“Si uno golpea a un niño hasta sangrar, recordará,
pero si uno lo golpea hasta morir, la ley aplica.”
Ley inglesa, siglo XIII
YEHUDIT LEV PARA ENLACE JUDÍO
Sexo y Genocidio Parte II
Sufren los Niños
LOS HIJOS de Alemania, y los hijos de Europa, ¿qué les pasó? ¿Se volvieron locos? ¿Por qué ese terrible afán de hacerse daño los unos a los otros? ¿Quienes eran esos seres que se desataron en vicio entre las guerras mundiales? ¿Cómo eran esos niños que al ser hombres llevaron a cabo, con feroz brutalidad, lo que sus líderes indicaron hacer a sus hermanos y hermanas?
LLOYD DE MAUSE es nombre difícilmente reconocible aunque el octogenario es autor de seis libros y estudió historia y psicoanálisis en instituciones prestigiosas como la Universidad de Columbia. Cuando era soldado raso en la guerra de Corea, fue testigo de los horrores correspondientes. Al terminar su servicio lleva una inquietud al rubro académico: ¿Por qué los hombres van a la guerra? Llega a la conclusión de que las sociedades son violentas por el trato que confieren a sus hijos. Lo sabe por experiencia personal, ya que de niño él también fue violentamente tratado por sus padres.
LA RAMA de estudios que desarrolla De Mause – llamada Psicohistoria – es basada en métodos científicos de la psicología, y se suscribe a la teoría que la política exterior de una nación está íntimamente ligada a las prácticas de crianza de los hijos. La psicohistoria asevera que las naciones, así como los individuos, tienen vida emocional colectiva con impulsos que provienen de los miedos de infancia y sus traumas, además de sueños y fantasías que pueden ser analizados.
SU LIBRO, La historia de la infancia, (The History of Childhood) se publica en 1974, vende miles de copias en varios idiomas y representa el pico de la carrera de este estudioso. Con el giro que toma a partir de su éxito inicial, DeMause pierde gran parte de su credibilidad en el mundo académico. Eso lo mantiene en relativa oscuridad, mas le permite ser libre para pensar sin limitantes institucionales, e imprimir y distribuir sus propias publicaciones. DeMause se lanza a visionar teorías sobre las razones profundas detrás de la historia.
LA PSICOHISTORIA no toma gran fuerza y queda relegada en una esquina fuera de las teorías sociales aceptadas por la mayoría. DeMause se queda hablando sólo con sus más fieles seguidores y el público de su revista declina de seis mil a ochocientos suscriptores. Su premisa es mayormente ignorada. Mas ignorada no necesariamente implica errónea, o que no contenga algo de verdad.
ESPECIALMENTE con el paso de los años, sus conclusiones pueden sonar descabelladas, mas los datos que recolecta acerca de la infancia son dignos de escucharse y ofrecen material para reflexionar.
“LA HISTORIA de la infancia,” escribe, “es una pesadilla de la cual apenas estamos despertando. Mientras más atrás viajamos en la historia, más bajo es el cuidado y más probable es que los niños sean asesinados, abandonados, aterrorizados y sexualmente abusados.”
Evolución de la Infancia
DESPUÉS de estudiar con más de cien psicohistoriadores la lenta y desequilibrada evolución de las prácticas de crianza en la historia, DeMause propone seis modelos de crianza que han evolucionado históricamente y que forman un paralelo con las teorías psicoanalíticas del desarrollo infantil:
LAS SOCIEDADES infanticidas crean personalidades esquizoides y narcisistas. Participan en sacrificio ritual de infantes para apaciguar a los Dioses. Son pueblos tribales, como los de Mesoamérica, los Incas, Egipcios, Asirios, Fenicios, Cartagineses, y las sociedades griega y romana que dejan a sus bebés expuestos a la intemperie para que mueran ‘naturalmente’. Las civilizaciones antiguas regularmente abandonan niños indeseados y deformes. La sociedad romana tiene completo control sobre sus hijos, hasta pueden matarlos por desobediencia. El abuso sexual de niños es común en ambas sociedades griega y romana. El escritor romano Petronius (c. 27–c. 66) registra la violación de una niña de siete años atestiguado por una fila de mujeres que aplauden.
