PILAR RAHOLA
Sea cual sea el país, el tema surge con obsesiva insistencia, y acaba dominando las preguntas y sus miedos. Estos días en México, y ahora en Panamá, tanto en las conversaciones improvisadas, como en cenas como la de ayer, con un ex presidente, empresarios, intelectuales y sociedad civil panameña, todos quieren saber que ocurre con el Islam y los comentarios transitan por todos los senderos de la reflexión, desde los centros de la serenidad, hasta los extremos de la más desinhibida incorrección política. Y así van desgranándose los temores que genera un fenómeno ideológico tan sobrecargado de complejidad, como atizado por las matanzas que se acumulan en la retina.
La realidad ayuda… Hoy mismo, los titulares son explícitos: yihadistas chechenos asaltan Grozni, y los muertos son cuantiosos; en Kenia resuena la matanza de Al Shabab; Al Qaeda amenaza con matar a un norteamericano en Yemen; y en un viraje sorpresa de la siempre sorprendente geopolítica, Irán ataca al Estado Islámico con aviones americanos. Si añadimos los degollamientos, la guerra en Siria, el adiestramiento fundamentalista de los jóvenes palestinos, los centenares de europeos islamistas que viajan hacia la guerra santa y el largo etcétera de secuestros, bombas y matanzas que recorren la piel del planeta en nombre de un Dios secuestrado por una ideología totalitaria, es lógico que el tema sea central. Mis respuestas, después de tantos años de investigar el fenómeno, mantienen su inevitable desconcierto, porque este mal aun no tiene todas las respuestas.
Sin embargo, podemos dar algunas. Por ejemplo, que Europa no hace los deberes con el ejercito de imanes integristas que corroen el cerebro de miles de jóvenes en nuestras mezquitas. Ahí está la sorpresa cuando se revuelven los banlieux franceses, o se desata la furia del Londostán, o España ve cómo se van decenas de jóvenes a la yihad. El buenismo, miedismo, el indiferentismo y todos los ismos que podamos forzar en el idioma, nos recuerdan que Europa tiene la puerta de atrás alquilada a las necesidades energéticas, y que son los amigos del oro negro los que financian estos ideólogos del mal. Tampoco somos eficaces en cortar las fuentes de financiación del yihadismo, y los datos de Forbes son brutales: EI es el grupo yihadista más rico del mundo, con beneficios de 2 mil millones de dólares, y le sigue Hamas con más de mil millones. Por cierto, Jaled Meshal, el líder de Hamas que vive felizmente en Doha está considerado uno de los terroristas más ricos del globo, en Gaza viven alrededor de 600 millonarios, y en Gaza hay hambre… Y así sumando. Al final, una conclusión rápida: el islamismo radical es cada día más fuerte y más rico, el buenismo de unos y el paternalismo de otros impide un discurso de confrontación, estamos lejos de vencerlo donde mata, y estamos lejos de vencerlo donde adoctrina. Es decir, en nuestra propia casa…
Fuente:cciu.org.uy
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