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sábado 23 de noviembre de 2024

El día en que mi madre me subió al Kindertransport. Parte II

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Esta es la segunda parte de la entrevista realizada por Enlace Judío al Sr. Peter Katz, sobreviviente del Holocausto Judío y presidente de la Asociación de Sobrevivientes del Holocausto, quien habla en estas líneas sobre su niñez en Viena, sobre sus padres y sobre la aventura que significó el haber subido al Kindertransport el tren que le salvaría la vida.

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EJ: ¿Tú sabias lo que estaba sucediendo?, ¿Qué te dijo tu mamá?

PK: Mi mamá no podía controlar su llanto, me pedía tener cuidado. Sentimos nuestra despedida como la última.

Nos subieron a camiones que nos llevaron a la estación y de ahí a un tren normal.

Los Nazis se caracterizan por hacer todo debajo del agua, no era fácil darse cuenta de sus locuras y asesinatos. Europa entera estaba en guerra, la gente, los ciudadanos estaban enfocados en sus propios problemas y malestares, el tema de los judíos no era su prioridad.

Había gente buena y gente que deseaba nuestra expulsión para quedarse con nuestros bienes. La Única forma de salir de Viena era con documentación falsa, muchos judíos consiguieron pasaporte de Estados Unidos, pero antes de dejar el país, debían de dejar sus bienes bajo el Notario Público, confirmando que a tu salida dejabas tus propiedades al Reich Alemán. Algunas familias tuvieron la suerte de huir de la guerra, sin un centavo, sin una propiedad. Dejando todo atrás, buscando su salvación.

EJ: ¿En el comienzo de la guerra, seguías teniendo amigos en la escuela?

PT: La escuela a la cual asistía tenía alrededor de 300 alumnos, 40 de ellos eran judíos. Después de la guerra perdí a todos. En esas épocas los alemanes ya habían entrado al país, recuerdo que la propaganda era tan eficaz, hacia ver a los Nazis como héroes y salvadores de la Nación alemana.

Un día la secretaria del colegio entró en nuestra aula, leyó cuatro apellidos de compañeros que debían presentarse en la Dirección ya que el Director quería hablar con ellos. A mis amigos y a mí se nos informó que nosotros, judíos, ya no podíamos estudiar en la escuela. Las mamás pasaron por nosotros.

Recuerdo que en días posteriores fui al parque con mi madre. Estaba tranquilo, súbitamente todos los niños de alrededor comenzaron a insultarnos y a realizar insignias nazis. Los niños aprendían de las acciones de sus padres.

La situación fue empeorando con el tiempo. Primero la escuela, después los negocios de los judíos, obligación de portar la estrella amarilla, y poco tiempo después, el desprecio y odio de nuestros vecinos. No me gustaba salir al parque, todo el tiempo me gritaban e insultaban.

EJ: ¿Nadie de tu entorno se opuso a las acciones del gobierno?

PK: No, al contrario, el miedo, el rechazo a ser criticados y señalados detuvieron a las personas a ayudar a los judíos. Hubo gente, poca pero la hubo, que por humanismo y no por interés defendían a los judíos.

EJ: ¿Cómo fue el recorrido del tren?

PK: El tren viajó de Viena a Polonia, donde nos llevaron a un orfanatorio judío donde pudimos bañar y comer; en el orfanatorio nos quedamos tres días.

Ya en Bélgica, nos llevaron a una casa de campo donde nos quedamos durante dos meses. Al cabo de ese tiempo la Cruz Roja reunió a más de 400 niños que llegaron a las calles de Bélgica, buscando refugio provisional.

Pensar en masas de 400 niños buscando refugio es difícil de imaginar. Para nosotros, para toda Europa, era cuestión de tiempo, Hitler no podía durar mucho tiempo en el poder.