LAS SOCIEDADES abandonadoras producen bebés masoquistas. En la Europa medieval, las madres inmovilizan durante meses a sus bebes con pañales y telas apretados, dejan a sus hijos en orfanatos y con nodrizas, los entregan al sacerdocio, convento y monasterio, y al aprendizaje de oficio para proveer mano de obra barata y librar a los padres de la manutención y alimentación del crío. Es la manera común en Europa de entrenar al empleado, bajo condiciones siempre severamente abusivas. Aparece la figura del ama de cría, mujeres que, a costa de los hijos propios, se sostienen económicamente cuidando – y a veces también matando – a los ajenos. Las llaman Engelmacherin, hacedoras de ángeles, también abortistas. El arzobispo de Canterbury declara en el siglo VII que un hombre “puede vender a su hijo como esclavo hasta sus siete años.”
LAS SOCIEDADES ambivalentes generan hijos bordeline ya que toleran gran amor por sus hijos al mismo tiempo que albergan gran odio, sin que ambos sentimientos se encuentren. El niño es considerado un rebelde al que hay que enderezar acudiendo a todo tipo de castigos, tanto físicos como psíquicos. La Iglesia Católica contribuye a la matanza de bebés, declarando que los infantes deformes son augurios del mal y producto de relaciones entre mujeres y demonios. El castigo es casi siempre de tipo corporal y cuando se intenta disminuir la violencia, se practica el encerrar a los niños en cuartos oscuros. Comienza la empatía, se lleva a cabo el duelo por los hijos muertos.
LAS SOCIEDADES intrusivas crean hijos deprimidos. A finales del medievo, comienzan a soltar al bebé de sus apretados pañales y los niños ahora pueden gatear, mas tienen que ser formalmente disciplinados y amenazados con el infierno. Con frecuente uso de culpabilidad, los padres imponen en sus hijos el control de esfínteres y les reprimen severamente la sexualidad. Para el Medievo y el Renacimiento, del siglo XIV al XVI, aun cuando el abuso continúa, ya no se considera a los niños como pequeños adultos, sino como masas de barro moldeables. Entre las clases pudientes, comienzan a educar formalmente a sus hijos, los separan de los adultos y los juntan con sus pares. Se tiene un especial interés en el niño para modificar su psicología. Se le considera un adulto incompleto y se le maltrata psicológicamente sometiéndolo a dura disciplina. Aparecen relatos sobre pesadillas, alucinaciones, y obsesiones provocadas por la presión a la que son sometidos. Comienza la pediatría, y el sistema médico se apropia del nacimiento imponiéndose sobre el sistema femenil de parteras.
LAS SOCIEDADES ‘socializantes’ crean hijos neuróticos. Desde el siglo XIX hasta mediados del XX. Con la llegada de las guerras y la revolución industrial el niño es considerado mano de obra barata. Basado primordialmente en la creencia de que los niños son su propiedad, los padres tratan a sus retoños como un bien que pueden explotar. Utilizando la ‘disciplina mental,’ enseñan a los hijos a conformarse a las metas de los padres. Desaparece el miedo a quemarse en el infierno y la disciplina corporal. Comienza el sistema de escolaridad pública forzada. Esta es todavía la manera en que la mayor parte de las sociedades occidentales crían a sus hijos.
LAS SOCIEDADES de ‘asistencia’ crean hijos individuados, marcando un fin a la humillación para controlar a los menores. Desde mediados del XX, se considera que el niño sabe mejor que sus padres lo que necesita en cada etapa de la vida. Los padres en esta modalidad tratan de asistir a los niños a llegar a sus propias metas antes que socializarlos hacia las metas adultas. Comienza el movimiento de derecho de los niños, y el regreso a la educación en casa.
Germania y sus Killer Mothers
UNA MIRADA a los manuales de prácticas de crianza en la Alemania previa a la Segunda Guerra Mundial revela la prevaleciente hostilidad en contra de los niños. La psicóloga y autora suiza Alice Miller dice que al comienzo del siglo XX – más o menos cuando los Nazis, sus colaboradores y simpatizantes eran niños – los manuales de conducta deploran cualquier acercamiento con ternura hacia los niños, advirtiéndoles que los pueden estropear si llegasen a complacer sus necesidades emocionales.
