SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Juan Cristóbal Cambadélis, Primer Secretario del Partido Socialista, declaraba el domingo 8 de febrero en radio J: «Se identifica a la comunidad judía con Israel y se identifica a los musulmanes con Daesh. Es el mismo razonamiento». Unos segundos más tarde y a petición de Frederic Haziza que lo recibía, el Sr Cambadelis rectificaba precisando que no comparaba para nada a Israel con Daesh.
Por Oudy Bloch
No es nuevo pero es desesperante de todos modos.
Está bien pero ya era demasiado tarde.
¿Una metedura de pata ? Es posible. Pero el hecho es que realmente comparó a Israel, la única democracia de Medio Oriente, con Daesh que es un grupo islamo-terrorista del cual se conoce la peligrosidad de su política y lo abyecto de sus crímenes. Así y auqnue no quisiera buscar este efecto, desligitimizaba a Israel.
No es nuevo pero da náuseas de todas formas.
En abril 2012, Nathalia Arthaud (Lucha obrera), apoyada por Eva Joly (Verdes) declaraba que «Gaza es un campo de concentración a cielo abierto». La referencia es indigna. Se recordará que dos semanas antes, Merah asesinaba a 3 soldados y 4 civiles judíos de los cuales 3 niños de un tiro a la cabeza y que él lo justificaba por solidaridad con los palestinos. Es también la justificacion que daba Coulibaly después de haber matado a 4 clientes judíos en el hiper-cacher de la Puerta de Vincennes en enero último.
En 2010 un viejo y despreciable anciano, focalizaba su indignación sobre Israel únicamente (sin una sola palabra sobre Iran, Corea del Norte, Turquía, Sudan, China…) y creía poder justificar su postura moral por su pretendida ascendencia judía y su mentirosa «participación» en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Los dos son falsos, una impostura.
Los mismos boicotean a los artistas, deportistas y universitarios israelíes de los cuales algunos son apoliticos cuando no opuestos a la política denunciada por los que boicotean. Ello prueba, si aun fuera necesario, que se trata de Israel en tanto que Estado y no de un tal gobierno u otro, lo que estos últimos combaten.
Ahora bien, en Israel y contrariamente a lo que muestran los medios franceses, ni hay apartheid ni dhimmis (ciudadanos de segunda). Los ciudadanos israelíes, sea cual sea su religión, tienen los mismos derechos. Generales druzos combaten en el seno del ejército israelí.
Daesh, este auto-proclamado Estado, no reconoce a una categoría de personas dignas de vivir: los sunitas, y aun más, los jiadistas. El resto de la humanidad no tiene derecho de vivir. El papel de las mujeres está claramente anunciado: casarlas a partir de los 9 años, idealmente de 16 o 17 años, no autorizarlas a tener un trabajo y enseñarles solo costura y cocina limitando la educación al aprendizaje de la sharia, del Coran y del árabe, también que se escondan bajo un velo…Es la visión de la mujer que da el documento « Mujeres del Estado Islámico», por la brigada Al-Khanssaa.
El resto del programa politico lo conocemos ya, violaciones en masa, esclavitud sexual notablemente de la minoria Yazidis, cuando ellas no son simplemente liquidadas; hombres, mujeres y niños enterrados vivos, decapitaciones, estrangulaciones, crucifixiones para una panoplia de víctimas variadas: chiitas cristianos, judíos, kurdos, apóstatas y otros no creyentes de todo tipo; no se sabe qué escoger. Las últimas víctimas tristemente mediatizadas por estos fanáticos islamistas: dos japoneses decapitados (un activista humanitario y socialista) y un piloto jordano quemado vivo después de haberlo encerrado en una jaula metálica.
Hay que comparar lo que es comparable. No es el caso. Pero el mal está hecho y se difunde todos los días un poco más a través de esta indignación a geometría variable de la izquierda y de la extrema izquierda.
Desligitimizando Israel, esencialmente como Estado judio, realizando un tratamiento de la informacion diferenciado sea para Israel o sea para los palestinos, dejando las frases antisemitas expresadas en la clase, los medias y los gobiernos sucesivos han logrado liberar la palabra antisemita como no la habiamos escuchado ya desde el fin de la segunda guerra mundial. Sin salir de la extrema derecha, el antisemitismo ha realizado su revolucion copernica para llegar a la extrema izquierda y consortes, los libretarios, los altermundistas.
Estos mismos a quienes no les importa para nada la suerte de centenares de miles de palestinos violentamente discriminados en el Líbano; que no se emocionan por los 200.000 muertos en Siria, ni por los atentados terroristas cotidianos en Irak, Afganistan, Somalia o Yemen; que no se ofuscan para nada por los centenares de adolescentes secuestrados por Boko Haram.
Y que son los mismos que desfilan en los cortejos en los cuales gritan «muerte a los judíos» cuando se trata de apoyar a los palestinos.
Banalizando el antisemitismo detrás de la apelación de antisionismo, de la lucha contra un pretendido imperialismo, en el nombre de una solidariedad hipócrita o de un humor abyecto, se libera el odio de aquellos que ya no respetan gran cosa.
Porque es aquí donde hemos llegado. Antisionismo no significa nada más que antisemitismo.
Y cuando gritar no es suficiente, se mata. En Toulouse, en Bruselas, en París. Se mata gritando «Alla-hou Akbar», revendicando ser de Daesh o Al Qaida y para vengar al Profeta o a los palestinos.
Hay que tener el valor de salir de esta letargia y osar afrontar este peligro tanto para la pedagogía en la escuela, en las asociaciones de barrio, en el seno de las familias, como para la aplicación rigurosa de la ley.
El gobierno debería tener determinación y firmeza para hacer respetar los valores de la República por encima de las consideracions electorales.
Esto tambión es el precio de la libertad.
Sobre el autor: Abogado de los Colegios de Abogados de París y Nueva York en el derecho penal, la propiedad intelectual y el derecho contractual
Fuente: Huffington Post.fr
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