Pregunta: ¿Tengo la obligación de beber bebidas alcohólicas en Purim?
En Purim, no se trata de beber alcohol. En Purim, se trata de estar embriagado de genuina felicidad.
Tradicionalmente, los judíos celebraron esta festividad bebiendo un poco de vino extra durante la comida de Purim. Si con ese poquito de vino, ya te sientes embriagado, entonces, esa es la forma prescripta para hacer la mitzvá. Sin embargo, si lo único que logras con beber es sentir náuseas o hacer tonterías, entonces, no lo hagas, ya que eso va en contra de todo el significado de Purim[1].
Si tienes planeado conducir o si sabes que al beber te vas a meter en cualquier clase de problemas, entonces, el alcohol es en ese caso como jugo de cerdo[2].
Entonces, ¿por qué siempre se habla de beber en Purim? ¿Por qué Purim es no solo una fiesta alegre, sino que es una total y absoluta locura?
La historia, sencillamente, es la siguiente: Hace dos mil quinientos años, los judíos de Shushán estaban locos de dicha. Y no hablamos de una simple alegría, sino de una celebración masiva, explosiva y espontánea que nadie había experimentado con anterioridad desde que Adán y Eva estuvieron en el Jardín del Edén. Es por eso que ellos quisieron que, en todas las generaciones, los judíos experimentaran esa misma celebración bulliciosa que sintieron ellos en ese momento.
¿Por qué ellos sintieron esa alegría tan embriagadora? En un principio, porque finalmente se habían librado de los matones antisemitas enviados por Hamán, que los habían estado acosando un año entero. Pero el tema era algo mucho más profundo. En segundo lugar, la alegría era porque se habían enfrentado a un tremendo desafío y lo habían superado con gran éxito.
Ocurría que esa era la primera vez que los judíos habían experimentado, como una nación exiliada, lo que era el antisemitismo. Habían sido seleccionados para ser perseguidos de entre todos los otros pueblos conquistados por Persia, porque ellos eran… bueno… cómo decirlo… diferentes. Cualquiera de ellos hubiera podido salvarse de la persecución y de la amenaza de aniquilación decidiendo, solamente, no ser diferente. Diciendo “Ey… yo soy solamente un ciudadano persa. Hablo persa. Como comida persa. Hago lo que hacen los persas. Adoro a los ídolos persas. Muy simple. Como suele decirse: ¿Para qué vas a enfrentarte al enemigo, cuando puedes unírtele?
¿Y por qué no deberían haberse unido a ellos? Ellos ya habían sacado todo el botín de la Tierra Prometida. Y el profeta Jeremías les había dicho que el exilio iba a durar setenta años. Entonces, lo que ocurrió fue que contaron los setenta años, y todos calcularon que ya se habían completado. Y todavía estaban en el exilio.
Incluso, lo peor de todo era que solamente unos años antes habían empezado a regresar y a reconstruir Jerusalén, acatando el decreto real. Y entonces, apenas un año más tarde, todo el proyecto se canceló por el decreto de un nuevo rey.
¿Sabes lo que se siente cuando ya se empieza a ver la luz al final del túnel y de repente esa luz se apaga? ¿Cómo te sentirías si esa luz resulta ser una locomotora viajando en tu dirección a toda velocidad?
Esa era exactamente la sensación que todos tenían en ese momento. Toda la nación se encontraba bajo la amenaza de destrucción, extinción y total aniquilación. Y a Di-s no se lo encontraba por ninguna parte. Quizás, la reacción instintiva más simple de esos judíos hubiera sido: “Él nos abandonó, así que ¿por qué no lo vamos a abandonar nosotros también a Él?”.
Pero no lo abandonaron. Todos los judíos, hasta el último, se puso de pie y dijo: “¡Yo soy judío y estoy muy orgulloso de serlo! ¡Que Hamán y sus matones hagan lo que quieran! ¡Yo nací judío y moriré judío!”.
Como podrás imaginarte, todo ese año el pueblo estuvo sumamente tensionado. Pero justo en ese momento, se inició una tremenda guerra civil en la que los matones de Hamán atacaron con todas sus fuerzas y ¿cuál fue la respuesta del pueblo judío? ¡Los judíos contraatacaron y se salvaron en forma milagrosa! ¡Se dieron cuenta de que el Di-s de Israel estaba de su lado! Entonces, destaparon el champagne y se pusieron a celebrar locos de alegría.
