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jueves 21 de noviembre de 2024

El ABC del Judaísmo

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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Todo sistema está construido sobre principios fundamentales. Por ejemplo, las bases de la lengua española son sus letras. Si tú quieres leer y escribir primero tienes que aprender el alfabeto.

El Judaísmo también tiene su ABC, sobre el cual está basado.

La “A” del Judaísmo

Esta es una premisa en la que todos estamos de acuerdo: Los Seres Humanos son criaturas sociales.

Si hubiésemos nacido en China, probablemente estaríamos agitando pequeñas banderas rojas o un libro de dichos de Mao. Si hubiésemos nacido en una buena familia católica de Sicilia, probablemente estaríamos mostrando nuestro rosario.

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿De dónde proviene mi “filosofía de vida”? ¿Es esencialmente una visión griega de la vida? ¿O romana? ¿Oriental? ¿Judía? Intenta preguntarte lo siguiente: “¿Si yo hubiera nacido en una familia de fundamentalistas musulmanes, qué estaría haciendo de mi vida hoy en día?”.

¡¡Porque si no te haces esta pregunta, hay bastantes posibilidades de que hoy en día seas un fundamentalista musulmán!!

En gran parte, la manera de haber sido educados determina cuáles serán nuestros valores y creencias. A menos que hayamos hecho nuestra propia investigación, la sociedad es (muy probablemente) nuestra “opción filosófica” – jugando un rol importante en la formación de nuestras ideas.

Entonces, ¿cómo podemos, objetivamente, determinar la realidad? ¿Cómo es posible para un individuo discernir quién realmente él es y en qué debería creer – si está tan profundamente influenciado por lo que cree su sociedad? ¿Por qué tendrías que ser judío? O, ¿cómo sabes la diferencia entre lo correcto y lo errado?

Esto es la “A” del Judaísmo. ¿Cómo una persona llega a una conclusión independiente sobre la realidad? ¿Cómo podemos evitar ser el mero producto de nuestra sociedad?

El Poder de una Historia de Niños

Cada sociedad tiene su propia cultura, su propia manera de mirar la vida. Estas ideas llegan a la conciencia pública por muchos caminos: a través de la literatura, la escuela, la religión, etc. Uno de los caminos más poderosos mediante el cual las ideas se hacen parte de nuestra conciencia, es a través de las historias que nos cuentan cuando somos niños. Estas historias dejan una impresión en la mente del niño y conllevan muchos mensajes subliminales. Por ejemplo, es casi imposible imaginar encontrarse con alguien nacido en América que no haya escuchado la historia de Caperucita Roja. Tú la has escuchado, tus padres la han escuchado, y tus hijos y nietos la escucharán también. ¿Qué mensaje tú crees que el niño adquiere de la historia de Caperucita Roja? Imagina si su abuela viene a visitarlo inmediatamente después de que él terminó de escuchar la historia. ¿Qué haría él? Si realmente prestó atención a la historia, correría y se escondería detrás de la falda de su madre y le pediría que se fije en sus dientes. ¡Él se aseguraría de que ella es realmente su Abuela! ¿Qué le estamos enseñando? ¡Sospecha! ¡Busca al lobo! Realmente, nunca puedes confiar que tu abuela es lo que tú crees que es. ¿No es eso lo que se está transmitiendo?

Una Consciente Historia Judía

El judaísmo también tiene sus propias historias que forman la conciencia de nuestros niños. Hace algunos años era inconcebible que un niño judío no conozca de memoria esas historias.

La siguiente historia está contada en el Talmud (Tratado de Nidá):

Antes de nacer, mientras estamos en el vientre de nuestra madre, Dios envía un ángel para que se siente a nuestro lado y nos enseñe toda la sabiduría que necesitaremos para vivir. Pero justo en el momento antes de nacer, el ángel nos golpea debajo de la nariz (formando la hendidura que todos tenemos bajo nuestra nariz) y nos olvidamos de todo lo que él nos enseñó.

¿Qué nos enseña esta historia? ¿Qué impresión produce en el niño? ¿Qué se graba en su mente para siempre?

Esta historia nos enseña que podemos mirar en nuestro interior para aprender lo que es la vida. Profundamente en nuestra conciencia, en el rincón más lejano de nuestra memoria, está todo el conocimiento de lo que tenemos que saber para vivir. El propósito de la vida. Cómo amar. Cómo alcanzar nuestro potencial. ¡Todo lo que tenemos que hacer es el esfuerzo de recordar!

Esta es la visión del judaísmo sobre la educación. Nadie puede enseñar algo nuevo. Todo lo que hacemos es ayudar a otros a recordar lo que ya saben intuitivamente que es verdad.

