I
Mahmud Abbas recibió un invaluable obsequio de manos de un grupo de judíos israelíes. Un movimiento de menor envergadura (pero en aumento) de judíos creyentes se obstinaron en subir a rezar en el lugar en donde antaño se ubicaba el templo de Jerusalén como si se tratase de un derecho y un componente inalienable de su identidad judía. Y si no era esa su intención, así fue ofrecida propagandísticamente a la opinión pública palestina y mundial. Astuto, como siempre, Abbas se apresuró a declarar que “los judíos están convirtiendo al conflicto en uno religioso”. Ahora los palestinos ya pueden “vender” la falacia que los judíos han convertido un conflicto en “religioso” cuando para los palestinos musulmanes el conflicto siempre ha sido fundamentalmente religioso.
Palestina Media Watch nos ofrece innumerables ejemplos que demuestran que para la Autoridad Palestina el conflicto es religioso: “Nuestra guerra con los descendientes de los monos y los cerdos (los judíos), es una guerra religiosa y de creencia, ¡Qué viva el Fatah! (TV de la Autoridad Palestina 9/1/2012)”. Se trata de un ejemplo (de miles) de consignas transmitidas desde una cadena de televisión de un gobierno no democrático y centralista como es el de Mahmud Abbas, que justamente pertenece a una fracción palestina no Islamista. Entre los palestinos “laicos” descubrimos componentes fundamentalistas islámicos inquietantes. En 2010, más del 98% de los palestinos en la Autoridad Palestina afirmaban que la religión musulmana formaba parte importante de su estilo de vida y de acuerdo a otra encuesta del 2003, el 80% de los palestinos se mostraban a favor de cortar las manos de un ladrón (según la shaarya), el 50% estaban a favor de ejecutar el castigo de inmediato mientras que el 30% condicionaban la ejecución a la existencia de un proceso legal ordenado (encuestas del Centro de Ramallah para el estudio de los Derechos Humanos y de la Universidad Bir Zait). En la encuesta del año 2011 (realizada por Israel Proyect) el 73% de los palestinos afirmaron creer “en el hadice (tradición islámica) que afirma que es un deber islámico asesinar a los judíos donde quieran que ellos estén”.
Para los palestinos “moderados” de la Autoridad Palestina la religión “es” muy importante, más aún, la identidad del clan y la fe “siempre” fueron fundamentales para ellos. Tanto es así que quien habla del Medio Oriente y no se especializa en Islam como parte fundamental de la identidad tribal local habla de muchas cosas… pero no del Medio Oriente. Las premisas islamistas no son ajenas a los valores impulsados por los moderados de Ramallah. Más aún, son esenciales a la hora de conceptualizar la naturaleza del conflicto.
Si para los “moderados” el conflicto es fundamentalmente religioso, para los islamistas del Hamás se trata del componente supremo. El analista y columnista Dr. Issam Shawer publicó en el portal del Hámas la crónica “La Revolución de la ira contra los crímenes del ocupante y los complots occidentales” (6/11/2014) en donde afirma de forma contundente: “Voces palestinas y árabes advierten que la guerra religiosa podría estallar en la región a causa de lo que ellos llaman “las violaciones israelíes” pero nosotros mantenemos y creemos que nuestra batalla contra el ocupante es fundamentalmente religiosa, no geográfica, no histórica o económica.
II
La postura islamista se basa en cuatro rechazos fundamentales: 1) Para el islam radical el Judaísmo es una religión y de ninguna forma es una identidad nacional. El Judaísmo, para el Hamás, Hezbollah o ISIS, no es un pueblo sino que es una religión, 2) Para el Islamismo, el Judaísmo es un religión falsa (como el cristianismo) y ellos han malversado (como lo hizo el Cristianismo) la palabra sagrada y su falsedad debe ser reemplazada y borrada (sustitución), 3) La entidad judía, afirman, ocupa una tierra santa en donde, en el pasado, se ha impuesto la shaarya como ley oficial. Esa tierra se conoce como Dar el-Islam (la casa del islam) siendo que ningún musulmán tiene derecho a renunciar a la tierra permitiendo la existencia de un país Yahiliyco (infeccioso) en la zona del islam, 4) Existen lugares santos que pertenecen a cada musulmán, ya sean las generaciones pasadas o las futuras. Son propiedad del Islam o Waqf al-Islam. Los judíos ocupan Jerusalén y los lugares santos para el islam como la mezquita de Al-Aqsa que también es Waqf al-Islam.
Para las autoridades supuestamente laicas (Fatah-OLP-Autoridad Palestina) y para el Hamás el conflicto es fundamentalmente religioso. Para la contundente mayoría de la población palestina también. Por lo tanto, argumentar que los judíos están transformando al conflicto en uno religioso cuando para ellos hace tiempo que ya lo es puede convencer a los demonizadores de siempre o a las personas poco informadas sobre la naturaleza del Medio Oriente.
Una moderación de los componentes radicales musulmanes acercará la consecución de un acuerdo de paz entre los palestinos y los israelíes.
III
Pasemos al lado israelí. Para la mayoría de los israelíes suponer y afirmar que el conflicto con los palestinos es “religioso” es algo descabellado y hasta fatal. El presentador del programa nocturno del Canal 2 israelí se burlaba del asunto tras comunicar cierta noticia ligada al tema, concluyendo cínicamente: “Pasemos rápidamente a otro tema antes que el conflicto se convierta en… religioso”.
