MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Tu Bishvat se ha convertido más y más en un día para pensar en el mundo viviente que nos rodea, de buscar formas para cuidarlo mejor y de tomar más acciones para no lastimar y destruirlo. Se ha convertido en un día de ecología: el día en que intentamos restablecer nuestro lazo con los campos, las plantas y los árboles.
Adin Steinsaltz
Durante el transcurso de los siglos, la mayoría de los judíos fue al exilio y Tu Bishvat se volvió importante a nivel emocional. En virtud de que la fecha se conectaba con la vida en la Tierra Santa y con sus árboles, se convirtió en un “Día Conmemorativo” para Eretz Israel. Tu Bishvat pasó a ser el día para rememorar y recordar la época en que los judíos vivían en su Tierra y comían la fruta de sus árboles y los productos de la tierra. En muchos lugares, el día se volvió una festividad pequeña, marcada por el comer fruta proveniente de Eretz Israel, principalmente chícharos y, después, naranjas.
Con el tiempo, el significado de Tu Bishvat se expandió y profundizó: se transformó en una celebración de la generosidad de la tierra y, en particular, de nuestro anhelo por esos elementos de la vida que nos hicieron tanta falta en el exilio.
Se han escrito muchos libros sobre las frutas que se comen en Tu Bishvat, explicando su significado en las Escrituras. Existen interpretaciones cabalísticas sobre los diferentes tipos de frutas (con cáscara, con semilla, tanto con cáscara como con semilla o sin ninguna de ellas) y lo que significan en nuestras vidas.
Para algunas personas, se convirtió en un día de un profundo significado personal: un hombre solía trabajar todo el año para poder recolectar cientos de tipos diferentes de frutas para Tu Bishvat. En nuestra época, ha adquirido un significado aún más amplio como el día que destaca la relación entre los seres humanos y los árboles y la flora del mundo.
Hoy en día, a pesar del regreso de tantos judíos a Tierra Santa, casi todos somos habitantes de la ciudad. La vida urbana se basa principalmente en objetos inanimados: edificios, máquinas y tecnología. Sin embargo, aún necesitamos la conexión emocional más profunda con el mundo viviente: las plantas, los árboles y la tierra.
Los seres vivos no son solamente nuestra principal fuente de vida; también están conectadas con nuestros propios seres individuales, tal y como el profeta Isaías nos dice (65:22): “porque como los días de un árbol, así serán los días de Mi pueblo”, y otros versos. A lo largo de las Escrituras, hay diversas plantas que sirven como símbolos de nuestra identidad nacional. En los Salmos, la nación judía se asemeja a una vid; su crecimiento y la extensión de sus ramas y sus frutos representan nuestras vidas.
En la antigüedad, una costumbre muy extendida era plantar un árbol cuando nacía un niño, conectando así la vida de la persona con la vida del árbol. (Esta práctica prevaleció tanto que, de acuerdo con una opinión, la tala de dicho árbol encendió la gran rebelión de los judíos contra los romanos– véase en el Talmud el Tratado Gittin 57a). Tenemos una relación muy especial con las plantas y los árboles y es nuestro deber mantenerlos y no talarlos en vano. La Torá incluso dice (Deuteronomio 20:19): “porque, ¿es acaso el árbol de un campo como un hombre?- estableciendo de dicha manera una conexión directa entre el hombre y el árbol.
Esta conexión no es meramente utilitaria: también significa que todas las criaturas vivientes -las plantas incluidas- tienen una conexión con el espíritu humano, un lazo de vida en común. Significa que todas las formas de vida a nuestro alrededor no sólo existen con el propósito de mantenernos y proveernos de materiales para nuestra subsistencia. De hecho, comparten con nosotros una definición de vida, de crecimiento, de dar fruto.
En nuestros tiempos, la gente tiene una conciencia más aguda de la ecología, de la interconexión de varias formas de vida y de la unidad global de vida. Inclusive, aún y cuando la humanidad se está volviendo más compleja,- y utiliza tecnologías cada vez más sofisticadas- estamos comenzando a entender que nuestra existencia depende de la viabilidad de todas las cosas vivientes. Tenemos un entendimiento creciente tanto del valor sentimental de la naturaleza como de la necesidad práctica para mantener la diversidad de la vida. Esto es cierto incluso cuando interfiere con las necesidades y usos inmediatos.
Por lo tanto, Tu Bishvat, que comenzó como una simple fecha, se ha convertido más y más en un día para pensar en el mundo viviente que nos rodea, de buscar formas para cuidarlo mejor y de tomar más acciones para no lastimar y destruirlo. Para nosotros, se ha convertido en un día de ecología: el día en que intentamos restablecer nuestro lazo con los campos, las plantas y los árboles. Aún si no hay mucho que podamos hacer respecto a los cambios globales, todavía podemos pensar sobre la unidad de las cosas vivas, su independencia, y las formas en que florecen y dan frutos. Cuando decimos las bendiciones de las frutas, podemos también admirar tanto su sabor como su belleza, como las plantas que D-os puso en el Jardín del Edén.
Fuente: The Times of Israel
#TuBishvat
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