Una vida contra la mutilación

ESTHER FERNÁNDEZ-PACHECO

Enfermera, decidió volcarse en la lucha contra la ablación, un ritual en decenas de países africanos que han seguido practicando sus emigrantes en Occidente. Promotora de informes y campañas internacionales, su labor durante 30 años ha servido para concienciar a la opinión pública internacional.

Efua Dorkenoo, conocida como Mama Efua, está considerada por méritos propios la madre del movimiento mundial para poner fin a mutilación genital femenina. Luchó incansablemente durante más de 30 años para terminar con ella, y así proteger a las niñas y mujeres que la sufrían. «El origen de esta práctica ancestral es desconocido, pero se sabe que su verdadero significado es el de perpetuar el estatus de las sociedades patriarcales a través del control de la sexualidad de la mujer», explicaba en sus lecciones. Y añadía: «Deberíamos luchar contra la mutilación como se luchó contra el apartheid».

Dorkenoo nació en Ghana, y emigró a Inglaterra en la década de los 60. Allí encontró trabajo como enfermera. En los años siguientes fue testigo de la agonía de una mujer que iba a dar a luz y había sido objeto de infibulación. Era la práctica más inhumana que jamás había visto, «era algo totalmente contra natura». Desde ese momento comprendió la gravedad del problema y las consecuencias que podía traer a las víctimas. Combinó sus estudios con el activismo y comenzó a lanzar las primeras campañas globales de concienciación. El resto de su vida lo dedicaría a educar a la sociedad sobre los efectos de esta macabra práctica para tratar de ponerle fin.

Se subió al estrado de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y gritó al mundo entero que la mutilación genital no era una cosa de mujeres africanas, sino un ataque directo a los derechos humanos. Dorkenoo fue consciente de que para terminar con esa práctica había que cambiar la sociedad. Publicó un informe pionero y, en 1983, creó la Fundación para la Salud de la Mujer de Investigación y Desarrollo, un grupo que ha tratado de canalizar los esfuerzos internacionales para combatir este problema. Gracias a sus esfuerzos, la mutilación genital se prohibió en Gran Bretaña y, tiempo después, en Estados Unidos.

A finales de 1990 y principios de 2000, trabajó para la Organización Mundial de la Salud en Ginebra. A lo largo de su labor en la OMS, luchó para asegurar que todos los estados miembros prohibieran la ablación y lo consideraran una violación de los derechos humanos. Aunque fue una lucha difícil, jamás se rindió. Su trabajo fue dando sus frutos con el tiempo. Esa lucha le atrajo muchos enemigos, pues al ser una costumbre muy arraigada, a menudo provocó la ira de los tradicionalistas. «No hay tiempo para descansar mientras se siga abusando así de los niños. Tenemos que salir y ayudar a las familias a liberarse de esta cruel práctica», dijo Dorkenoo.

Siempre procuró que las voces de las sobrevivientes fueran llevadas al primer plano. Qué mejor argumento podía ofrecer que la versión de las mujeres que habían sido sometidas a la mutilación. La acompañaban a todas las reuniones. Sus testimonios y un concienzudo trabajo de concienciación desde los medios de comunicación, permitieron que su mensaje fuera calando en la sociedad y en los responsables políticos.

Escribió Cortar la rosa: La Mutilación Genital Femenina, un volumen que causó un gran impacto. En 2002, fue seleccionado por un jurado internacional como uno de los 100 mejores libros africanos del siglo XX. En 1994, se le concedió la Orden del Imperio Británico.

Hace dos años fue nombrada investigadora honorífica en la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad de la Ciudad de Londres. En 2013, el Gobierno británico anunció financiación para ayudar a combatir la ablación en África. Efua Dorkenoo fue designada directora del programa The Girl Generation con el lema «Juntos para acabar con la mutilación genital femenina». Vivió sólo para ver cómo se puso en marcha, porque una semana más tarde fallecía a los 65 años a causa de un cáncer. Fue el último logro de esta activista que acumula más de tres décadas de lucha en favor de los derechos humanos.

«La mitad de las mujeres son esclavas y la mutilación genital es parte de esa esclavitud», dijo, «por eso valoran el trabajo que muchos grupos de africanos y africanas empiezan a hacer en sus países». La lucha continúa. Más de 130 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a la ablación en los 29 países en los que son más frecuentes. Pero, como decía Dorkenoo «gota a gota, se hace un océano». Ella, poco a poco, consiguió cambiar el mundo. Le sobreviven su marido, dos hijas y dos hijastras.

Efua Dorkenoo, activista, nació en Cape Coast (Ghana) el 6 de septiembre de 1949 y murió en Londres el 18 de octubre de 2014.

Fuente:elmundo.es

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