De la masacre a la cultura: Comprender el actual mundo árabe y musulmán

YGAL CARMÓN

Durante cinco años consecutivos, el mundo árabe y musulmán ha descendido hacia el caos. Tormentas de violencia y asesinatos en masa han envuelto a la región, desmantelando de manera efectiva su estructura fundamental. Numerosos países se han desintegrado, causando el desplazamiento de millones de personas. Informes e imágenes de la devastada región por la guerra parecen haber sido tomadas directamente de la Segunda Guerra Mundial. Como si esto fuera poco, el 2014 fue testigo de la aparición de un fenómeno nuevo y horripilante, el Estado Islámico, cuyas creencias y conducta salvaje emanan del siglo séptimo.

Lo que es aún más desconcertante es el hecho de que todo esto surgió luego de un período prometedor de progreso – la Primavera Árabe – que personificó una lucha por la dignidad humana fundamental. Ciudadanos de todas las religiones y etnias, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos se reunieron en una lucha colectiva para crear un futuro libre y democrático. Sin embargo, esta expresión heroica de la unidad humana degeneró en una fragmentación total de las naciones y estados en los que los grupos regionales, étnicos y religiosos se enfrentaron entre sí en una guerra. ¿Cómo se explica esta contradicción?

Este artículo tratará de dar sentido a aquello que parece ser tan confuso sobre el mundo árabe y musulmán, e incluso predecir eventos futuros, en cierta medida predecibles, mediante el examen de estos a través de una perspectiva histórica. La evolución de Europa de las masacres a la cultura a través del último milenio puede servir de modelo para ayudar a explicar los acontecimientos actuales en la región, evaluar los posibles desarrollos futuros, y también aclarar lo que no puede suceder.

Este artículo no es un intento de predecir el futuro. Más bien, pretende mostrar una evolución probable basada en el precedente histórico establecido por la historia europea. Más importante, este artículo tratará de responder las preguntas críticas y urgentes actuales con lo que los responsables en materia política en Occidente están luchando: ¿cuánto tiempo tardará este proceso para que concluya, y que pueden hacer los países occidentales para impactarla de una manera significativa y positiva?

Histórico Déjà Vu

Los actuales acontecimientos que tienen lugar en el mundo árabe y musulmán poseen paralelismos con eventos que han sucedido antes, en otro tiempo y lugar. La historia de Europa a lo largo del último milenio, que ya ha presenciado este tipo de eventos, puede ayudar a dilucidar y explicar la región tal como lo es hoy.

La historia de Europa ofrecerá cuatro puntos claves. Primero, nos permitirá diagnosticar con precisión los acontecimientos actuales en la región y argumentará que el caos actual significa un proceso histórico con un resultado final que pudiera ser positivo. Sin embargo, antes de cualquier resultado, habrá inevitables altibajos, tal y como ocurrió en Europa: períodos de progreso humano intercalados con períodos de guerras devastadoras.

En segundo lugar, nos dará un marco de tiempo para la conclusión de este proceso histórico: al igual que en el caso de Europa, la conclusión tomará cientos de años. No puede haber atajos en la historia: el desarrollo humano, al igual que el conductor de este proceso, no puede apresurársele.

En tercer lugar, nos permitirá comprender mejor los fenómenos específicos dentro de un proceso histórico más amplio, es tal como la contradicción entre la promesa de la Primavera Árabe y la violencia y el caos que siguió a esta.

Finalmente, la historia europea mostrará cómo el libre albedrío, un pilar del progreso humano, puede convertirse en una fuerza destructiva cuando no es refrenado por valores como la igualdad, la convivencia, la tolerancia, la autodeterminación y los derechos humanos.