Los 400 niños provenientes de Viena fueron expuestos en una plaza pública de Bruselas, para que fueran adoptados momentáneamente por familias locales. Una pareja de franceses se me acercaron y tal cual me adoptaron y llevaron con ellos. La pareja me trató bien, no recuerdo sentir angustia ni miedo, para mí todo seguía siendo una aventura. Con mis padres adoptivos, subí por primera vez a un coche privado.

En 1940, Alemania invadió Bélgica Holanda y Francia. Permanecí en Bélgica 8 años hasta que entraron los Alemanes a Bruselas y tuvimos que exiliarnos en Francia como refugiados.

Regresamos a Bélgica todavía bajo la ocupación alemana, ahí cursé un año de primaria.

En 1941 obligaron a todos los judíos a utilizar la estrella amarilla. No me importó, no volví a portar la estrella amarilla.

EJ: ¿Cómo es que entraste a trabajar con la Resistencia?

PK: En Bélgica comencé a trabajar para la Resistencia; en un principio no sabía lo que estaba haciendo ni la importancia de mi trabajo. Me encargaba de transportar, de una estación de tren a otra, documentos de la resistencia que escondía en el interior de periódicos y papeles. Este tipo de comunicación fue esencial para la creación y organización de la Resistencia Alemana.

EJ: ¿Te pagaban por el trabajo?

PK: En un principio no, pero después me pagaron con una Identificación falsa que contribuyó a mi traslado y supervivencia.

Mi nuevo nombre era John Vandenberg. Con éste ingresé a trabajar en un laboratorio fotográfico del gobierno Alemán ,donde permanecí hasta finales de la guerra.

EJ: ¿Es cierto que nunca volviste a ver a tus papas?, ¿Sabes qué fue de ellos?

PT: No, nunca los volví a ver, sé de ellos por los centros de documentación que trabajan junto con Yad Vashem. De mi papá, supe que llegó París ilegalmente en 1938. En 1940, se creó la zona de Vichy donde pudo trabajar en una editorial. En enero del 42, fue capturado por la policía francesa, lo enviaron a un campo de detención por la zona de los Pirineos junto a los españoles exiliados. Del campo de detención llevaron a mi papá al Velódromo: estuvo 45 días hasta que lo llevaron a Auschwitz donde murió.

EJ: ¿Qué sientes al saber lo sucedido?

PK: No sé lo que siento, no existe la venganza para el pueblo judío. El judaísmo enseña a perdonar las acciones del
prójimo.

EJ: ¿Crees que se hizo justicia?

PK: En caso de los nazis, no se hizo justicia. Después de la guerra, 32 mil criminales salieron de Austria y Alemania. Nunca fueron perseguidos, tampoco tuvieron que pagar sus crímenes.

EJ: ¿Es cierto que los Ucranianos eran los guardias de los campos?

PK: Sí, porque eran personas de confianza para los alemanes. Eran salvajes, uno se convierte en salvaje cuando empieza a matar humanos. Es el mismo caso de los Cosacos Rusos.

EJ: Retomando el tiempo que trabajaste en la Resistencia, ¿por qué lo empezaste a hacer?

PK: Trabajé en la Resistencia porque me sentía protegido. El 23 de septiembre de 1944 fue liberada Bruselas por el ejército inglés. Ese día me convertí nuevamente en una persona libre y solitaria. No tenía familia, mis padres habían muerto.

Conocí el destino de mis padres gracias a los centros de Información y por las listas de sobrevivientes del Holocausto. Día a día las consultaba para encontrar a mis padres. Nunca los encontré.

EJ: ¿Cuéntanos de tu mamá?

PK: Mi mamá fue enviada a un campo de trabajo cuando contaba con tan solo 40 años. Fue en 1943 cuando murió por una epidemia de tifoidea. Lo último que supe de ella fue gracias a dos cartas que me escribió en el campo de trabajos forzados. Aún no logro entender cómo llegaron a mis manos las palabras de mi madre. Dos cartas es lo que me queda de mi familia, de mi infancia y de Viena, el país en el que nací.

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