Intenta recordar la geometría básica.

¿Alguna vez estudiaste geometría elemental? Si lo has hecho, recordarás que uno de los teoremas básicos es que la suma de los ángulos de cualquier triángulo es de 180 grados. Para todos los triángulos hay una prueba que demuestra que todos los ángulos siempre sumarán 180 grados.

¿Recuerdas cuál es esa prueba?

Dibuja un triángulo. Luego haz una línea paralela a la base del triángulo.

Ahora tenemos dos líneas paralelas. El tercer ángulo, que es el punto del triángulo, forma la parte perdida de un medio círculo. Cada círculo tiene 360 grados, y medio círculo tiene 180 grados. Entonces, los tres ángulos (los dos ángulos alternados y el tercer ángulo del triángulo) equivalen a 180 grados.

Si alguna vez supiste esto claramente, te irrita tratar de recordarlo otra vez. Ese esfuerzo es la educación. Tratar de alcanzar dentro nuestro lo que entendemos, en función de obtener claridad sobre la vida.

¡Define los términos y obtiene claridad!

Este esfuerzo debe ser hecho para descubrir las verdaderas bases de la vida. Si miras dentro de ti verás que puedes reconocer la verdad, la realidad, el bien. Sólo tienes que hacer el esfuerzo de recordar lo que ya sabes.

Ilustremos cómo esto funciona:

Si yo te digo: “¿Tú bafustik a alguien?” Tú inmediata respuesta será: “¿Qué quieres decir con la palabra bafustik?” No puedes de ninguna manera contestar a mi pregunta a menos que puedas definir primero el significado de la palabra.

Pero qué pasaría si yo te pregunto: “¿Amas a alguien?” Tú puedes contestar esta pregunta porque entiendes de lo que te estoy hablando. El hecho de que usas el término “amor” en tu vida diaria implica que por lo menos en algún nivel entiendes esta palabra.

En el judaísmo, sin embargo, decimos que a menos que conozcas clara y precisamente un concepto, no lo entiendes completamente. Puedes reconocerlo, pero sólo vagamente, porque no has hecho el esfuerzo para clarificar exactamente el significado de ese término.

“Educación” significa comprender lo que el ángel nos enseñó. Nosotros podemos hacerlo revisando dentro de nosotros mismos. Eso toma esfuerzo – pero vale la pena, porque a través de ese esfuerzo adquirimos claridad para reconocer la verdad.

Ese conocimiento interno es precisamente lo que le posibilita a la persona elevarse por encima de las influencias de la sociedad y ser independiente. Si quieres la verdad, no tienes que ir muy lejos o escalar montañas; está justo bajo tu nariz. Esa “hendidura” está allí para recordártela. Si tomamos nuestro dedo y lo colocamos sobre esa hendidura, dejaremos de hablar y comenzaremos a pensar. Esto es la “A” del Judaísmo. Tenemos dentro nuestro el conocimiento de la realidad.

La “B” del Judaísmo

Ahora que estamos seguros de que podemos reconocer la verdad, tenemos que encontrar lo que hay que saber.

Para entender la vida, tenemos que saber qué es lo que se espera de nosotros.

¿Para qué fuimos creados? ¿Cuál es el significado de la existencia humana? ¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos? Esto es la “B” del Judaísmo.

Lo que tú quieres para tus hijos es lo que Dios quiere para nosotros. En el judaísmo nos referimos a Dios como nuestro Padre Celestial (Avinu Malkeinu: nuestro Padre; nuestro Rey. “Avinu Harajamán”: nuestro Padre misericordioso). El término es usado constantemente en la Torá y los rezos. Dios es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos.

¿Qué es lo que todos los padres quieren de sus hijos? Que tengan placer. ¡Eso es! Cuando tú tienes hijos quieres que sean saludables, fuertes y que estén llenos de alegría y vitalidad. Quieres que sean claros, resueltos y hábiles. Tú quieres que tengan todo lo bueno que hay bajo el sol. ¿Para qué? Para que puedan obtener el mayor placer en esta vida.

Tú tratarás de convencerlos de que se alejen de las cosas que van a impedirles obtener todos los placeres que la vida tiene para ofrecerles.

Tu hijo puede divertirse mucho jugando con el Pac Man, pero tú sabes que él se merece mejores cosas en la vida: un matrimonio feliz, una educación sólida, buena salud, buenos amigos, una buena carrera, etc.

