ENRIQUE PRESBURGER
Usualmente, el origen del descontento social y la inestabilidad política en un país suele ser su mala situación financiera. A continuación analizamos algunos de los datos más relevantes que han contribuido a generar un deterioro estructural acelerado de la economía mexicana:
Crecimiento de la deuda:
Es preciso dimensionar el grado de alerta que debe de causarnos el crecimiento de la deuda de México. Al día de hoy, de acuerdo a un ranking de pasivos por monto emitido por el FMI, México ya se posiciona como el octavo país con mayor deuda externa neta y pasivos en el mundo. El país se ha colado dentro de este listado por su crecimiento de deuda acelerado y alarmante de los últimos años. Para ello vale la pena hacer un pequeño recuento de lo que ha pasado con los últimos presidentes: Con Vicente Fox la deuda interna era del 18% y la externa del 5.6% como porcentaje del PIB; Con Felipe Calderón los números crecieron al 23% de deuda interna y 9.6% de externa; y Con Peña Nieto se ha llegado a un crecimiento de 40% de deuda interna y 11.7% de externa (un crecimiento del 35% con respecto al gobierno anterior).
Este sexenio por lo tanto ha sido el más significativo en materia de incremento de pasivos, pues en julio de este año se alcanzó un récord de mayor endeudamiento externo en toda la historia del país, además de que la deuda interna también se situó en niveles que no estaba desde los últimos 24 años, desde la década de los 90’s previo a la crisis del ‘94. Esta tendencia sin embargo parece ser que apenas comienza, pues el 5 de noviembre (misma semana en que salió la noticia de las cenizas localizadas en Ayotzinapa) la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un decreto que permite al Gobierno Federal aumentar los techos de deuda pública de manera unilateral e indefinida, donde se desecha la inconstitucionalidad de elevar montos de deuda específicamente por parte de la SHCP.
Gasto mal orientado del adeudo contratado:
El problema del aumento de deuda sin embargo no radica en los números absolutos de la misma, sino en la manera en que el flujo de dinero que ingresa al gobierno se gasta. Es decir, que el mayor endeudamiento debiera reflejarse en infraestructura y desarrollo económico, situación que no ha ocurrido aún en el país, donde en los últimos años hemos tenido un crecimiento económico precario menor a la inflación: 2013 – Crecimiento de 1.1%; inflación de 4.02% // 2014 – Crecimiento (estimado) en 2.3%; inflación (estimada) de 3.8%.
Esta situación se explica por el dispendio de recursos que se gastan en lugar de invertirse. En un análisis del gasto programable por clasificación económica del tercer trimestre del 2014 realizado por el Centro Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), se observó que 74.8% del presupuesto (1,945.2 miles de millones de pesos) se destinó a “gasto corriente” (sueldos, pensiones y subsidios), donde sobresalen “servicios personales” de los políticos con un 28% de dicho gasto. Tan sólo un 25.2% del presupuesto se orientó a gasto en inversión. De hecho, la Formación Bruta de Capital Fijo del Gobierno cayó 8.3% anual en el segundo trimestre del año (INEGI), mientras que las cifras de Hacienda muestran que el gasto en inversión física subió 20.6% real a tasa anual de enero a septiembre de 2014. Es decir que aunque pedimos prestado más dinero, nos gastamos 2/3 partes en gasto corriente que no impacta en absoluto en la economía. El nivel tan alto de contratación de créditos ha hecho que hoy México pague alrededor de $580 millones de pesos de intereses a acreedores cada 24 horas.
Recaudación fiscal creciente y concentrada:
Paralelamente al incremento de deuda, sabemos que la administración actual recurrió también a una estrategia de mayor recaudación fiscal buscando ingresar más recursos al erario. Hoy sabemos que debido a la Reforma Hacendaria, México tuvo en 2014 su año recaudatorio más alto en toda su historia. Las cifras de Hacienda muestran que los ingresos tributarios no petroleros crecieron 9.6% real anual, donde destacan los repuntes de la recaudación del IEPS y del IVA de 49.1% y 16.9% respectivamente. Para 2015, la secretaría de Hacienda sin embargo aún plantea un déficit fiscal (y que ya fue aprobado por el Congreso) del 4% del PIB, lo que significa que el gobierno buscará 5,000 millones de pesos adicionales de los contribuyentes.
La estrategia fiscal por lo tanto buscará seguir incrementando impuestos sobre la base gravable existente, cuestión que no se espera sea precisamente un estímulo al sector privado, especialmente en medio de un entorno económico con un 60% de población en el sector informal de la economía.
Gasto de gobierno como supuesto motor de crecimiento
La estrategia gubernamental de obtener mayor deuda pública y mayores ingresos tributarios se ha orientado a destinar más recursos a empresas paraestatales buscando generar crecimiento económico. Así, vemos que, por primera ocasión en su historia, los adeudos de la CFE y Pemex superan los 3 billones de pesos, un pasivo equivalente a 17.8% por ciento del PIB. La SCT creció también su presupuesto en un 112% anual y la Secretaría de Energía en un 338% anual. No obstante, también sabemos que el gobierno no ha sido eficiente en su inversión en las dependencias citadas, y de hecho ha habido muchos subejercicios y falta de pago oportuno a proveedores, al grado de que la deuda del gobierno ya no es asegurable por las empresas dedicadas Seguros de Cartera.
Golpe al consumo privado en México
El consumo privado en México no ha terminado por reflejarse en crecimiento económico. Por el contrario, el índice de morosidad de tarjetas de crédito llegó este año una vez más a niveles récord históricos del 14.3% en junio, contribuyendo a cerca del 50% de riesgo que enfrenta la banca comercial. Esto quiere decir que, aunque claramente las dependencias tienen más presupuesto, esto no ha impactado favorablemente en el bolsillo de las familias mexicanas, lección que ya tendríamos que haber aprendido de nuestra propia historia.
En México estamos viviendo coyunturas muy delicadas de descontento social, inestabilidad política y falta de credibilidad internacional, principalmente por los casos de Ayotzinapa y la cancelación de la licitación del tren México-Querétaro. No obstante, tenemos que ser muy conscientes de que dichos problemas son el principio de coyunturas que irán brotando dado que tenemos un problema estructural más grande, que tiene su raíz en la adversa situación de la economía mexicana que sigue una estrategia de fortalecimiento gubernamental y debilitamiento de los ciudadanos.
*Director General de Factor Exprés SAPI de CV SOFOM ENR
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