del Estado Islámico. En realidad no estaba entre los noventa canadienses considerados con «alto riesgo» de viajar al exterior con fines bélicos y la petición de pasaporte estaba meramente en tramitación.

La semana pasada Zehaf-Bibeau se había encontrado con su madre, a la que no veía desde hacía cinco años, y le comentó su deseo de ir a Siria. En el albergue para personas sin techo en el que se alojó esos días previos al atentado habló «sin cesar» del islam y de su rechazo al estilo de vida en Norteamérica, según habrían comentado algunos de sus interlocutores.

Fuente:abc.es

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