En el judaísmo decimos que Dios – nuestro Padre Celestial – creó al ser humano simplemente para darle bondad y placer. Es para eso que Él hizo este mundo, y es para eso que Él nos dio la Torá – para enseñarnos cómo usar este mundo y obtener el mayor placer. La Torá es nuestro libro de instrucciones para vivir.

¿Cómo determinas para qué propósito algo fue creado? Miras la manera en que fue construido.

Por ejemplo: ¿sabes para qué fue hecho el bolígrafo? Para escribir.

¿Y si alguien te dice que es un escarbadientes? Dirías: “Esto es ridículo. Si fue creado para ser un escarbadientes, debería hacer mejor su trabajo. ¿Y por qué contiene tinta?”

Si alguien te diría que es un teléfono, le dirías: “Yo no creo eso. ¿Por dónde marco el número?

Con un poco de esfuerzo puedes identificar para qué algo fue diseñado. Tú sabes que un bolígrafo es para escribir porque todas sus partes indican eso y es eso lo que hace mejor.

El judaísmo dice que los seres humanos fueron creados para buscar placer.

¿Cómo sabemos esto?

Porque en toda decisión que el ser humano toma en la vida, el criterio final es: “¿Me dará placer o no?”. Ya sea lo que comeremos en la cena, lo que haremos en el tiempo libre, con quién nos casaremos o qué carrera elegiremos. Por sobre todo, el placer es el punto decisivo.

Si algo parece que va a ser doloroso, la persona hará todo lo posible para evitarlo. Si parece prometer placer y divertimento, hará todo lo posible para obtenerlo. Aun cuando hacemos algo altruista, lo hacemos porque nos da placer.

Dios nos diseñó para ser buscadores de placer. Para eso fuimos creados. Es por eso que Él diseñó al mundo – y todo lo que hay en él – para que nos brinde placer.

La meta del judaísmo es obtener ese placer. Así como nuestros padres quieren que disfrutemos de la vida, Dios quiere que Sus hijos, todos los seres humanos, disfrutemos de la vida absolutamente.

Esto es la “B” del judaísmo: Dios hizo el mundo para darnos placer.

La “C” del Judaísmo

Ahora… si Dios quiere que tengamos placer, y nosotros queremos tener placer, entonces ¿por qué no obtenemos constante placer? ¿Qué es lo que causa todos los problemas?

La razón por la cual no obtenemos siempre placer es porque cometemos errores. Dios quiere que tengamos placer, pero el placer lleva esfuerzo. Si no hacemos el esfuerzo correcto, no obtendremos placer.

Todos quieren ser buenos. Todos quieren cumplir con sus responsabilidades. Eso es placentero. Pero frecuentemente creemos que podemos tener placer aún si tomamos un atajo o elegimos una salida más fácil.

Queremos tener un matrimonio exitoso, pero no entendemos la necesidad del compromiso y la constante atención. Queremos que nuestra vida tenga sentido, pero nos dejamos influenciar por la presión social. Queremos llevarnos bien con nuestros padres pero no hacemos el esfuerzo para evitar discusiones. Todos los seres humanos quieren tener placer, pero cometemos muchos errores y es eso lo que nos causa muchos problemas.

Sin embargo, como dijimos antes, Dios es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos.

Si tus hijos se equivocan no los ves como pecadores o malvados. Entiendes que están confundidos o equivocados. Es por eso que en la lengua hebrea, no hay una palabra para pecado. La palabra que usamos es “Jet”, pero ella no quiere decir pecado. La connotación de la palabra “Jet” hace referencia a una flecha que “perdió su blanco”. No hay nada esencialmente “malo” en esa flecha (o en el arquero). Sino que simplemente un error fue cometido debido a la falta de enfoque, concentración o habilidad.

Cuando tus propios hijos cometen errores, tratas de pensar cómo puedes ayudarlos a que no los cometan más. Así también, Dios siempre está tratando de llamar nuestra atención, incentivándonos a no equivocar el camino; porque si prestamos atención, si buscamos las respuestas, viviremos mejor.

Esto es la “C” del Judaísmo: El problema es que estamos confundidos. No sabemos qué buscar en la vida o cómo alcanzar lo que estamos buscando. Es por eso que tomamos caminos equivocados que nos conducen hacia los problemas.

La “D” del Judaísmo

(En el judaísmo tres no es suficiente. En nuestro ABC hay cinco puntos en total).

La “D” del judaísmo es: Obtener una educación.

Por medio de la educación evitamos cometer errores y el peor de los errores es no tener una educación.

Cuando decimos educación, no nos referimos a ir al colegio. ¿Qué clase de educación generalmente las personas obtienen allí? Cálculos, Shakespeare, órbitas planetarias, el proceso de ósmosis y la geografía de Australia.