Europa y el mundo árabe y musulmán – Paralelos Históricos

El mundo árabe y musulmán, al igual que Europa, experimento siglos de estructuras políticas autoritarias en que pueblos, religiones, grupos étnicos, y vastas regiones de tierras fueron unidos por la fuerza en imperios. Esos imperios, que comenzaron con el surgimiento del Islam en el siglo séptimo, fueron luego reemplazados primero por el colonialismo europeo, que reestructuró la región políticamente, y luego por el nacionalismo árabe (y otras formas de nacionalismo en las partes no árabes del mundo musulmán) – todo lo cual mantuvo las forzadas, estructuras políticas artificiales unificadas por el poder de la espada. Ahora, al igual que Europa ante esta, el mundo árabe y musulmán está experimentando la sangrienta fragmentación de los últimos imperios autoritarios en entidades independientes basadas en identidades e intereses distintos.

La Revolución Francesa provee una explicación a la pregunta antes mencionada: ¿cómo puede explicarse la contradicción entre la Primavera Árabe y todo lo que allí siguió? Un fenómeno paralelo ya sucedió en Europa: la Revolución Francesa, en la que gente se levantó contra el dominio absoluto de los monarcas en una manifestación heroica del progreso humano, se deterioró inmediatamente en una fase de asesinatos masivos conocido como el Reinado del Terror, en el que aproximadamente 17.000 “enemigos de la revolución” fueron decapitados. Esto es similar a lo que está sucediendo ahora ante el albor de la Primavera Árabe, aunque el número de muertos, en la actualidad, no es tan alto como lo fue en Francia.

La transición de un régimen autoritario a un gobierno del pueblo en Europa tomó cientos de años. Por ejemplo, le tomó aproximadamente 800 años a Gran Bretaña progresar del mandato absoluto del rey, a la Carta Magna en el (1215), y finalmente a su democracia actual. Esto fue en gran parte el caso a través de toda Europa, donde las monarquías absolutas gradualmente realizaron una transición en monarquías constitucionales en donde el gobierno actual fue puesto en manos del pueblo. Las monarquías luego, fueron a menudo reducidas simplemente a símbolos del estado.

Libia y Egipto proveen ejemplos similares de este modelo. La transición de Libia comenzó con el derrocamiento del tirano Muammar Gaddafi. Poco después, sin embargo, la revolución se deterioró dentro de su propio “reino de terror”, y continúa hoy sin un final a la vista. Similarmente en Egipto, el proceso se inició con la destitución del presidente y líder militar Hosni Mubarak, y continuó con la elección de un líder de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi. Sin embargo, Morsi fue rápidamente derrocado en un golpe militar apoyado por los mismos revolucionarios que hasta hace poco habían derrocado a Mubarak, luego de su intento por islamizar al país. Egipto se revierte ahora de nuevo en una lucha de poderes entre la Hermandad Musulmana y el anterior régimen militar – también sin final a la vista. Lo mismo aplica a Siria y Yemen, devastados por la lucha entre los rebeldes y los regímenes en el poder, y donde la transición a la democracia tomará de manera similar muchos años.

El único país en el mundo árabe y musulmán que ha completado con éxito esta transición, y en sólo cinco años es Túnez. Sin embargo, la experiencia de Túnez es una excepción debido al legado del legendario líder nacional Habib Bourqiba, quien lideró la lucha por la independencia y la secularidad. El nuevo líder Essebsi, fue ministro en el gabinete de Bourqiba, y continúa su legado. Aún así, el resultado de esta nueva democracia es incierto: los islamistas todavía pueden negar la derrota y revertir el progreso que se ha hecho, haciendo del país nada diferente de Libia o Egipto.

La idea de la autodeterminación nacional o étnica es otro paralelo que conecta al mundo árabe y musulmán moderno a la historia europea. Esta idea, que surgió del desarrollo socio-económico de comienzos del capitalismo, fue la base para la creación de muchos estados en Europa que nacieron a raíz de la caída de los imperios europeos. El Imperio español fue finalmente obligado a conceder la independencia a las tierras bajas de Holanda y Bélgica en el siglo XVII; algunos de los estados balcánicos obtuvieron su independencia del Imperio Otomano como resultado de la caída del Califato de Turquía, en sí mismo el resultado de la llegada de la modernidad; y los imperios británico y francés ambos resistieron renunciar a las colonias que gobernaban, pero eventualmente tuvieron que concederle a las comunidades nacionales y en parte las comunidades religiosas que exigían independencia a través de la autodeterminación a mediados del siglo XX.

