BERNARD-HENRI LÉVY*
Durante casi cincuenta años he apoyado la solución de dos estados. Pero creo que el ¨reconocimiento unilateral¨ de un estado Palestino que se ha sometido a debate en el parlamento francés es mala idea por tres razones:
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Hamas, su Carta y su agenda.
Por el momento al menos, Hamas administra uno de los dos territorios que forman el estado que supuestamente debe ser reconocido inmediatamente y con gran fanfarria. Según la doctrina de Hamas, Israel debe ser destruido.
Uno no puede reconocer, ni siquiera simbólicamente, a un estado cuya mitad niega nuestro derecho a existir.
Uno no reconoce, especialmente no simbólicamente, a un gobierno en el que la mitad de los ministros sueñan con aniquilar a nuestro estado.
Uno extiende la mano a su pueblo, claro, proporciona ayuda, apoya y refuerza al otro partido, el de Mahmoud Abbas, y lo motiva a romper la alianza anti-natural que ha formado. Pero mientras esa alianza se mantiene intacta; mientras Hamas sigue siendo Hamas; mientras una parte del estado a reconocer, se reconoce a si mismo como aquel que en mediante su Carta, ordena a todos los musulmanes salir ¨de entre rocas y árboles¨ para ¨matar… a judíos¨ (artículo 7 de la Carta); uno debe diferir el reconocimiento mientras Hamas profese (artículo 13) que las ¨supuestas iniciativas¨ y ¨soluciones de paz¨, como la iniciativa actual de Francia para ¨solucionar la causa palestina¨ son contrarios a la fe.
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El momento, ascenso del jidahismo a nivel mundial.
Una vez más, la clase política palestina, su sociedad civil (no sólo Hamas) tiene clara esta cuestión.
No me refiero a Mahmoud Abbas, quien condenó el ataque a la sinagoga en Jerusalem occidental que causó la muerte de cinco personas, sino a los aliados de la PFLP que se adjudicaron el atentado. Me refiero a la Jihad Islámica y a Hamas que lo elogiaron.
Y pienso en los miles de jóvenes que tan pronto se enteraron, salieron a las calles para celebrar con fuegos artificiales.
Quizás un día, la mayoría de los israelíes consideren que la ruptura o la separación es la mejor opción entre las malas alternativas. Pero esa será su decisión, no la de los españoles, o la de los ingleses, suecos y ahora, la del parlamento francés que improvisa una resolución precipitada, mal fundada e irrelevante.
Uno no puede horrorizarse por las decapitaciones en Irak, y al mismo tiempo ignorar asesinatos con cuchillos y machetes en Israel.
Uno no puede, en un momento dado, rechazar la retórica de excusas (¨aquellos que fueron a luchar en Siria son almas perdidas, victimas del malestar social…¨) y consentirla por otro lado (¨el asesino ha sido humillado, es victima de la ocupación…¨).
Uno no puede, por un lado, reforzar el arsenal legislativo que permite que Europa y Estados Unidos luchen contra la violencia ciega, y por el otro, aprobar una resolución que básicamente dice que ¨entendemos¨ a los aficionados de los disturbios que anhelan una tercera intifada.
Se establecerá un estado en Gaza y en Ramala. Es el interés israelí, y el derecho de los palestinos. Pero nuestra intervención sólo se justifica si demandamos un esfuerzo igual de ambas partes. Desde el ANC de Sudáfrica hasta el PKK kurdo y el Irgún de Menachem Begin, la historia está llena de organizaciones terroristas que cambiaron su táctica y espíritu. Esperamos que los palestinos sigan el mismo camino – y hacia ese objetivo deben de dirigirse los hombres y mujeres de buena fe en Francia.
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Porque esta es la esencia del problema.
No hay observador honesto que pueda ignorar que ambas partes tienen un largo camino por recorrer.
No hay defensor de paz que niegue que los gobiernos de Israel, desde Rabin hasta Netanyahu, nunca han renunciado a los asentamientos y que los líderes palestinos han oscilado entre aceptar a Israel como un hecho y rechazar cualquier presencia judía en tierra árabe. Unos se culpan a otros.
Eso es precisamente lo que niegan los que proponen un reconocimiento unilateral.
Es precisamente lo que olvidan cuando dicen ¨no podemos soportar más esto¨ y, ¨es urgente que las cosas avancen¨ o ¨es necesario un gesto para presionar y desbloquear la situación¨ y no hay mejor ¨gesto¨ que imponer a Netanyahu un estado palestino fuera de las negociaciones.
Y esto conduce a la última crítica: Su razonamiento supone que sólo hay un obstáculo (el israelí) y sólo una parte a la que hay que presionar (Israel), y que los palestinos no tienen que dar nada de su parte: Quédense quietos; no tomen iniciativa; no demanden la revocación de la Carta de Hamas que está repleta de odio contra los judíos y desdén por el derecho internacional – porque miren, ahora ustedes tienen su Estado.
Es difícil saber qué predomina en este caso: La hostilidad hacia Israel, el desprecio hacia los palestinos o la falta de seriedad. Pero una cosa es cierta, sin una responsabilidad compartida, no habrá una tierra compartida. Al justificar a una de las partes por su carga histórica y política, podemos pensar que buscamos la paz; de hecho perpetuamos la guerra.
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Bernard-Henri Lévy es uno de los filósofos más reconocidos de Francia, periodista y escritor. Es considerado el fundador del movimiento de la Nueva Filosofía y un destacado pensador de temas de religión, genocidio, relaciones internacionales. Su obra de 2013, Les Adventures de la verité-Peinture et philosophie: un récit, explora la interacción entre la filosofía y el arte. Su nueva obra, ¨Hotel Europa¨ que se estrenó en Sarajevo el 27 de junio de 2014 y en París el 9 de septiembre, es un grito de alarma ante la crisis que enfrenta el proyecto europeo y el sueño detrás de él.
Traducción: Esti Peled.
Fuente: The Algemeiner.
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