AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Ponerse en la piel de otra persona nunca fue tan fácil. La realidad virtual ofrece la oportunidad de experimentarlo, pues permite que el cerebro construya una nueva identidad propia a partir de una imagen inducida virtualmente.
Las aplicaciones de esta herramienta, creada inicialmente para los videojuegos, son tan diversas que llegan hasta el terreno de la psicología. Así, los investigadores Manos Tsakiris, de la Royal Holloway University de Londres, y Mel Slater, del London University College y la Universidad de Barcelona, llevan algunos años explorando este terreno de la realidad virtual, sobre todo para averiguar si los sesgos sociales implícitos, que se adquieren desde la infancia, se pueden cambiar durante la realidad adulta.
«Estamos empezando a conocer aspectos sobre los efectos que tiene en el ser humano verse dentro de un cuerpo diferente», explica a EL MUNDO la doctora Mavi Sánchez, de la Universidad de Barcelona y coautora de este estudio publicado en la revista Trends in Cognitive Science. «Cuando los sujetos perciben el cuerpo como suyo, se produce un impacto social:empiezan a verse a sí mismos y a otras personas de forma diferente. Esto hace que este método pueda integrarse en terapias psicológicas, ya que las personas podrán ver el mundo desde otra perspectiva». concluye. Así, los investigadores expusieron a un grupo de 60 participantes a ilusiones corporales para comprobar si se disminuían los prejuicios raciales.
«Aunque no es una cura para el racismo, la investigación ha demostrado que la integración de las diferentes señales sensoriales -como la visión de otro cuerpo como si fuese el propio- puede permitir que el cerebro actualice su concepto de cuerpo, haciendo que las personas cambien sus actitudes acerca de los demás. Es un tipo de proceso que mejora la empatía», explica Mel Slater.
Según cuenta el profesor, para la realización del experimento los participantes se sometieron a un test de asociación implícita, en el que se puede deducir el sesgo racial inconsciente de las personas, antes y después del experimento. Para la prueba virtual, se utilizaron cuatro grupos según el cuerpo que se les iba a asignar virtualmente: mismo color de piel, diferente raza, cuerpo púrpura -para descartar sesgos por color- y sin cuerpo virtual.
Los resultados del último test fueron claros: las personas sometidas a un nuevo aspecto racial presentaron menos prejuicios que al iniciar el experimento. «Las personas aceptan muy fácilmente tener una imagen diferente de sí mismas. Hemos sabido, a partir de este y otros experimentos similares, que el cerebro es muy flexible en cuanto a la representación del cuerpo», explica Slater.
«Nuestros hallazgos son importantes porque motivan una nueva área de investigación sobre cómo se construye la identidad y cómo se pueden alterar los límites entre grupos internos (los que se parecen a nosotros) y grupos externos (los que no se parecen tanto a nosotros)», asegura el profesor Manos Tsakiris, autor principal del estudio, para quien lo más importante es poder entender mejor «fenómenos como el racismo, el odio religioso y la discriminación de género». De este modo, quizá la realidad virtual sea la oportunidad que el mundo estaba esperando para acercar a la sociedad a un significado más real del término igualdad.
Fuente:elmundo.es
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