RODICA RADIAN GORDON
Fundado bajo el régimen comunista, éste se nutre del amplio legado del teatro idish que floreció en Europa del Este.
El último fin de semana llegó a la Ciudad de México, por segunda ocasión, el Teatro Judío de Varsovia, que lleva el nombre de las famosas actrices Esther e Ida Kaminska. Fundado en 1950 bajo el régimen comunista, éste se nutre del amplio legado del teatro idish que floreció en Europa del Este. El público que llenó la sala Julio Castillo disfrutó de una velada nostálgica, al estilo de un musical, muy popular a principios del siglo XX. Tradicionalmente, el teatro idish tuvo un repertorio amplio que conjuntaba muchos géneros y estilos, entre los que figuraban la opereta, la comedia musical, el teatro de revista, la sátira, el melodrama y el drama. Sus obras, escritas por plumas famosas que formaron parte del movimiento cultural del Iluminismo judío, relataron escenas bíblicas e históricas así como temas de la vida cotidiana judía.
El idish fue la lengua materna hablada por millones de judíos de origen ashkenazi mayormente en Europa del Este y Central. Varsovia fue uno de los centros más renombrados del idioma y la producción cultural, sede de los creadores y editoriales más importantes. Desafortunadamente la floreciente cultura idish fue truncada de modo dramático por los acontecimientos dramáticos de fines del siglo XIX y principios del XX: primero las persecuciones en contra de los judíos condujeron a las grandes olas migratorias hacia el continente americano; y, posteriormente, el Holocausto, que aniquiló a gran parte de los judíos ashkenazitas. Ambos acontecimientos provocaron la caída y la casi desaparición de la cultura idish. Los inmigrantes en el Nuevo Mundo trataron de preservar su legado, especialmente en centros con importantes poblaciones judías como Buenos Aires y Nueva York, aunque también en los de menor escala —como México. Sin embargo, las nuevas generaciones fueron perdiendo el interés en ella.
En paralelo, en Palestina, bajo el mandato británico, el movimiento sionista estaba abocado a poner los cimientos del futuro Estado de Israel. La resurrección del hebreo y su instalación como divisa verbal, símbolo y pilar fundamental de la naciente identidad nacional, negó el uso del idish a nivel público e institucional. Visto en perspectiva histórica, el triunfo en Israel y en el mundo judío del floreciente hebreo fue la derrota del idish.
Hoy por hoy, el lugar del idish como parte integral de la cultura judía vuelve a gozar de reconocimiento y legitimidad. Su estudio está vigente en importantes universidades y el interés por él sobrepasa a las audiencias judías. Las obras literarias y adaptaciones de piezas clásicas se encuentran en boga. El teatro idish vuelve a tener un público fiel, tanto en Israel como afuera, aun si parte de aquél necesita de la traducción simultánea. El interés que mostró el público en el teatro Julio Castillo es parte de este resurgimiento. El derrote de la diversidad y vitalidad lingüística —recordemos la propia suerte del ladino en el mundo sefaradita— da cuenta de la historia multicultural del pueblo judío y de los avatares de su trayectoria histórica.
Fuente: excelsior.com.mx
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