ESTE TIPO de infancia es cuna y atmósfera que, llevada a sus extremos, genera la falta de compasión y obediencia total que marcan el motor del fenómeno Nazi. ¿Cuantas familias siguieron al pie de la letra el manual por sus estándares austeros? Hay una marcada diferencia en las infancias de los hijos de alemanes humanitarios comprometidos con la Resistencia. Mas son la minoría. Sólo se necesita la masa crítica de crianza despiadada para torcer una nación hacia la dictadura y la guerra.
FORMIDABLE crueldad en contra de los niños – un cuadro siniestro que no se encuentra en ningún otro lado de Europa. La infancia alemana carece de gozo y abunda en miedo. Además, hay clara preferencia a favor de los niños. Alemania corre muy por detrás de sus hermanas republicas en cuanto a derechos de mujeres y educación para niñas.
EN SU capítulo sobre el Holocausto en The origins of war in child abuse, DeMause indica que cuando los estados van a la guerra, las pesadillas del abuso infantil que sufrieron están insertadas en sus psiques como bombas de tiempo esperando el momento para recrearse en el campo de batalla.
“LA VERDADERA causa de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto puede ser vista en las abusivas prácticas de crianza de las familias germanas de principios del siglo XX,” escribe DeMause. “La mayor parte de las familias cometen infanticidios sin remordimiento alguno. Los recién nacidos son herméticamente sellados en cobijas y pañales, cubiertos con piojos y entregados a nodrizas.” Los niños son considerados malvados, por lo que son rutinariamente golpeados por sus padres y maestros, “se lo merecieran o no.” El abuso sexual también es común.
ESTA es la imagen de la maternidad y paternidad que le toca a Hitler y sus contemporáneos:
LA PRIMERA decisión que tienen que tomar los padres en Alemania y Austria de finales del siglo XIX es decidir si el niño vive o muere. Los recién nacidos no son considerados humanos ya que todavía no tienen alma, por lo que pueden “ser matados en un tipo de aborto tardío.” Las madres frecuentemente “alumbraban en el baño, como si el nacimiento se tratara de una evacuación…un movimiento de intestinos…matando a sus bebés, descalabrándolos como pollos.”
ES FRECUENTE que un niño observe a su madre matar sin culpa a sus recién nacidos hermanos. DeMause las llama Killer Mothers, madres asesinas, las principales propinadoras de azotes en casa. Los niños, jugando, comúnmente encuentran bebés muertos en alcantarillas, abandonados en la calle y en los arroyos. Los que sobreviven, de rutina son apaleados por sus padres, quienes se consideran sus dueños y señores, y “absoluta ley” en la familia. Al padre se le teme más que se le ama.
NO SOLAMENTE son nalgadas y patadas. Los azotes vienen con instrumentos: palos, látigos y bastones. A diario Hitler recibe, con un látigo de perro, golpizas que a veces lo llevan a entrar en coma. El pequeño látigo es objeto que el Fuhrer mas adelante lleva consigo y utiliza teatralmente para enfatizar sus órdenes.
Torturas de infancia
LAS MUJERES de clase alta no dan leche materna a sus hijos, no es elegante y puede arruinar sus figuras; dar pecho es inconveniente y provoca repulsión. Común que los niños mueran en manos de las nodrizas, quienes a veces reciben paga para hacer justamente eso. Aun si les llegan a dar pecho, es solamente algunas veces por día. El resto del tiempo el bebé es abandonado en la cuna en un cuarto oscuro, envuelto en apretados pañales, con su boca llena de Zulp, una bolsa de lino llena de pan y alcohol precursora del chupón. La negligencia, inanición y falta de atención generan que entre 25 y cincuenta por ciento muera antes de cumplir el año. En la Bavaria rural los niveles de mortandad infantil llegan al 58 por ciento.
