DOGAN TILIÇ
Cuanto más grande, mejor, parece ser la consigna del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan: el último ejemplo es el nuevo palacio presidencial en Ankara, un inmenso complejo de edificios con nada menos que mil habitaciones.
El nuevo palacio ha sido bautizado como “Ak Saray” (Palacio Blanco), en lo que parece una alusión al nombre del partido (AK Parti) pero también a la Casa Blanca de Washington, cuyo nombre se traduce como “palacio” en turco.
El edificio será inaugurado el próximo miércoles, día 29 de octubre, con ocasión de la recepción formal del Día de la República.
Reemplazará a la Villa de Çankaya, que ha servido de residencia a los presidentes turcos desde la fundación del Estado en 1923 tras haber sido elegida personalmente por el ‘padre de la patria’, Mustafa Kemal Atatürk, en 1921.
Con sus 300.000 metros cuadrados y tres bloques de edificios que suman 1.000 habitaciones, el nuevo palacio no sólo superará en tamaño las residencias oficiales del los jefes de Estado de Francia, Reino Unido, Rusia o EEUU sino también la del sultán de Brunei, registrada en el libro Guinness de los récords como la de mayores dimensiones.
“Desde que el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) llegó al poder en 2002, ha tenido una obsesión: tener algo grande no basta, necesitan tener lo más grande”, valora en declaraciones a Efe el politólogo Tarik Sengül.
Y es que la nueva residencia de Erdogan es también cinco veces mayor que el palacio de Dolmabahçe en Estambul, la más espléndida residencia de los sultanes otomanos.
Aparte de una mezquita de cuatro minaretes, bajo construcción, el complejo incluye un búnker antinuclear como “centro de operaciones gubernamentales” y una oficina presidencial blindada contra escuchas, así como dependencias en las que sólo se puede penetrar mediante un control de huellas dactilares o de retina.
El coste se estima entre 300 y 500 millones de euros y el palacio estará en pleno uso a partir de la próxima primavera, cuando la familia de Erdogan se traslade a un anexo dentro del complejo.
Si bien la decoración del interior será otomana, desde fuera el palacio debe transmitir el mensaje de que Ankara “es una capital selyúcida”, en palabras de Erdogan, aunque esta tribu túrquica, que conquistó Anatolia a partir de 1021, nunca gobernó desde allí.
Pero al malestar por la carrera hacia las plusmarcas, que ya ha llevado a Erdogan a anunciar el mayor aeropuerto del mundo en Estambul (aún en planificación), amén de otros macroproyectos, se suman también críticas jurídicas.
El palacio se halla en un terreno boscoso en la periferia de la ciudad, establecido por Atatürk como terreno agrícola experimental y hoy convertido en uno de los “pulmones verdes” de la capital.
Miles de árboles fueron talados durante la edificación del Ak Saray, y tras una denuncia de ecologistas, ingenieros y arquitectos, los tribunales decidieron en marzo pasado suspender la construcción.
Pero Erdogan hizo público su desacato de la sentencia: “No he hecho nada ilegal. Si tienen suficiente fuerza, que lo derriben. Pero no podrán frenarlo, no podrán parar este edificio. Lo inauguraré, entraré y residiré allí”, prometió.
“Con esta obsesión, los dirigentes han vulnerado sus propias leyes, han destruido ciudades y dañado el legado arquitectónico y cultural de la República”, asegura Sengül.
“La construcción ilegal de este palacio en el bosque de la finca de Atatürk es un ataque a los valores republicanos”, señala por su parte el presidente del Colegio Oficial de Arquitectos, Mehmet Soganci.
“El Gobierno está manejando las ciudades con una mentalidad dogmática e ideológica, impone una imitación de la arquitectura otomana y selyúcida y destruye el carácter republicano de la capital”, añade en declaraciones a Efe.
En protesta por lo que se entiende como una clara voluntad de Erdogan de marcar distancias con Atatürk e inaugurar simbólicamente una nueva era de Turquía, la oposición socialdemócrata ha anunciado que boicoteará la recepción del 29 de octubre.
Kemal Kiliçdaroglu, líder del CHP, el principal partido opositor, incluso ha prometido que cuando su partido gane las elecciones no utilizará ese palacio como residencia presidencial sino que lo convertirá en un complejo universitario.
Fuente:larazon.es
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