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Antes de que hubiera Osama Bin Laden, había Imad Mugniyah, el terrorista de Hezbollah.
Fue llamado el “padre del humo”, porque él desaparecía como una voluta de polvo después de elaborar sus espectaculares atentados terroristas, incluidos, sólo en 1983, dos que cobraron la vida de cientos de estadounidenses en el Líbano, .
Haciendo cuentas, Imad Mugniyah mató a más estadounidenses que Al-Qaeda antes de que se supiera de Bin Laden. A mediados de la década de 1980, encabezó la lista de más buscados del FBI. Pero para la CIA sobre todo, él era el enemigo público número uno.
Mugniyah diseñó en 1983 la eliminación de la Embajada de Estados Unidos en Beirut, que mató al jefe de la CIA en Medio Oriente, Robert Ames – y dirigió el secuestro y asesinato del jefe de estación de la CIA, William Buckley en Beirut. Mugniyah también tomó el crédito del bombardeo de la Marina y del cuartel de paracaidistas franceses en el aeropuerto de Beirut en 1983, y del secuestro en 1985 del vuelo 843 de la TWA- que resultó en la muerte del buzo de la marina de guerra Robert Stethem – así como una veintena de otros secuestros y asesinatos. También fue sospechoso de orquestar dos atentados en Buenos Aires, el primero contra la embajada de Israel en 1992, y el segundo contra la AMIA, dos años y medio más tarde.
Sin embargo, en febrero del 2008, y con la ayuda del Mossad,a la CIA se vengó del capo terrorista en Damasco. Un potente coche bomba lo liquidó, de la misma forma como mató a tantos otros.
Informes de los medios responsabilizaron al legendario Mossad israelí del golpe. Pero de acuerdo con ex funcionarios de inteligencia estadounidenses entrevistados por la revista Newsweek, el golpe Mugniyah fue una operación de la CIA, autorizada personalmente por el presidente George W. Bush y llevada a cabo por la CIA bajo la supervisión directa del entonces director, Michael Hayden, y de un grupo muy, muy pequeño de altos funcionarios de la CIA.
“Fuimos nosotros”, dijo, bajo condición de anonimato un ex funcionario que participó en el proyecto “Los israelíes nos dijeron dónde estaba y nos dieron ayuda logística. Pero nosotros diseñamos la bomba que lo mató y supervisamos la operación.”
“VAYAN CON DIOS”
La sentencia de muerte de Mugniyah pudo haber sido firmada en el gobierno de Reagan, en una “constatación” presidencial que autorizó la captura o asesinato del terrorista tras los bombardeos de los cuarteles de los Marines y de la Embajada de Estados Unidos, dijo el ex funcionario de la CIA. Pero al parecer, los agentes antiterroristas de Estados Unidos no pudieron encontrarlo.
En 2007, sin embargo, el entonces jefe del Mossad, Meir Dagan, se comunicó con la CIA, ofreciéndole una extraordinaria pieza de información: el escondite de Mugniyah en Damasco.
“Básicamente, Dagan dijo: ‘Hemos localizado su ubicación y sabemos que tiene sangre estadounidense en sus manos y nos gustaría ofrecérselo a ustedes y saber qué les gustaría hacer con él”
En séptimo piso de la CIA, Hayden convocó una reunión discreta sobre Mugniyah. El grupo de discusión inicial era en un principio limitado a diputado de Hayden, Steve Kappes; Michael Sulick, jefe de la Dirección de Servicios Clandestinos ( cuerpo espía de la agencia); y Mike Walker, jefe de la División del Cercano Oriente y unos pocos ayudantes.
Al principio, Hayden, un ex general de la Fuerza Aérea, estaba entusiasmado con la oportunidad de exterminar a un hombre que había matado a tantos estadounidenses, incluyendo algunos de los mejores agentes de la CIA, recordó un ex funcionario. Pero pronto cambió de opinión.
Dijo el ex funcionario, “Poco a poco, él se echó para atrás. Así que se fue a ver al presidente Bush. “Le tomó Bush aparentemente sólo unos 30 segundos decir: “Sí, hagámoslo. ¿Por qué no lo hicimos antes? Tienen mi bendición. Vayan con Dios”.
La prohibición de asesinatos había estado en vigor desde 1975, pero es evidente que los sospechosos de terrorismo no estaban protegidos por ella.
ELEGIR UN ARMA
En el séptimo piso inició la planificación del golpe. El abogado de la CIA, John Rizzo, dio luz verde al proyecto. El grupo diseñó diversos escenarios de asesinatos relacionados con veneno o un disparo de rifle, pero los descartó como demasiado difíciles o arriesgados en Damasco, una ciudad fuertemente controlada por la policía secreta del presidente Bashar al-Assad.
“No había manera de capturarlo”, agregó la fuente. “¿Qué haríamos con él? Así que todo se redujo a matarlo”.
“Matarlo mediante francotirador no era opción, pues, primero, uno tiene que asegurarse de que está muerto”, dijo un participante. “Hay que estar cerca de él. Y ¿cómo se consigue sacar del país al francotirador? Así que se descartó “.
Se decidió utilizar un explosivo. Pero, ¿de qué tipo? Semanas y luego meses pasaron, mientras técnicos en bombas de la CIA presentaron a Hayden diversos dispositivos. Todos eran demasiado grandes.
En Israel, el retraso “volvió locos a Dagan y al Mossad”, dijo un participante en la planificación. “Si hubiera sido por ellos, Mugniyah hubiera muerto mucho antes. Debido a todos los controles, la operación estaba tomando mucho tiempo”.
Expertos en explosivos de la Oficina de Servicios Técnicos de la CIA estaban siendo enviados de vuelta una y otra vez, por orden de Hayden, para lograr un dispositivo que limitara la explosión letal a un pequeño radio.
“Pasó de ser un coche bomba tradicional, a una carga de C-4 o Semtex o algo parecido en el chasis del coche: una arma muy adaptada, enfocada de manera muy estricta, una carga hueca escondida en el centro de un neumático trasero montado en un Toyota o Mitsubishi, dijo una fuente.
A Hayden le gustó la idea. Los técnicos probaron prototipos de bombas en un centro clandestino en Harvey Point, cerca de Myock, Carolina del Norte.
Mientras tanto, los agentes de la CIA y del Mossad en Siria mantenían el ojo puesto en Mugniyah, dijo el participante. “Nadie podía hacerlo como el Mossad”.
Con información de Newsweek
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