El actual gobierno de Israel terminó sus días porque el Primer Ministro Benjamín Netanyahu llegó a la conclusión de que no podía seguir gobernando con sus cuatro socios de coalición. No existía un verdadero común denominador entre los partidos de extrema derecha y los del centro. Mientras que la derecha permaneció en el gobierno a fin de continuar la actividad en los asentamientos principalmente, al centro le resultó difícil quedarse luego de que las negociaciones con los palestinos fracasaron y por consiguiente no temió enfrentarse al primer ministro y a los otros socios de coalición. Las disputas condujeron a la destitución de los dos ministros de los partidos centristas y, ya que Netanyahu no encontró otros socios, optó por convocar a elecciones. Sin embargo, aún no existe un tema para la campaña que se inició hace unas semanas.
El Likud dirigido por Netanyahu, probablemente afirmará que Israel nunca ha estado en mejores condiciones y solicitará una prórroga para completar su misión, que esencialmente implica no introducir demasiados cambios, mantener el status quo y hacer que el mundo se acostumbre a la idea de que los asentamientos en Cisjordania no desaparecerán, mientras profesa su disposición, en principio, a un diálogo con los palestinos. El Likud dirá que Netanyahu es el líder con mayor experiencia en la política israelí, y que sólo él puede lidiar con los desafíos políticos y de seguridad a los que se enfrenta Israel.
La extrema derecha encabezada por Naftalí Bennett, el líder de Habayit Hayehudí, intentará persuadir a los israelíes a que si el gobierno insiste que los palestinos no obtendrán un estado al oeste del Jordán, eventualmente el mundo lo aceptará, especialmente si los últimos gozan de derechos personales como parte de la autonomía que ya han obtenido.
El nuevo partido de Moshé Kahlón, el famoso ministro de comunicaciones en el gobierno anterior de Netanyahu, desearé convencer a los israelíes que es posible reducir el costo de vida mediante una mejor regulación, y que él es el hombre indicado para hacerlo.
Yair Lapid, Jefe de Yesh Atid, quizás intente demostrar que la lucha contra los judíos ortodoxos es el tema más importante y urgente que resolver en el marco de la sociedad israelí y que sólo él puede promover la legislación que impone el servicio militar a este sector de la población.
El partido del Ministro del Exterior Avigdor Lieberman recibió un gran golpe recientemente a consecuencia del escándalo de corrupción. Por lo tanto, necesita un tema electoral y, aunque parezca extraño, éste puede centrarse en la criticar contra Netanyahu por haber fracasado en las negociaciones de paz. Recientemente, Lieberman ha estado hablando de una solución regional, como posible tema electoral.
Los partidos sectoriales árabes y ultra-ortodoxos no pretenden ganar los corazones de la mayoría de la población israelí y por consiguiente no requieren de un tema. Meretz, el partido secular de izquierda, probablemente hará un llamado para mejorar la situación de los palestinos en Cisjordania y Gaza, y ofrecerá iniciar un diálogo serio para el establecimiento de un Estado palestino, aunque éste difícilmente sería el tema su campaña electoral.
¿Y qué pasa con el Laborismo de Isaac Herzog? Recientemente, el partido reclamó que el Likud sólo se enfocaba en política exterior y defensa, eludiendo su responsabilidad respecto a los problemas económicos y sociales de Israel, la creciente brecha entre ricos y pobres y su deterioro como atractivo para inversionistas. El Laborismo actúa como si el enfoque en política exterior y la defensa perjudicara las elecciones, mientras que el Likud parece ofrecer soluciones que pueden llevarlo a la victoria nuevamente, siempre y cuando la campaña de rija por el tema de la defensa. Este es un grave error.
El Likud no puede proporcionar un acuerdo de paz ni un sentido de seguridad. En la esfera económica, el Laborismo seguramente tiene algo que decir respecto a temas de vivienda, pensiones y asistencia social, pero no hará cambios significativos.
El Laborismo debe enfocarse en dos mensajes sencillos: Retorno inmediato a la mesa de negociaciones en base a la iniciativa de paz árabe y congelación de la construcción en los asentamientos, al menos durante las negociaciones. El Likud inmediatamente reclamará que esa es una rendición y que el partido laborista renuncia a cuestiones fundamentales, un curso de acción que el laborismo debe combatir. Probablemente este debate no genere grandes transiciones de derecha a izquierda o viceversa, pero puede producir lo más necesario para el partido laborista: que sus partidarios voten por el campamento de paz. En las últimas elecciones, muchos de estos partidarios renunciaron al voto. Si este escenario se repite, la derecha tendrá asegurada la victoria en 2015.
Yossi Beilin es presidente de la empresa consultora Beilink. En el pasado, fungió como ministro en tres gobiernos israelíes y en distintas ocasiones representó al Laborismo y a Meretz en la Knesset. Beilin fue uno de los pioneros de los Tratados de Oslo, la Iniciativa de Ginebra y Birthright.
Traducción: Esti Peled.
Fuente: i24news.
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