En más de una forma, Purim fue como el segundo nacimiento del pueblo judío. La primera vez que nacieron fue al pie del Monte Sinaí, cuando oyeron que Di-s les decía: “Yo soy su Di-s, ustedes son mi pueblo. Ahora bien, esto es lo que tienen que hacer…”.
Lo cierto es, que en ese momento, no tenían muchas opciones. Quiero decir que acá tenían frente a ellos a un Di-s que acababa de liberarlos de la esclavitud en medio de milagros fantásticos y prodigios de alta tecnología, que les había enviado pan desde el cielo y agua de una roca. Y que los estaba eligiendo a ustedes para que fueran Su pueblo, y además, les prometía una tierra de leche y miel. ¿Quién podía rechazar semejante propuesta[3]?
Esta segunda ocasión fue el verdadero nacimiento, el verdadero lazo de los judíos los unos con los otros y con su Di-s. Porque esta vez, tenían todas las excusas para escabullirse y no lo hicieron. Esta vez, era de verdad.
De allí, que Purim se celebre con tanta euforia. Cuando la nación judía nació por primera vez, también, todos se sintieron eufóricos. Se dice que con cada palabra que pronunció Di-s, las almas de los judíos se fueron volando. Y hubo que designar a ángeles especiales para que cada vez les metieran el alma de nuevo en el cuerpo. Si así fue la primera vez, podrás imaginarte la euforia que sintieron cuando nacieron, de verdad, la segunda vez. Los judíos de Shushán querían que nosotros también sintiéramos cada año en esa fecha esa misma euforia, ese mismo éxtasis, ese tremendo júbilo, esa inmensa dicha.
Pues bien, entonces la pregunta es cómo vas a llegar a sentir eso. Tú tienes tus propias preocupaciones colgándote del cuello que te atan y te sujetan a la tierra. Tienes que hacer algo para liberarte de las ataduras. Necesitas estar libre para poder volar en la dicha extasiada y totalmente sin ego que ellos sintieron en ese momento.
En el Talmud, Rava da el siguiente consejo para trascender el ego: “La persona tiene que emborracharse en Purim hasta que no pueda distinguir entre ‘maldito es Hamán’ y ‘bendito es Mordejai’”[4].
Eso funciona con algunas personas, especialmente con aquellos que ya de por sí tienen su judaísmo bien alto. Como se suele decir: “Donde entra el vino, salen los secretos”[5].
El ser secreto de algunas personas es algo muy sagrado. Pero el resto de nosotros, en fin, todos conocemos nuestros propios secretos.
Por suerte, existen otras alternativas[6]. Y bastante buenas. Sin olvidarte de que tienes que: a) dar regalos a dos pobres, b) dar un paquete con comida a un amigo y c) celebrar un banquete de Purim (con unos cuantos lejaim), he aquí varias metodologías de avanzada para poder celebrar un extraordinario Purim:
- Ponte una nariz roja brillante, una peluca violeta con rulitos y una sonrisa lunática. Y así disfrazado ve a visitar un asilo de ancianos o un hospital y haz todas las tonterías que se te ocurran para alegrar a toda esa gente que está sola. No hay forma de que se enteren de quién es en verdad este loco. Pero si vas a visitar la guardia psiquiátrica, asegúrate de que una vez que termines, tengas por dónde salir.
- Contrata a un payaso y ofrécele ser su compinche. Ve con él a la guardia infantil del hospital de tu zona. Lleva una bolsa llena de chupetines. Actúa como loco.
- Llena un carrito de compras con provisiones para toda una familia. Ve a visitar de sorpresa a alguna familia de inmigrantes que no tiene trabajo y que no puede pagar el alquiler. Llénales la heladera de productos y escríbeles un cheque para que puedan pagar el alquiler. Déjales a los chicos algunos juguetes[7].
- Llama a tus hijos, pónganse todos disfraces de Purim y vayan por el barrio durante todo el día distribuyendo paquetes de Purim (mishloaj manot) a los vecinos judíos que no conocen esta costumbre. Háganlo hasta que se caigan de cansados en el sofá al final del día. Hagan esto mismo dos años seguidos y van a transformar todo el barrio.
