ABRAHAM H, MILLER
El problema de los intelectuales consiste en que sus ideas rara vez se ponen a prueba en el mundo real. Eso no evita que, sentados en el banquillo, puedan usar una retórica extrema para avanzar ideas descabelladas que, abrazadas con demasiada frecuencia, pueden terminar como una tragedia para la humanidad.
Por eso no es extraño que 800 israelíes en conjunto con destacados intelectuales han “descubierto” el camino hacia la paz entre los palestinos e Israel. Son los únicos que han encontrado esta ruta que ha eludido a tantos durante tanto tiempo.
(Según la organización Gush Shalom, Oz, Grossman y Yehoshua se unen unos 800 signatarios israelíes- entre ellos el premio Nobel Daniel Kahneman, ex vocero de la Knesset Avraham Burg y el ex ministro Yossi Sarid- han firmado una carta pidiendo a los parlamentos europeos a reconocer un Estado palestino, nota de la editora)
En resumen, piden a los parlamentos europeos aprobar una resolución que exigiría el establecimiento de un Estado Palestino basado en las “fronteras” de 1967, con el “reconocimiento israelí de Palestina y el reconocimiento palestino de Israel”. La carta denuncia “el estancamiento político, la ocupación y los asentamientos, que llevan hacia el conflicto con los palestinos y torpedean cualquier posibilidad de un acuerdo”.
Esto nos recuerda demasiado el movimiento de los intelectuales estadounidenses para lograr el desarme unilateral a principios de los 60’s. Harold Brown, Secretario de Defensa del presidente Jimmy Carter, en su momento un firme defensor del control de armamentos y del desarme, declaró que después de tres años en el cargo finalmente entendió a los soviéticos: “cuando construimos misiles, ellos construyen misiles; cuando dejamos de construir misiles, ellos construyen misiles”.
Si los israelíes han aprendido algo en los últimos años, es que cuando se hacen concesiones los árabes no responden igual. Más sangre árabe e israelí se ha derramada desde los Acuerdos de Oslo de 1993 que de antemano. La retirada unilateral israelí de Gaza en 2005 sólo condujo a la creación de un Estado de terror en sus fronteras, y la muerte lloviendo desde el cielo en las ciudades del sur.
Los connatos de Intifada palestina y la violencia indiscriminada del terrorismo instigado por Hamas y la Autoridad Palestina han diezmado el movimiento pacifista israelí. Así, estos intelectuales que sostienen un ideal desconectado de la experiencia actual, ya no pueden apelar a sus compatriotas. Tomar riesgos estratégicos formidables para la paz ya no tiene sentido de cara a la cruda realidad de la incitación del día a día, seguido de actos cotidianos de brutalidad.
Por otra parte, estos intelectuales se enfrentan a un clima político en el que el terrorismo árabe ha incentivado a la Derecha, una situación que también anima cada vez más al Sionismo religioso del movimiento de colonos, reforzado por su alta tasa de crecimiento de la población.
Incapaces de convencer a sus compatriotas de que los riesgos estratégicos para la paz valen la pena, los intelectuales han hecho un llamamiento a la comunidad internacional en lo que debería ser considerado como un acto de traición, porque no pasa por el proceso democrático de Israel, pero busca influir en las próximas elecciones parlamentarias.
Son intelectuales bebiendo el elíxir de su propia noble arrogancia. Creen que saben lo que es mejor.
La sola idea de que el reconocimiento de un Estado Palestino por los miembros de la Comunidad Europea avanzará el proceso de paz, es un abrazo al absurdo
La realidad es que saben muy poco, porque se han negado a aprender de la experiencia. La sola idea de que el reconocimiento de un Estado Palestino por los miembros de la Comunidad Europea avanzará el proceso de paz, es un abrazo al absurdo. Es una ilusión la idea de que incluso un retorno a la línea de armisticio de 1967, lo que Abba Eban llamaba “las Fronteras de Auschwitz”, daría lugar a la paz.
¿Qué saldrá de todo esto? Presionando más aún a Israel se endurecería la resolución de la extrema derecha, y se darían incentivos a la intransigencia y la incitación palestina. Lo que todos estos intelectuales han hecho es tratar de mejorar su propio estatus en la comunidad internacional, pero al precio de sacrificar la verdadera, complicada y pragmática misión de alcanzar la paz.
Harold Brown era un idealista, pero como Secretario de Defensa aprendió y aceptó que el idealismo debe ser atemperado por la realidad de la experiencia. Los 800 israelíes que están exigiendo el reconocimiento europeo de un Estado Palestino no han aprendido nada, excepto que su fama va a ser premiada con algo de atención y, lo más probable, además saciarán su afán de ser vistos como parte del proceso. Un ejercicio egoísta que resultará no en la paz, sino en más violencia.
Abraham H. Miller es profesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de Cincinnati y colaborador del Centro Franklin de Gobierno e Integridad Política.
Traducción: May Samra
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