Pero mientras todo eso pasa, tú todavía no sabes quién eres. No sabes por qué fuiste creado o para qué vives. Y si no te conoces a ti mismo, no sabes nada. El judaísmo dice: Obtiene una educación sobre la vida. Ponte en contacto con el ángel, el cual tú ya conoces profundamente dentro de ti. El ángel te enseñó cómo vivir la vida. Busca. ¿Para qué vives? ¿Para obtener un diploma? ¿Para estar establecido? ¿Para comprar una gran casa? ¿Esa es la meta de la vida? ¿Para eso fuimos creados?

La “E” del Judaísmo

Cuando decimos que Dios nos creó para tener placer, ¿estamos hablando de dos semanas de vacaciones después de un año de trabajo en la oficina?

Si lo que quieres es un placer duradero, busca cómo obtenerlo. El placer es vigorizante; aprende cómo obtenerlo.

El último punto es que Dios nos dio la Torá para enseñarnos sobre la vida; para mostrarnos cómo obtener placer.

¿Qué es la Torá?

Has escuchado descripciones variadas como ser: “La Ley; El Ritual; Los Mandamientos”. Pero ¿qué significa literalmente la palabra Torá? Quiere decir “instrucciones”. Por ejemplo: en Israel hoy en día “Torat Hanehigá” quiere decir instrucciones para conducir. La palabra Torá significa instrucciones.

Por 3500 años, en el libro de rezos que los Judíos usan todos los días, nos referimos a nuestra Torá como “Torat Jaím” – “Instrucciones de Vida”.

Cuando tienes hijos, haces lo mejor para inculcarles toda la sabiduría que tienes sobre la vida. Una y otra vez les dices: “Tienen que aprender a leer y escribir”. Ellos pueden decir: ¡Quién lo necesita! Yo voy a ser bombero”. Entonces tú tratas de explicarle: “¿Sabes? A veces vas a querer hacer un cheque o leer una carta”. Ellos te contestan: “Si yo seré un jugador de fútbol famoso, tendré siete secretarias que me la lean” Es más importante que practique mi deporte”. Entonces, ¿qué es lo que un buen padre hace? Tú (figurativamente) le pegas en la cabeza y le dices: “¡¡SIÉNTATE Y LEE Y ESCRIBE!!”.

Cualquier entendimiento que tengas sobre cómo obtener verdaderamente el mayor placer de esta vida, lo intentarás transmitir con mucho esfuerzo a tus hijos.

Nuestro Padre Celestial hace lo mismo. Él dio a Sus hijos instrucciones para vivir. Es una repetición de lo que el ángel nos enseñó. Instrucciones para ser felices. Eso es la Torá.

Toma el ejemplo de la mezuzá. Las personas a veces piensan que es un ritual. Si piensas que una mezuzá te protege de los fantasmas, entonces se transformará en un ritual. Pero si la abres y lees lo que está escrito, aprenderás cual es el placer más grande de la vida. Nuestro Padre Celestial nos ordenó poner la mezuzá en los marcos de nuestras puertas para que siempre recordemos el motivo por el cual vivimos. Bésala cuando entres y cuando salgas, pero no automáticamente, medita sobre lo que está escrito adentro. De esta manera, nunca perderás la senda de las metas de la vida.

Otra de las “instrucciones para vivir” es decir el Shemá. ¿Qué está escrito en el Shemá? Las metas de la vida. Lo decimos en la mañana y luego en la noche, para que siempre recordemos por qué vivimos y cuál es el mayor placer de la vida.

Las mitzvot no son rituales vacíos; ellas son herramientas para vivir. Cuando entendamos el significado que hay detrás de ellas, comenzaremos a ver qué herramientas poderosas son en nuestras vidas.

Recuerda:

La “A” del Judaísmo: El ángel nos enseñó todo lo que necesitamos saber. Es por eso que vamos a poder reconocer la verdad cuando la encontremos.

La “B” del Judaísmo: Dios nos creó para tener placer y es eso lo que queremos aprender a obtener.

La “C” del Judaísmo: No somos pecadores, cometemos errores. Nuestros errores nos impiden disfrutar de los placeres que queremos.

La “D” del Judaísmo: Para evitar cometer errores y para alcanzar nuestro potencial, necesitamos recibir una educación sobre la vida.

La “E” del Judaísmo: La Torá fue dada para enseñarnos sobre la vida. Para enseñarnos cómo ser felices. Cómo amar a la humanidad y cómo conectarnos con Dios.

 

 

Fuente:aishlatino.com

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