Numerosos grupos en el mundo árabe y musulmán están ahora luchando por su propia autodeterminación e independencia de sus conservadores, semi-feudales y parcialmente gobernantes pan-árabes. De hecho, se supone comúnmente que los próximos años serán testigos de la aparición de nuevos estados árabes y/o estados musulmanes de las cenizas de los antiguos regímenes: Libia, Yemen, Irak y Siria probablemente se dividirán en varias entidades políticas separadas.

Otro paralelismo es el principio de separación de la religión, en particular la ley religiosa, del estado. Este principio progresivo fue aprobado en Europa sólo después de cientos de años de lucha, que continuó hacia el siglo XX. En el mundo árabe y musulmán, esta lucha comenzó en Egipto en la década de 1950 con el golpe militar de los Oficiales Libres, liderado primero por Naguib y luego por Nasser, y fue sostenido por la oligarquía militar que ejecutó a líderes de la Hermandad Musulmana. Una Hermandad Musulmana renaciente, encabezada por Morsi, regreso al poder como resultado de la Primavera Árabe y trató de hacer cumplir la ley religiosa e instaurar una constitución basada en la religión. La posterior eliminación de Morsi por otro golpe militar, liderado por Sisi demostró que la batalla entre el ejército secular y la Hermandad Musulmana sobre el futuro de Egipto continúa haciendo estragos.

El paralelo más triste entre los acontecimientos en el mundo árabe y musulmán y la historia europea es el fenómeno de las guerras religiosas. La feroz y sangrienta guerra entre los católicos y los protestantes tiene muchas similitudes con la actual lucha entre sunitas y chiitas: la primera sólo concluyó siglos después de la Guerra de los 30 Años con la Paz de Westfalia (1648), y es poco probable que esta última concluirá en un corto período de tiempo.

Otros paralelos pueden encontrarse entre la historia a desarrollarse en el mundo árabe y musulmán y la historia de Europa respecto a otros valores como la igualdad de derechos para las minorías, los derechos de la mujer, el acomodo como medio de resolución de conflictos, etc. En Occidente, el aval de estos valores culminó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, a pesar de que la realización de estos ideales sigue siendo en gran medida un trabajo en progreso. El proceso paralelo en el mundo árabe y musulmán sólo ha comenzado.

Culminación del proceso – dudas y expectativas

El comienzo del siglo XXI fue testigo del ascenso de los pueblos en el mundo árabe y musulmán en contra de sus regímenes dictatoriales, comenzando así su propia marcha para unirse a la historia de las naciones libres. Aún así, hay quienes dudan que los pueblos de esta región sean capaces de seguir como otras naciones antes que ellos, optando por una unidad basada democráticamente para aplicar la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La actual violencia y el caos en la región parecen apoyar esas dudas. Sin embargo, los paralelos delineados aquí muestran que estas trampas son de esperarse: el proceso no concluirá sin períodos intermitentes de ese tipo de violencia y caos.

En contraste, otros creen que no sólo el mundo árabe y musulmán siguen el modelo europeo, pero que el proceso concluirá en un período de tiempo mucho más corto debido a los métodos modernos de comunicación. Estos métodos han liberado gente en la región de la ceguera que se les inflige sobre ellos principalmente por la censura y la propaganda de los regímenes dictatoriales, y como resultado, han luchado para derrocar a estos regímenes a fin de obtener su largamente buscada libertad. Sin embargo, las comunicaciones modernas se prestan tanto a ambos las fuerzas reformistas y destructivas en la región. De hecho, uno no puede imaginar el surgimiento y el poder del movimiento jihadista global y del Estado Islámico sin televisión vía satélite, Internet y los medios de comunicación sociales. Estas tecnologías también han mejorado la habilidad de cada grupo individual de luchar contra otros grupos por identidad, intereses, seguridad e independencia, lo que dificulta aún más el progreso en la región.

