¿Postergar la maternidad?

ARNOLDO KRAUS

En Europa y Estados Unidos un gran número de mujeres ha decidido, motu proprio, no procrear o postergar la maternidad. Algunas no engendran por la “situación del mundo”, otras por falta de deseo o porque el modelo familiar vigente ha fracasado. Retrasar la decisión por motivos económicos o para satisfacer aspiraciones profesionales son otros motivos.

 Ninguna de las razones previas requiere aprobación. Son decisiones pensadas desde la individualidad y la libertad, y en muchos casos acompañadas por la pareja, masculina o femenina. Postergar la maternidad por razones externas requiere otra lectura. La nueva lectura proviene de dos fuentes: la maravillosa, pero también cuestionable, irrupción de la tecnología médica en la vida de los seres humanos, y el lugar que ocupan, sano e insano, las grandes compañías en la vida de las mujeres.

 En octubre Facebook y Apple anunciaron que financiarán a sus empleadas la congelación de óvulos. Ni una ni otra compañía lo hace por razones samaritanas: Retener a las mujeres durante sus años productivos es la razón. Los gigantes tecnológicos costearán —ignoro las condiciones de la financiación— el retraso de la maternidad con tal de no perder la experiencia acumulada de sus empleadas.

La maternidad, en los países industrializados, se ha ido posponiendo; la mayoría de las mujeres embarazan después de los treinta años, época que coincide con la experiencia y sabiduría adquirida en los años previos. En números: las compañías pierden dinero y modus operandi si sus empleadas se embarazan “extemporáneamente” (extemporáneo significa fuera de los programas laborales de los gigantes de Silicon Valley). En otros números: los ciclos de estimulación ovárica, procedimiento utilizado para capturar y cuidar óvulos fuera de los ovarios —estimulación ovárica en lenguaje médico—, en laboratorios diseñados ad hoc, cuesta, en EU, aproximadamente 10 mil dólares, a los cuáles deben agregarse 500 dólares anuales para “cuidarlos” y mantenerlos en condiciones óptimas.

Para cumplir sus propósitos los gigantes tecnológicos Facebook y Apple contrataron a Eggsurance, compañía experta en el cuidado y manejo de óvulos. Las compañías tecnológicas suscriben día a día un maridaje que no requiere ni contratos ni pláticas previas ni diseños adecuados: se encuentran entre ellas con la misma facilidad con la que las hormigas se topan en los hormigueros. Una suerte de magnetismo las une y contratos económicos las vincula.

 No sorprende el encuentro de las dos compañías dedicadas a la información con Eggsurance. Sorprende que no haya sucedido años atrás y más aún que otras industrias no anuncien planes similares. Meollo fundamental es la violación soterrada de los derechos de la mujer. Habrá quienes opinen que la oferta es adecuada para que la mujer pueda competir con los hombres y continuar su ascenso en la empresa; otras voces disentirán: la oferta podría convertirse en una amenaza, pues, de no aceptarla, el valor e interés en la compañía hacia ellas disminuiría.

¿Misoginia? No hay una sola respuesta: embarazo y trabajo profesional compiten. ¿Es moral la propuesta de los gigantes Facebook y Apple? No existe una respuesta. Otra pregunta: ¿es lícito preservar el trabajo a costa de violar la autonomía de la persona? Ambas preguntas atañen a la ética: por un lado milita el ser humano y sus valores, y por el otro la tecnología y sus poderes, sin olvidar que la tecnología es producto del ser humano y que la posibilidad de que en el futuro se convierta en nuestro Frankenstein no es imposible ni remota.

 Otros avatares, además de los económicos y morales, deben considerarse. La congelación de óvulos, como valor biomédico, es de gran trascendencia para las madres afectadas por cáncer sujetas a quimioterapia o radioterapia. De acuerdo a esa y otras experiencias, la fecundación in vitro y la implantación no siempre son exitosas. ¿Qué sucederá si el procedimiento no fructifica con las madres Facebook y Apple? ¿Seguirán financiando las compañías nuevos intentos de fertilización?, ¿las despedirán del trabajo si se deprimen por no embarazar?, ¿cuántas oportunidades les darán para someterse al procedimiento? Me sobran preguntas. Intuyo algunas respuestas.

La maternidad es, primero, asunto de la mujer, y después de la pareja; el intríngulis compete también a la tecnología “sana”: mujeres u hombres víctimas de cáncer. La maternidad no debería ser parte de la agenda de los gigantes financieros. Si la idea de las compañías continúa, emergerá una nueva forma de discriminación contra la mujer y otras quejas sobre el abuso de la tecnología. La maternidad, en la era Silicon, cobijada por el poder de la tecnología, milita contra el desarrollo laboral y la autonomía de la mujer.

*Médico

Fuente:eluniversalmas.com.mx

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Arnoldo Kraus: Arnoldo Kraus es médico. Imparte clases de ética médica en el posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es miembro del Colegio de Bioética. Colabora semanalmente en el periódico La Jornada, así como en diversas revistas culturales. Autor de textos indispensables en el debate nacional en torno a la bioética. Ha publicado ocho libros. Morir antes de morir. El tiempo Alzheimer (Taurus, 2007). En 2010 apareció bajo el sello Almadía un libro de ensayos intitulado Aproximaciones a la muerte.