SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Hace algunos meses, después de publicar un artículo sobre una manifestación no autorizada en Milán, organizada por la Hermandad Musulmana, un lector envió a la sala de prensa (La Critica.org ed) documentación considerable consistente en artículos de periódicos, nombres y documentación legal, respecto a personas vinculadas con el mundo islámico italiano.
Por Gian Giacomo William Faillace
Empecemos con una pregunta sencilla que servirá para introducir el resto de los episodios: ¿quiénes son los Hermanos Musulmanes? Y aquí la primera sorpresa: Al-Ikwan al-Muslimun, el nombre original de la organización, fundada en Egipto en 1928, por Hasan al-Banna, después de una década ya cuenta con cerca de medio millón de seguidores en todo Egipto, convirtiéndose en una entidad política que utiliza a un gran número de seguidores, sobre todo de las clases sociales más pobres.
La difusión de la Asociación Hermanos Musulmanes fue acompañada con instancias de islamización de la sociedad egipcia siguiendo dos rutas principales: la difusión desde la cúpula mediante la presencia en el poder político, y una más tradicionalista, desde la base, a partir de núcleos fuertemente islamizados cuajados normalmente en torno a las mezquitas. Recuerden estos dos métodos ya que en el futuro será muy acertado compararlos con nuestra realidad.
El “manifiesto” del movimiento fue escrito por el ideólogo de la Hermandad, Sayyid Qutb, en 1954, haciendo del caso un retorno a la “fuente pura del Corán”, uniendo el capitalismo y el marxismo como sistemas que comparten la humillación del hombre, por lo tanto, según Qutb, son sistemas que se deben eliminar.
Viendo el desarrollo continuo y la deriva cada vez más extremista del movimiento, el presidente egipcio Nasser ordenó la disolución de la asociación, detuvo y condenó, a veces hasta la muerte, a la mayoría de los seguidores de los Hermanos Musulmanes, entre ellos su fundador, Al-Banna, detenido y asesinado por el entonces comandante de los servicios secretos, así como el sucesor de Nasser, Anwar Al-Sadat. Durante ese período la mayoría emigró a Occidente, especialmente en Europa (Alemania en particular) y los Estados Unidos, donde se establecieron, estudiaron en las mejores universidades y comenzaron su profunda penetración en el tejido social europeo.
Después de la Guerra de los Seis Días, Sadat, dado el creciente descontento entre los estudiantes de izquierda por la derrota egipcia contra las fuerzas patrióticas de Israel, optó por una política de apertura hacia otros musulmanes, permitiendo un nuevo desarrollo que condujera a la lucha armada de la Hermandad Musulmana que dará lugar a la explosión mortal de Sadat en 1981, tres años después de la histórica firma, con el presidente de Israel, Menachem Begin, del Tratado de Camp David que marcó el fin de las hostilidades, que duró más de tres décadas, entre Egipto e Israel.
Mientras tanto, sin embargo, las primeras células tumorales islámicas habían penetrado en Occidente y aquí comenzarían a crecer y multiplicarse, primero humildemente pidiendo, llegando después a exigir las mezquitas, las mezquitas que hoy son bombas de tiempo en nuestra propia casa. Un peligro bien entendido por Rusia, Uzbekistán, Egipto, Siria, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Tayikistán, que han declarado a la Hermandad Musulmana como una organización terrorista.
Fuente: Qelsi Quotidiano
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