Aun así otros dan importancia al poder del Islam como un obstáculo al progreso en el mundo árabe y musulmán, y citan la llegada del Estado Islámico y la regresión gradual de Turquía del secularismo a un estado cada vez más religioso como ejemplos. Los estudiosos debaten si una reforma religiosa, similar a la Reforma en Europa, puede suceder en el Islam y acelerar el progreso en la región. Sin embargo, este debate trata de una cuestión teórica que puede no ser tan relevante: el progreso futuro puede ser determinado más por los musulmanes que abandonan la religión y por lo tanto disminuyen el papel del Islam que por tales cuestiones teóricas.

Conclusión

Una generación y media luego de la Segunda Guerra Mundial, la cual fue la peor guerra entre pueblos y naciones en la historia hasta hoy día, luego se produjo en Europa Occidental un período de sanación en la que esos mismos pueblos optaron por dejar de lado el pasado y crear el mercado europeo, priorizando por lo tanto la unidad sobre la fragmentación y la vida sobre la enemistad y la guerra. Posteriormente siguieron con la unidad política creando la Unión Europea, según el cual cada estado renunció ciertos elementos de soberanía en aras de una nueva entidad política, unida (aunque, ahí también, es un trabajo en progreso en lugar de un logro final). Sin embargo, el mundo árabe y musulmán está apenas comenzando su período paralelo de una feroz guerra interna; Por lo tanto se necesitarán muchos años para llegar a la creación de una entidad económica o política similar.

Observando la historia de Europa a través de los siglos, el reconocido intelectual árabe Hashem Saleh cuestionó en Asharq Al-Awsat el 10 de agosto, 2013 si pudiera haber algún acceso directo que perdonara al mundo árabe y musulmán su actual devastación. Este responde, dolorosamente en sentido negativo, y expresa el deseo hipotético de conciliar el sueño y despertar en los próximos años para ver a Siria como la actual Holanda. De esta manera, el mundo árabe y musulmán sería salvado de todo el sufrimiento que Europa soportó mientras se desarrolló en su estado actual. Por desgracia, no hay atajos en la historia; El proceso tardará el mismo tiempo necesario y será tan arduo para el mundo árabe y musulmán como lo fue para Europa.

La situación en la región empeorará – quizás mucho más – antes de mejorar. Uno puede entender la necesidad de los responsables en materia política occidentales de impactar este proceso de una manera significativa y urgente. Sin embargo, muy poco puede hacerse para cambiar el curso de la historia. No fue posible en la historia de Europa, y no es posible hoy. Ninguna política puede acortar el tiempo necesario para que este proceso concluya, ni siquiera en recurrir reconquistar el mundo árabe y musulmán ante el montaje del terrorismo en Occidente. Así que, ¿entonces, qué queda por hacer para los responsables en materia política occidentales? Estos pueden y están moralmente obligados a prepararse para las principales operaciones de rescate a fin de salvar a aquellos en peligro de aniquilación, tales como los cristianos en Irak y Siria, los kurdos, los yazidis, y muchos otros.

Sin embargo, la esperanza sigue siendo que, en un futuro previsible, el mundo árabe y musulmán se levantará de este período de violencia y caos – tal como lo hizo Europa – para formar los Estados Unidos en el mundo árabe y musulmán, u otra entidad política siguiendo el modelo de la Unión Europea, que hace suyos los valores humanísticos e ideales de las naciones libres y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

* Ygal Carmon es Presidente y fundador del Instituto de Investigación de Medios del Medio Oriente Medio (MEMRI).

Fuente:hatzadhasheni.com

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