MARCELA LUBCZANSKI PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDIO MÉXICO
MICHAEL LEDEEN
Acaba de asumir el cargo un nuevo presidente en Italia, pero como el país sólo llega a las noticias cuando sucede algo malo o sensual—o ambos—la mayoría de los lectores al norte y occidente de los Alpes probablemente no habrán escuchado del nuevo jefe de estado del país. Su nombre es Sergio Mattarella, un político siciliano que anteriormente se desempeñó como un juez del tribunal constitucional luego de una serie de puestos ministeriales, y sus primeras palabras y acciones al asumir el rol, en gran medida ceremoniales, ya lo han alejado de la mayoría de sus homólogos europeos.
Al asumir el cargo, el Sr. Mattarella fue de inmediato a rendir sus respetos a las víctimas de la infame masacre de las Fosas Ardeatinas de marzo de 1944, donde fuerzas de la ocupación nazi asesinaron a 335 italianos en represalia por una operación partisana en Roma que mató a 33 soldados alemanes. Las víctimas italianas incluyeron a 75 judíos, muchos de los cuales fueron arrestados en las calles del viejo gueto.
Al igual que su predecesor, Giorgio Napolitano, el Sr. Mattarella tiene un origen político archi-tradicional, viniendo del ala izquierda del ahora difunto Partido Demócrata Cristiano. (El Sr. Napolitano fue una vez miembro del Partido Comunista). Pero nada en la biografía del Sr. Mattarella sugería que el nuevo presidente haría tan rápidamente una adopción pública de los judíos de Italia.
Más tarde, el Sr. Mattarella dio un discurso en el cual llamó a la comunidad internacional a colocar “todos sus recursos” en la lucha contra el terrorismo. “Nuestro país ha pagado muchas veces el precio por el odio y la intolerancia”, dijo el presidente. “Quiero recordar tan sólo un nombre: Stefano Taché, asesinado en el ataque terrorista cobarde contra la Sinagoga de Roma en octubre de 1982. Él tenía dos años de edad. Él era nuestro bebé, un bebé italiano.”
Es difícil imaginar a otro jefe de estado europeo dando tal discurso. Las palabras del Sr. Mattarella sin duda reflejan los sentimientos del Primer Ministro Matteo Renzi, un católico que ayudó en gran medida a la comunidad judía de Florencia cuando fue el alcalde allí. En cada puesta de sol, el Sr. Renzi iluminaría con luces la sinagoga florentina.
En lo que hace a política y cultura, Italia ha liderado hace mucho tiempo el camino para el resto del Continente, desde el Renacimiento al fascismo y al euro-comunismo, ese fermento dentro del Partido Comunista en la década de 1970 que se propagó a Francia y España. Las iniciativas italianas pueden indicar fuerzas de cambio que son más difíciles de ver en otras partes.
Al mismo tiempo, la pequeña población judía de Italia de 35000—comparada con medio millón de judíos en Francia, a pesar del tamaño similar de las poblaciones totales de los dos países—es decididamente más segura que sus correligionarios más numerosos en Francia e Inglaterra.
Teniendo menos confianza en su gobierno nacional, los judíos italianos se encargaron de su propia legítima defensa comenzando después de la Segunda Guerra Mundial. Tampoco ha habido nunca un movimiento antisemita masivo en Italia, gracias en parte a los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco, quienes han sido todos partidarios de los judíos.
Pero no es sólo en su tratamiento a los judíos que Italia está probando ser bastante in-europea. El país también ha sido generoso al apoyar las actividades anti-terroristas occidentales en el Medio Oriente, especialmente de parte de los kurdos en su guerra contra el Estado Islámico. En agosto, Roma envió 30 toneladas de armas y municiones al Kurdistán, junto con muchos cientos de personal de entrenamiento y asesores. Durante una visita el 11 de febrero a Erbil, la capital de la región del Kurdistán iraquí, el Alm. Luigi Manetelli, jefe del estado mayor del ejército de Italia, prometió además entregar un helicóptero militar, 30 entrenadores adicionales, y un nuevo envío de ametralladoras y otras armas.
Y cuando los alemanes y los franceses siguen capitulando ante el aventurismo de Rusia en Ucrania, aviones italianos interceptaron en enero aviones de guerra rusos sobre el norte de Europa y los escoltaron fuera de territorio de la unión Europea.
Cabe decir que los líderes europeos pueden también ser muy decepcionantes. Federica Mogherini, por ejemplo, actualmente jefe de política exterior de la Unión Europea, ha sido tan complaciente con Rusia e Irán como su predecesora, Catherine Ashton.
Pero en vista de cuántos líderes europeos han eludido históricamente la cuestión del antisemitismo y han estado evitando cautelosamente el enfrentamiento con Vladimir Putin, es refrescante ver al menos a un país europeo dispuesto a enfrentar los principales problemas de nuestros tiempos.
*El Sr. Ledeen es un académico en la Fundación para la Defensa de las Democracias.
Fuente: The Wall Street Journal
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