YONATHAN AVNER BEN YISRAEL
Suecia ha recuperado los sentimientos anti-Israel de la época del primer ministro Olof Palme.
Muchas personas en todo el mundo vieron los titulares hace varias semanas en los que el recién inaugurado gobierno de izquierda de Suecia, en el día más sagrado del calendario judío y pocos días después de los controvertidos resultados de las elecciones, ya emitían la más severa declaración. Desde una posición de diplomacia política y seguridad socio-económica y nacional, hubo una desesperada llamada del primer ministro Stefan Löfven para que Suecia sea el primer país europeo en reconocer el llamado Estado Palestino. Esto revela la actitud destructiva recién revivida dentro de la nación escandinava.
Lo que la mayoría de la gente no sabe es el importante papel que desempeña Suecia como facilitador importante en la carrera de un Estado palestino. Los funcionarios públicos y las autoridades involucradas, departamentos ministeriales y sus voceros, no mencionan abiertamente su participación directa y el compromiso de actuar en el inflamatorio conflicto entre Israel y Palestina. En la superficie, apenas se puede seguir la pista de los valores fundamentales ideológicos extremistas dentro de la sede del inexistente estado en Ramallah y Gaza, trabajando diligentemente para ocultar su verdadera agenda como tercer mayor proveedor de fondos.
La activa participación de Suecia en la condición del Estado de Palestina es promovida como una iniciativa empresarial puramente moral, es decir, un incentivo en la construcción de la nación. Geopolíticamente, Suecia no podría tener nada que ganar en esta carrera loca por ser el primer miembro de la UE “Democrática” en declarar un Estado palestino, salvo ganar influencia política en Medio Oriente, así como apaciguar a la creciente población inmigrante musulmana albergada en Suecia.
El lobby árabe en Europa, sobre todo en Suecia, ha alcanzado nuevas fortalezas. La tremenda magnitud de los más de 70 años de esfuerzos de cabildeo en curso no es comúnmente conocida para el contribuyente sueco promedio.
Según un prominente líder palestino de la oposición, Mudar Zahran, que recorrió Suecia en una campaña política a principios de este año, cada ciudadano sueco contribuye al año con 500 coronas suecas (70 dólares) para el grupo terrorista (Fatah / OLP / AP / Hamas) que Löfven considera partido hermano, compartiendo así sus valores morales políticos y sus aspiraciones.
Dudo mucho que el pueblo sueco,que trabaja duro, desee financiar esta constelación maliciosa y engañosa, con su actitud extremadamente letal tanto hacia su vecino como sus propios miembros, jóvenes y viejos. Tampoco aceptarían que esa “ayuda humanitaria” sea canalizada en realidad a las atroces actividades terroristas dentro de Gaza.
Apoyo firmemente el principio de la transparencia y la integridad en el tema de las donaciones financiadas con impuestos a los estados menos afortunados. Pero ese objetivo no legitima la financiación directa de los cuasi-estados, cuyo objetivo es el exterminio de la única democracia en Medio Oriente, cuyos líderes engañan a los contribuyentes negando el acceso a una clara y visible rendición de cuentas financieras.
A pesar de las tensas relaciones bilaterales diplomáticas entre el Estado de Israel y Suecia, el Estado judío debería intensificar los esfuerzos de diplomacia pública hacia los estados miembros de la UE. Al parecer, y lamentablemente, Israel no logró impulsar ningún cambio en esos lazos durante los últimos ocho años, cuando había un gobierno de coalición de orientación centro derecha en Suecia.
Si se le diera la oportunidad, Suecia sin duda disfrutaría de gran parte de lo que Israel tiene para ofrecer a la humanidad. Todo lo que tiene que hacer es renunciar a la actitud hostil hacia Israel , la sociedad más próspera y floreciente de una zona del mundo dominada por un abrumador número de adversarios entrelazados. ¿Podría este escenario ser una realidad en el futuro?
Imagínese cuánto el pueblo sueco podría beneficiarse en el sector agrícola del país, asociándose con la nación líder en el sector de alta tecnología, mediante el intercambio de todas las magníficas innovaciones y proyectos emprendedores que la “Startup Nation” ha generado, mediante la creación de empresas conjuntas en el campo de la tecnología verde. Todo esto se podría lograr si las esposas políticas de Israel se aflojaran un poco. Suecia podría formar potencialmente una tremenda alianza romántica con la luz de las naciones.
En el panorama político de hoy, los ciudadanos del mundo deberían reclamar más participación en la toma de decisiones de sus servidores públicos. No deberíamos ser marcados como extremistas al criticar las imperfecciones de nuestros líderes políticos electos, como llevar el PIB de un país a sus niveles más bajos para el año sin precedentes, por ejemplo.
Es hora de que Suecia y su nuevo liderazgo muestren cierta responsabilidad tan necesaria, estableciendo un estándar moral más elevado en la formulación de sus políticas, y comenzar a defender legítimamente el estatus de neutralidad de Suecia, el cual ha sido hasta ahora altamente cuestionable.
*Yonathan Avner Ben Yisrael es director fundador del Diálogo judío sueco que está activo en EE.UU. y Europa como grupo de presión pro-israelí.
Fuente: Israel Hayom
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