Buena parte de los israelíes suponen que porque “para ellos” el conflicto de ninguna manera es religioso entonces por definición el conflicto no lo es. Los israelíes consideran que el conflicto con sus vecinos es fundamentalmente territorial. En otras palabras, consideran que si se entregasen los territorios exigidos entonces se podría llegar a un tipo de acuerdo y entendimiento con los palestinos. Esta premisa sustentó, en parte, las decisiones de la retirada unilateral de Israel del sur del Líbano (que no contentó a los radicales del Hezbollah) y la retirada unilateral de la Franja de Gaza (que en absoluto contentó a los radicales del Hamás). Parte de la izquierda en Israel asume, equivocadamente, que no se contentaron justamente porque las retiradas fueron “unilaterales” y no concertadas con los vecinos. Para esa parte de la izquierda los valores y argumentos religiosos del Hamás y del Hezbollah son menospreciables sólo porque ellos los menosprecian en su vida personal (y todo el derecho tienen a hacerlo).
Hagámonos una simple pregunta: ¿Si Israel aceptase retirarse de la totalidad de Judea y Samaria, tras haberse retirado de Gaza, partiese Jerusalén en dos capitales y se retirase de las Alturas del Golán?, ¿se alcanzaría una paz con nuestros vecinos del Hamás, ISIS, Hezbollah o incluso Abbas? Si la respuesta es no, es porque el conflicto tiene un componente territorial pero no es el núcleo del mismo.
En la última encuesta publicada en el diario Haaretz (16.6.2014) el 52% de los israelíes se manifestaban a favor de una retirada parcial o total de los territorios en disputa para alcanzar un acuerdo con los palestinos. De acuerdo a la encuesta de la prestigiosa Mina Tzemaj (noviembre 2013), el 67% de los israelíes (incluso se notaba una mayoría entre los votantes de la derecha israelí) se muestran a favor de la creación de un estado palestino, 21% estarían en contra mientas que en la encuesta de Rafi Smith los datos son muy parecidos: 68% a favor y 25% en contra. La lógica de las encuestas es simple y clara: Israel podría o debería ceder territorios para alcanzar un acuerdo con los palestinos ya que, para ellos, el conflicto es, fundamentalmente, TERRITORIAL.
IV
En las últimas semanas, y especialmente tras las operaciones militares de Margen Protector (julio 2014), se nota un aumento en el “barullo mediático” que promueven aquellos judíos o movimientos que consideran que “también para ellos” se trata de una disputa religiosa. Para aquellos judíos que exigen construir un tercer templo judío en el Monte del Templo de Jerusalén en lugar de la mezquita de Al-Aqsa o para quienes no estarían dispuestos a abandonar territorios de Judea y Samaria en el marco de un acuerdo confiable con los palestinos, la naturaleza del conflicto es diferente a la percibida por la mayoría en Israel. Puede que simplemente, para ellos, la tierra sea más importante que la paz o incluso que la vida.
¿Qué porcentaje de la población no está dispuesta a ceder territorios en el marco de un acuerdo de paz? De acuerdo a las encuestas recién citadas entre un 21% al 25% de la población, pero debemos señalar que puede que parte de ellos consideren que no existe actualmente una posibilidad de alcanzar la paz o porque creen que de nada servirá ceder tierra o que puntualmente se opongan a una parte del plan de paz expuesto (por ejemplo, apoyan todos menos partir Jerusalén). En otras palabras, solamente una parte del 21% al 25% de los judíos podría llegar a considerar que el conflicto es fundamentalmente religioso. Hagamos una generalización peligrosa: Si tomamos en cuenta que el partido nacionalista religioso Ha-Bait Ha-Iehudí (La Casa Judía) posee 12 diputados en el parlamente (10% de la legislatura) y dicho partido se opone a la creación de un Estado Palestino entonces podríamos deducir, a groso modo, que el 10% de la población antepone el derecho judío a la tierra (en buen parte basado en convencimientos dogmáticos religiosos) a la consecución de un acuerdo político que incluya concesiones.
El bloque central en la política israelí lo representan todos los partidos sionistas, desde Meretz hasta Israel Beiteinu de Liberman. Todas las agrupaciones han declarado estar dispuestas a ceder territorios a cambio de un acuerdo de paz real. En entrevista al periódico Yediot Ajaronot (28.11.2014), el Ministro de Exteriores de Israel Avigdor Liberman expresó su predisposición a realizar concesiones territoriales resaltando que “la unidad del pueblo es más importante que la unidad de la tierra de Israel”.
Para la mayoría de los israelíes el conflicto es político-territorial. Para la inmensa mayoría de los palestinos el conflicto es fundamentalmente religioso. Pero la naturaleza de los conflictos la impone el agresor y lamentablemente quien agrede e impone la razón de la disputa son los palestinos, sean estos “moderados” del Fatah o “radicales” del Hamás.
En las últimas semanas, han aumentado las “voces israelíes” argumentando que también para ellos la disputa es fundamentalmente religiosa. Quizás son la misma proporción que antaño y simplemente han comenzado a llamar la atención de los medios de comunicación.
Para aquellos que soñamos con ver una paz verdadera con los palestinos y el mundo musulmán, y para los que deseamos evitar que madres y padres se vean obligados a enterrar a sus hijos, resulta necesario, especialmente en jornadas de dolor y tensión, declarar repetidamente que para “nosotros” la vida es lo más importante por lo que seguimos estando dispuestos a ceder parte de nuestros derechos territoriales a cambio de asegurar un futuro mejor y la existencia eterna del único Estado del pueblo judío.
Sería bueno expresar, una y otra vez, que para nosotros los israelíes el conflicto “se puede” solucionar compartiendo tierra, agua y propiedades. Sería una renovada forma de confirmar que la solución del conflicto no debe estar en manos de los radicales, esos mismos que han ubicado la disputa palestina-israelí como algo estricta y únicamente religioso. Ya sea el Hamás o el “moderado” de Abbas.
Fuente:Hatzad Hashení
Traducción de Silvia Schnessel para Enlace Judío
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