“UN OBJETO de pena,” dice un observador, “atado y enrollado como momia en yardas de vendajes…nunca lo lavan…su cabeza no toca el agua y jabón hasta que llega a los ocho o diez meses.” Sus heces y orina sin limpiar, atrae a piojos y otros parásitos. Los niños maniatados no pueden evitar ser picados por los bichos. Sus padres los llaman “bebés piojosos cubiertos de inmundicia.”
LA RESTRICCIÓN corporal continúa con la edad, como la utilización por ambos hombres y mujeres de corsets de acero, además de collares y tablas atadas a la cintura, todo para que no se vuelvan tiranos. Obsesionadas por las heces, las mujeres germanas regularmente propinan enemas a sus hijos, un objeto fetiche que administra la madre o la enfermera en rituales diarios que parecen ataques sexuales por el ano, a veces incluyendo atar el crío en correas de cuero cual dominatrix, insertando el enema de cincuenta centímetros, castigo frecuente por ‘accidentes.’
EL ABUSO sexual es pan de todos los días y se considera normal. Cuando los infantes salen de la cuna son trasladados a la cama familiar y ya sea que formen parte del acto sexual o son testigos de muy cerca. Los pacientes de Sigmund Freud (y Freud mismo) confiesan haber sido seducidos por enfermeras quienes les apaciguan el llanto acariciando sus genitales.
LOS NIÑOS viven rodeados de acechadores, sea la enfermera, la nana, el maestro, el sacerdote y los muchos otros sirvientes que llevan a cabo todo tipo de actos sexuales con los niños a su cargo. Los niños en la escuela son regularmente violados por maestros y compañeros mayores que ellos. Los aprendices y las sirvientas reciben este mismo trato.
LOS TERCOS son colocados en una estufa de hierro al rojo vivo, atados a los postes de su cama durante días, lanzados al agua fría o la nieve para “endurecerlos,” y forzados a permanecer de rodillas durante horas todos los días frente a una pared mientras los padres comen o leen. Los progenitores se disfrazan de fantasmas y aterrorizantes demonios llamados Knecht Ruprecht, que pretenden comérselos y matarlos por sus transgresiones. Pesadillas de por vida.
LAS TORTURAS de infancia. En Austria y Alemania componen una palabra que refleja la realidad con la que viven: Kinderfeindlichkeit (hostilidad a los niños). En comparación con la infancia de niños franceses del siglo XIX – aún con su terrible abandono – los alemanes “no tienen momentos brillantes, no rayos de sol, ni pizca de un hogar cómodo con amor y cuidado maternal.” Una niñez lejana del gozo y tremendamente triste.
LA DISCIPLINA es severa. Los niños son golpeados por sus padres, maestros y ministros, quienes se apoyan de la Biblia para ejercer estricta disciplina. Los sabios de la Iglesia enseñan que los niños nacen corrompidos por el pecado original, y el único camino a la salvación es “apalear y sacar al Diablo del niño.”
A PRINCIPIOS del siglo XX, el suicidio infantil en Alemania es tres a cinco veces mayor que en cualquier otro país Europeo. La causa más común es el terror a las golpizas de sus padres. Los psiquiatras alemanes que comentan sobre estas tendencias unánimemente recomiendan más disciplina porque son “demasiado suaves” y “sin carácter.”
DEMAUSE se refiere a un estudio de Aurel Ende sobre la infancia, “Battering and Neglect: Children in Germany, 1860-1978, “Maltrato y negligencia: Niños en Alemania de 1860 a 1978.” La autora encuentra tal brutalidad que pide disculpas por no presentar el lado brillante de la infancia alemana, ya que “resulta que no hay lado luminoso.”
LOS ADULTOS que viven estas vejaciones sufren, y generan sufrimiento a otros, por causa de estas heridas. Las víctimas se vuelven verdugos y cuando se sienten poderosos, lanzan su venganza sobre pueblos enteros, volviéndose voluntariosos ejecutores de los dictadores. La tragedia es que también los padres de estos seres sufrieron violencia y humillación cuando eran niños.
