AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Durante buena parte de la Segunda Guerra Mundial, Jozef Paczynski le cortó el cabello al comandante de Auschwitz, Rudolf Hoess, uno de los ejecutores más sádicos en el régimen de Adolf Hitler.
Cada siete o diez días, el prisionero polaco era llevado a la residencia de Hoess en un extremo del campo de concentración, donde le cortaba el cabello con tijeras y navaja. Hoess nunca intercambió una palabra con el joven al que había escogido como su peluquero personal.
Durante años le han preguntado a Paczynski por qué no degolló al hombre que envió a la muerte a cientos de miles de inocentes en el campo de concentración más grande y tristemente célebre del aparato nazi.
Paczynski dice que habría sido contraproducente, y que tanto él como muchos otros hubiesen sido asesinados como venganza y que la exterminación hubiera continuado al mando de otro comandante.
“Lo pensé”, afirmó. “Pero cuando advertí las consecuencias sencillamente no pude hacerlo”.
El polaco de 95 años narró su historia a un auditorio en Cracovia que incluyó a otros dos sobrevivientes de Auschwitz y varios estadounidenses en el sur de Polonia después de las recientes conmemoraciones del 70 aniversario de la liberación del campo de concentración.
Los sobrevivientes que todavía tienen la fuerza, siguen contando sus experiencias a públicos fascinados, con la urgencia que exige el paso del tiempo.
Después que Paczynski narró su experiencia, los otros dos sobrevivientes conversaron con él y posaron juntos, arremangándose las camisas para mostrar el número de prisionero tatuado en el antebrazo.
Paczynski, que vive en Cracovia, fue llevado preso a Auschwitz en junio de 1940 como castigo por intentar huir de la Polonia ocupada para unirse al ejército polaco en Francia. Fue arrestado después de cruzar la frontera a Eslovaquia y fue conducido en el primer transporte al campo de concentración, donde fue el prisionero 121.
Fue asignado a la peluquería donde les cortaban el cabello a los jefes de la SS. Un día Hoess se presentó y le ordenó que fuera a su casa. Allí fue escoltado por un guardia.
“La esposa de Hoess me hizo entrar en la casa. Se me quebraba la voz y me temblaban las manos y las piernas”, recordó Paczynski. “La esposa me llevó al primer piso hasta un cuarto de baño. Allí había un espejo y una silla y enseguida llegó Hoess. No me dijo una sola palabra. Pero lo saludé, él se sentó y le corté el cabello”.
Hoess, al parecer, quedó satisfecho y lo hizo volver muchas veces para que lo atendiera, aunque jamás le dijo una sola palabra.
Paczynski estuvo en Auschwitz hasta el 18 de enero de 1945, cuando los nazis hicieron salir a los prisioneros, días antes de que el ejército soviético invadiera el campamento. Poco después fue liberado por los soldados estadounidenses en Alemania.
Paczynski dijo que nunca presenció ninguna brutalidad de Hoess, quien supervisaba el manejo de las cámaras de gas donde fueron asesinados más de un millón de judíos y otros.
Según lo que Paczynski observó, Hoess parecía “un padre y esposo ideal”.
“Era un hombre de muy pocas palabras”, recordó. “Y personalmente nunca golpeó a un prisionero”.
Hoess fue juzgado por las autoridades polacas después de la guerra y fue sentenciado a morir en la horca en 1947. Fue ejecutado en Auschwitz cerca de un crematorio.
Con información de El Nuevo Herald
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