Estoy seguro de que si te pones a pensar, se te van a ocurrir muchas formas más. O tal vez, no conviene que uses la cabeza. En ocasiones como esta, a veces, conviene perder un poco la cabeza. Siempre de forma correcta[8].
Notas al pie de página
[1] La evidencia de que no tienes obligación de beber proviene de Rabí Yehuda Bar Ilai, el sabio de la Mishná. Rabí Yehuda enseñó que tenemos el deber de beber cuatro copas de vino en el Seder de Pesaj, incluso, si nos hace sentir mal. Él dijo respecto de sí mismo que él bebía las cuatro copas, a pesar de que se sentía tan mal que después no podía beber vino hasta 52 días más tarde, o sea, en Shavuot. Por lo tanto, parecería que, tal como señalan aquellos que se ocupan de la halajá (Shela, Shaarei Teshuva), no es posible que haya bebido vino en Purim, ya que entonces no iba a poder beber vino en Pesaj, que es solamente 30 días más tarde. Esto se cita como prueba de que en Purim, a diferencia de Pesaj, el acto de beber en sí mismo no es una mitzvá. Sí existe la mitzvá de emborracharse, pero hay otras formas de hacerlo, como veremos a continuación.
[2] En las palabras del Orjot Jaim, citado por Beit Yosef (Oraj Jaim 695: 2), “Estar completamente borracho es algo absolutamente prohibido. No hay pecado más grande que ese, pues conduce al adulterio, al derramamiento de sangre y a muchos otros pecados. Más bien, uno debería beber solamente un poco más de lo que está acostumbrado”. Y he aquí a Maimónides, refiriéndose a la bebida en las demás fiestas: “Cuando uno come y bebe en un festividad, no deberá dejarse ir por el vino y la risa y la frivolidad, diciendo que cuando más bebe, etc., más grande es la mitzvá de alegrarse en la festividad. Porque la borrachera y la risa y la frivolidad en demasía no son verdadera alegría, sino un comportamiento estúpido o salvaje. Se nos ordenó alegrarnos, porque esta es una forma de servir al Creador de todas las cosas, tal como está escrito (Deuteronomio 28: 47): ‘Porque no serviste a Hashem tu Di-s con alegría y con buen corazón cuando tenías todo’. Esto nos enseña que debemos servir a Di-s con alegría. Pero es imposible servirlo en medio de burlas, frivolidades y borrachera” (Mishné Torá Hiljot Yom Tov 6: 20).
[3] Véase Talmud Shabat 88a, donde los rabinos afirman que fue por absoluta coerción. Incluso, dicen que la aceptación de la Torá en el Sinaí fue algo totalmente incierto debido a este tecnicismo legal, de no ser por la auténtica y absolutamente voluntaria aceptación en Purim.
[4] Talmud, Meguilá 7b. Citado como la halajá en Shulján Aruj, Oraj Jaim 695: 2.
[5] “Vino”, iain, y “secreto”, sod, tienen el mismo valor numérico en hebreo (guematria).
[6] Maimónides (Mishné Torá Hiljot Meguilá ve Janucá 2: 15) provee esta opción: “¿Cuáles son los deberes de la persona en esta festividad? Uno debe comer carne y preparar un gran banquete de acuerdo con las propias posibilidades. Uno debería beber vino hasta que se emborrache y se quede dormido en su estupor”.
[7] Una nota final de Maimónides, cerca del final de las leyes de Purim (2: 17): “Es mejor que la persona aumente sus regalos a los pobres en Purim que agrande su banquete de Purim y sus regalos de comida a sus amigos. Porque no hay más grande y más bella celebración que alegrar a los pobres, a los huérfanos, a las viudas y a los inmigrantes. Aquel que alegra el corazón de estas pobres personas se parece a la Presencia Divina, tal como dice el profeta (Isaías 57: 15): “Revivir el espíritu de los oprimidos y revivir el corazón de los contritos”.
[8] Sobre todo, lo que dice arriba, véase Likutei Sijot tomo 31 página 177.
[P1]
Aclarar a quién se refiere con “ellos” porque puede haber lugar a confusiones.
[P2]
Corroborar si esta es la bebida adecuada para esa época y ese lugar.
#Purim
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