Ritual Suicida
“¡CADA HIJO es una batalla!” Adolf Hitler grita estas palabras en 1934 en discurso a las Organización de Mujeres Nacional Socialistas de Alemania. Las madres “donan” sus hijos a Hitler. Como regalo de cumpleaños del Fuhrer, el líder de la Juventud Hitleriana Baldur von Shirach en 1936 toma el voto de enlistar a su organización a todos los niños de diez años. Es denominado “el año del Jungvolk,” de los jóvenes. La Juventud Hitleriana canta, “Nacimos para morir para Alemania.”
ANTES de comenzar su guerra contra los judíos, Hitler usa a los niños como prácticas de tiro. Envía a su médico personal el Dr. Theo Morrell, a estudiar la eutanasia en niños, y Morell le sugiere matar a todos los lisiados, por “asquerosos.” Para analizar la pureza de su sangre, 800 mil niños son investigados y 70 mil son seleccionados para exterminio por ser “comedores inútiles.” Se esterilizan infantes desde 1937 como parte de la limpieza racial, insertan inyecciones de gas y agentes químicos en el corazón a los niños que nacen deformes, los que se tardan en aprender control de esfínteres, y los que aprenden lento.
HITLER recibe el tratamiento del pañal y su padre lo golpea y patea “hasta perder la conciencia.” Regularmente es privado de comida y mantenido inmóvil con el pañal. Como otros niños de Bavaria, Hitler duerme con su mamá hasta los seis años, y es testigo de las relaciones sexuales entre sus progenitores cuando su padre está en casa. Es especulación si su madre se aprovecha del primogénito con las tantas ausencias del padre.
DE ADULTO, Hitler teme que su propia esperma envenene la sangre de su pareja, escucha voces en su cabeza que le imploran, “rescata a la Mutterland de los Judíos que la violaron.” Se habla sobre sus costumbres sexuales ‘depravadas.’ Sus parejas que “se desvisten, se ponen de cuclillas encima de su cara para que él pueda mirar de cerca mientras ellas se orinan en él. “Cerca de su escritorio de Fuhrer, Hitler mantiene imágenes de su madre y de Medusa con pelos de serpientes.
De la imagen de Medusa, confiesa, “¡esos son los ojos de mi madre!”
“LA GUERRA,” dice DeMause, “es la elección de los Alemanes como un ritual suicida masivo que aquietaría sus explosivas voces internas.” Hitler era un hombre suicida y había suficientes personalidades perturbadas en Alemania para seguirlo.
DE HECHO, al final de la guerra, Hitler ordena la destrucción de Alemania, “¡Debe desaparecer!” Las últimas semanas del conflicto, y después que se da noticia del ‘suicidio’ de Adolf Hitler (las especulaciones recientes afirman que se escapó), decenas de miles cometen selbstmord. El psiquiatra germano Erich Menninger-Lerchenthal nota el fenómeno de “el suicidio organizado en masa a gran escala como nunca había ocurrido en la historia de Europa….que no tiene que ver con enfermedad mental o desvíos intelectual o moral, sino predominantemente con la continuidad de una gran pérdida política y el miedo a ser encontrado responsable.”
El 12 DE abril de 1945, miembros de la Juventud Hitleriana distribuyen píldoras de cianuro al público durante el último concierto de la Filarmónica de Berlín. También se llevan a cabo una serie de suicidios familiares o asesinatos-suicidios donde padres y madres dan fin a todos sus críos antes de ultimarse ellos mismos (ejemplo, Joseph y Magda Goebbels).
‘OBEDECE o verás’ es excelente preparación para llenar un ejército de fascismo inminente y un sistema prevalecientemente antagónico a la individualidad humana. Aquellos que se endurecen con la disciplina, pueden crecer para ser voluntarios de las tropas paramilitares.
“ME PREGUNTAN,” dice DeMause en entrevista de radio, “¿Realmente está diciendo que si les das a los niños en el mundo amor y cuidado y no abuso, se terminarían las guerras?” Mi respuesta es, “La manera de parar las guerras es mejorar el cuidado de los niños, no incrementando el poder militar.”
“La condición de omnipresente asesinato
atrae y engendra a los sádicos.”
Omer Bartov
Yehudit Lev, 27 heshvan, 5775
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