“Me siento en Israel como en mi propia casa”: Con estas palabras, pronunciadas en el Museo del Holocausto, Yad Vashem, en el Monte de los Recuerdos de Jerusalén, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha rendido tributo a los “justos” a los que el monumento rinde homenaje. Además, y a pocas horas de su programada entrevista con el primer ministro Benjamin Netanyahu, ha cumplido -por segunda vez desde que es ministro- con la ceremonia de encendido de la llama en la tradicional Sala del Recuerdo.
García-Margallo, que acaba hoy en la capital israelí su visita de cuatro días por Oriente Próximo, ha aprovechado la ocasión para trasladar al pueblo judío “las condolencias y la consternación del pueblo español” por los atentados de París, que se cobraron cuatro “almas” hebreas, y a cuyo funeral, la víspera, el canciller español no pudo asistir por encontrarse en Gaza. El ministro ha condenado el “antisemitismo” y ha reivindicado el proyecto de ley remitido por su Gobierno al Congreso, para que los judíos sefardíes -descendientes de lo que residieron siglos atrás en España- obtengan la nacionalidad española “sin renunciar a su nacionalidad de origen”.
Por su parte, la directora de la división para Iberoamérica del Museo, Perla, ha agradecido “al Gobierno español su colaboración para que nunca jamás ocurra un holocausto” y se ha deshecho en elogios al propio ministro. Ambos han glosado las vidas de los tres “justos” españoles registrados con sus nombres en Yad Vashem –Concepción Bláquez, Martín Aguirre y Sebastián Romero Radigales-.
En el pasaje más emotivo de su intervención, la funcionaria hebrea ha contado la historia de su marido -un niño melillense de siete años al que un sacerdote salvó de la Gestapo antes de ser quemado y asesinado- que, a continuación, hoy convertido en un hombre de avanzada edad, ha hecho su aparición para hacer entrega de un libro al ministro.
Fuente: El Mundo