Francia tiene un serio problema

ELY KARMON

El atentado contra la revista “Charlie Hebdo”, en París, era exactamente lo que temían las autoridades francesas y europeas desde la participación de combatientes occidentales en las filas yihadistas en Siria e Irak.

Francia es el país con el mayor contingente de yihadistas occidentales que combaten en Siria e Irak, más de mil, en su mayoría ciudadanos franceses de origen norteafricano y algunos convertidos.

No hay que olvidar tampoco la gran comunidad musulmana que tiene Francia, la más importante de Europa. Por supuesto, no todos ellos son yihadistas, pero en esta comunidad de entre 4 y 5 millones de personas hay muchas células de jóvenes radicales musulmanes.

Entre las dificultades que afronta el Estado francés para evitar que la población sufra nuevos ataques está el problema de que hay barrios enteros habitados por la comunidad musulmana en las grandes ciudades, en las que el 35% ó el 40% de la población son argelinos o proceden del norte de África.

Resulta difícil controlar a esta población porque la policía prácticamente no pisa esos barrios de las afueras de París, Marsella o Toulouse. De ahí que para las autoridades la detención de los terroristas sea un objetivo difícil.

Francia ya había sido con anterioridad el escenario de dos oleadas de terrorismo islamista. Entre los años 1985 y 1987 se produjeron trece atentados con bombas perpetrados por el Hezbollah libanés contra objetivos comerciales en París: los grandes almacenes Marks & Spencer, Printemps y Galerías Lafayette; el tren de cercanías parisino (RER), la librería Gibert, la gran superficie FNAC o los servicios de la Torre Eiffel.

El más mortífero de los ataques tuvo lugar el 17 de septiembre de 1986, delante de la tienda Tati y del semanario “Le Point”, que dejó siete muertos y cincuenta y cinco heridos. Irán utilizó una red de Hezbollah con base en el Líbano, así como una célula de logística dirigida por un tunecino, Fouad Ali Saleh, que había pasado tres años estudiando en Qom, Irán. Teherán ordenó a Hezbollah que considerara objetivo militar a Francia, sobre todo por el respaldo francés a Saddam Hussein en su guerra contra Irán.

Miembros de la organización argelina GIA (Grupo Islámico Armado) fueron los responsables de la segunda oleada de atentados islamistas, con un saldo de trece muertos y más de trescientos heridos: hicieron estallar un coche bomba en un colegio judío de Lyon en septiembre de 1995, hiriendo a catorce personas y, luego, entre el 11 de julio y el 17 de octubre de 1995, llevaron a cabo cinco atentados con bombas en Francia.

El 11 y el 15 de marzo de 2012, Mohamed Merah, ciudadano francés de origen argelino, mató a tres militares franceses de origen norteafricano en Toulouse y Montauban, y el 19 de marzo acabó con la vida de tres niños y un maestro en un colegio judío de Toulouse.

El 4 de mayo de 2014 Mehdi Nemmouche, ciudadano francés de origen argelino, que había regresado a su país desde Siria, donde era miembro de ISIS, fue responsable del atentado contra el Museo Judío de Bruselas, con un balance de tres muertos.

Francia tendrá que librar ahora una ardua e intensa lucha contra atentados terroristas como el que ha azotado a París.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Marzieh Afkham, ha condenado en términos enérgicos el ataque terrorista contra la revista Charlie Hebdo en París. No hay actitud más cínica que la del régimen de Teherán.

La primera oleada seria de ataques terroristas islamistas contra los responsables de cometer “blasfemia contra el profeta Mahoma” fue el resultado de la fatwa, emitida en febrero de 1989 por el ayatolá Jomeini, pidiendo que asesinaran al escritor Salman Rushdie, en respuesta por su descripción del profeta en su libro Los versos satánicos.

He aquí una lista no exhaustiva: El Reino Unido ha sido el país donde más a menudo y durante más tiempo se han cometido actos violentos contra las librerías. Dos grandes librerías de Charing Cross Road, en Londres, fueron atacadas con bombas el 9 de abril. En mayo se produjeron explosiones en la ciudad de High Wycombe y, de nuevo, en Londres, esta vez en Kings Road. También sufrieron ataques con bombas un gran centro comercial londinense (Liberty’s), en conexión con la librería Penguin que albergaba en su interior, así como la tienda de Penguin en York. También fueron hallados artefactos explosivos sin detonar en las librerías Penguin de Guilford, Nottingham y Peterborough.

En los Estados Unidos, fueron atacadas con bombas dos librerías de Berkeley, en California. En Nueva York, la redacción de un periódico comunitario, The Riverdale Press, fue destruida por bombas incendiarias como represalia por un editorial que defendía el derecho a leer la novela y criticaba a las librerías que la habían quitado de sus estanterías.

El 11 de julio de 1991, Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de la novela, fue apuñalado hasta la muerte, y Ettore Capriolo, su traductor italiano, fue gravemente herido por sus agresores.

En octubre de 1993, el editor noruego de la novela, William Nygaard, fue disparado y resultó gravemente herido.

En Turquía, treinta y siete intelectuales y la población local que participaba en el Festival Literario de Pir Sultan Abdal murieron cuando la sala de conferencias del hotel, en Sivas, fue incendiada por una turba de islamistas radicales. Participaba en la conferencia Aziz Nesin, que había anunciado previamente que iba a traducir y a publicar el libro. La turba exigió que se les entregara para someterlo a una ejecución sumaria. Nesin logró escapar del fuego y sobrevivió.

El 14 de febrero de 2006, la agencia estatal de noticias iraní informó de que la fatwa seguiría en vigor permanentemente. En 2012, Hassan Sanei, líder del 15 Khordad, financiado por el Estado, aumentó la recompensa por la cabeza de Rushdie de 500.000 dólares a 3,3 millones de dólares.

En febrero de 2014, el mulá iraní Hassan Sanei dijo: “Seguro que si se hubiera ejecutado la sentencia del imam, los posteriores insultos en forma de caricaturas, artículos y películas no se habrían producido.” Y proclamó que la fatwa por la que se condenaba a muerte a Salman Rushdie “está tan fresca como siempre para los musulmanes”.

Salman Rushdie cuenta que aún sigue recibiendo de Irán “una especie de postal de San Valentín” el 14 de febrero de todos los años, haciéndole saber que el país no ha olvidado la promesa de matarle.

Fuente:elimparcial.es

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