SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – *“Matar sin que se note” (El ataque de los ayatolás a la Argentina, el encubrimiento del caso AMIA y el fiscal), es un libro de la editorial Planeta, escrito por Gustavo Perednik, argentino radicado en Israel hace años, que visita el país con frecuencia y se destaca por sus múltiples doctorados, por su cuidadoso estudio de la historia, y por lo bien que escribe.
Por Malú Kikuchi (31/1/2015)
Hace unos días, hablando con una amiga común de Perednik y Nisman, el primero le contó al segundo que se iba a reimprimir el libro y el fiscal le dijo: “Ponéle directamente “Matar a Nisman sin que se note”. ¿Premonición? Parecería que sí. Los datos de laboratorio indican suicidio, o sea un exitoso asesinato, cometido por expertos, para que no se note.
Y lo califico de asesinato, ya que ayer la presidente me aclaró que todos tenemos el derecho de decir lo que mejor nos parezca. Aunque las opiniones de la presidente mueven el amperímetro y las de la gente común, no. A pesar de las pruebas de laboratorio, es un asesinato cometido por expertos que hacen bien su trabajo, o sea, matar sin que se note.
¿Qué se puede decir de este “magnicidio institucional” que ya no se haya dicho? Desde saber qué había pasado con la hija de Nisman en el aeropuerto de Barajas (la presidente lo sabía), pasando por la cámara prolija que siguió a Nisman desde que pisó el primer escalón de la escalerilla del avión en Ezeiza, con una cámara que no era del aeropuerto.
El fiscal no sólo era seguido, era perseguido. Recordemos que en 2004, Kirchner decidido a encontrar la verdad sobre el tema AMIA, probablemente para culpar a Menem, pero decidido a saber, le presentó Stiusso (o como se llame) a Nisman, como el hombre que sabía más sobre AMIA, ya que estuvo en el tema desde 1994. Le armó una fiscalía especial para que trabajara con libertad y con un presupuesto generoso. Nisman era un hombre K. Pero antes que un hombre K, era un hombre de la justicia, que se atenía a derecho.
Lo dio sabiendo, teniendo conciencia que en la denuncia que empezaba a tomar forma en sus papeles, le iba la vida. Se arriesgó. Habló el 14/1 en “A dos voces” con Edgardo Alfano, denunció a la presidente, al canciller, al Cuervo Larroque, a D’Elía y a Esteche. Al día siguiente lo hizo por radio. Ya había hecho su denuncia ante el juez.
Quería hacerlo en el congreso, ante la comisión de Legislación Penal, para poder, en pequeño comité, nombrar a los miembros de la SI que estaban en el tema, sin vulnerar la ley de seguridad nacional. No pudo hacerlo. Murió asesinado en algún momento del domingo 18, en el baño de su alquilado departamento de Puerto Madero.
La denuncia del fiscal sostenía “traición a la Patria”. ¿Qué hace una persona inocente acusada de algo tan grave? Se presenta ante la justicia y pide que se la investigue. Necesita restablecer su buen nombre y honor. Más si es la primera figura política del país. La presidente por Facebook!!! preguntó qué hizo que el fiscal se suicidara, enlodándolo. En su segunda carta en Facebook, habló de asesinato y acusó a los servicios.
Servicios que están a su servicio, que dependen directamente de presidencia de la nación y cuyos sueldos (desconocidos, como sus nombres) se pagan desde la presidencia. Si lo mataron los servicios, que es probable, ¿quién es responsable? ¿La oposición? ¿Los magistrados? Para quedar bien con ella o para echarle la culpa, ella es responsable de alguna manera del hecho. Y toda persona medianamente bien nacida, aún ante la muerte del peor enemigo, da sus condolencias a los familiares. Ella nunca lo hizo.
Y tampoco explicó qué hacía Berni representante del ejecutivo en el departamento de Nisman cuando se “descubrió” su muerte. Luego la patética primera cadena nacional en silla de ruedas, nívea, impoluta. Donde por supuesto no habló de lo importante, y mintió. Mal informada o no, mintió.
¿Porqué sumariar sólo a la custodia y no también a Berni de la que depende la custodia y a María Cecilia Rodríguez (la ministro de seguridad de la que depende Berni, si es que existe)? Y después de constatar la cantidad de policías que custodiaron el cadáver de Nisman durante el velatorio y el entierro, es obvio asegurar que si lo hubieran custodiado más en vida, no hubiera muerto. El 1° asesinato político desde 1983.
Y mientras más insistan en las pruebas del suicidio y mientras den menos explicaciones los denunciados por traición a la Patria, más la población creerá que fue un asesinato perpetrado por personas que saben matar “sin que se note”. Y se preguntarán quién fue el cerebro detrás del asesinato.
*P.D.: De los muchos libros de Perednik, 18 o 19, recomiendo muy especialmente para aquellos que aman la historia y la muy buen literatura, “El silencio de Darwin”, 2006.
Fuente: La caja de Pandora
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