MAGDALENA RUIZ GUIÑAZÚ
La diputada por Unión-Pro recuerda la última charla que tuvo con el fiscal Nisman y considera su muerte como una de las investigaciones más difíciles de la democracia argentina. Críticas al acuerdo con Irán y al encubrimiento en la causa AMIA. Dudas en torno a la rapidez con que Rafecas desestimó la denuncia contra Cristina Kirchner.
Cuando conversamos con Patricia Bullrich (diputada nacional por Unión-Pro) apenas habían transcurrido unas horas desde que el fiscal Gerardo Pollicita apelara la decisión del juez Daniel Rafecas desestimando la denuncia de Alberto Nisman contra la Presidenta por encubrimiento en el caso AMIA.
— ¿Qué consecuencias podemos esperar de todo esto? –quisimos saber mientras la tarde se volvía sofocante.
—La apelación de Pollicita –reflexiona la diputada Bullrich– contiene tres o cuatro principios fundamentales: desde el comienzo de la investigación planteamos que, si hay una denuncia, y esta denuncia está hecha con cierta rigurosidad y existen hechos como para abrirla o cerrarla, se necesitan ciertas medidas preparatorias previas. Pollicita pregunta entonces a Rafecas: ¿por qué la cerró sin siquiera tomar ninguna de esas medidas y generando así una especie de cierre casi automático de la causa? Además, Pollicita discute muchos de los principios que plantea Rafecas, sobre todo respecto del tema del encubrimiento. Rafecas dice: “Como no se hizo, ¡no hubo encubrimiento!” Es lo mismo que decir: “Quise matar a alguien pero el tiro no salió”. Bueno, si el tiro no salió, ¿hay tentativa o no? Me parece que allí hay un argumento que Rafecas trata rápidamente y que Pollicita insiste en preguntar. En la solicitada que esta semana publicó el Gobierno hay también un tema que considero central: la confusión que se produce (me parece que adrede) entre la causa AMIA y la causa de encubrimiento. La causa AMIA es la causa central que investigaba Nisman en la Unidad Fiscal AMIA, y en esa causa que Nisman siente que quieren clausurar o desaparecer a través del memorándum con Irán Nisman prepara (y esto él mismo me lo cuenta en el mes de agosto) una serie de documentos para presentar en un organismo internacional que ahora me entero de era el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para intentar traer compulsivamente a los iraníes a un juicio en la Argentina. Entonces, cuando la Presidenta habla de esos documentos y habla de “Nisman versus Nisman” no recuerda que tenían como objetivo lograr que la causa AMIA saliera del letargo en el que había entrado producto del memorándum con Irán. El memorándum con Irán “plancha” la causa y Nisman quería justamente darle una nueva vitalidad… Por otra parte, el memorándum con Irán ya es una pieza tenebrosa. Es muy importante recordar que Rafecas dice que el gobierno argentino fue siempre coherente en sus políticas de defensa de la AMIA y acusaciones hacia Irán. Y esto es una gran mentira.
— ¿Por qué no me lo amplía?
—Mire, la Argentina fue coherente hasta el año 2012, cuando el entonces embajador en las Naciones Unidas, Jorge Argüello (que siempre se levantaba de su sitial cuando Ahmadinejad tomaba la palabra y pronunciaba aquellos discursos contra el Holocausto), se quedó sentadito mientras los demás delegados se fueron; y esto era porque ya se estaba negociando un memorándum con Irán. Entonces ¡no es verdad lo que dicen Rafecas y la solicitada acerca de que hubo una línea coherente por parte del gobierno argentino! ¡El gobierno argentino cambió su política hacia Irán en 180 grados! Este dato es fundamental: y cuando firman el memorándum, esta Comisión de la Verdad lo que quiere es que se construya una verdad por encima de los hechos y las pruebas que había construido la Justicia argentina. Parece que para la presidenta de la Nación no eran suficientemente importantes. –La diputada Bullrich subraya con énfasis–: Era más importante armar una comisión (a la cual llaman
¡Comisión de la Verdad!). Es como si un presidente norteamericano se hubiera sentado con Bin Laden y le hubiera propuesto armar una Comisión de la Verdad para saber quiénes tiraron abajo las Torres Gemelas.
— ¿Es por esta indignación que usted, el domingo pasado, en la apertura del período de sesiones, le gritó a la Presidenta: “¡No ataque a una persona que no se puede defender porque está muerta!”?
—Es verdad, pero sentí que la Presidenta, en algún momento, comenzó con una agresión muy fuerte. Primero nos dijo “estúpidos” con el tema de China y luego comenzó a agredirnos, también a Nisman, a la Justicia, y ahí sentí que, si bien mi voz no iba a oírse en el recinto, yo tenía que hacerme escuchar. Era un gesto de rebelión por la falta de respeto hacia Nisman, que está muerto y no se puede defender.
— ¿Y cómo analiza la respuesta del doctor Lorenzetti, ayer, al inaugurar el año judicial?
—Me parece bien que haya respondido, uno por uno, los temas que la Presidenta dejó flotando en el aire. Las definiciones que hizo la Presidenta sobre la Embajada de Israel son una barbaridad. En primer término porque la Embajada de Israel tuvo una investigación y desde el punto de vista formal de nuestro derecho liberal donde se juzga a las personas, ¡claro!… Juzgar a una organización como Hezbollah y no poder traer quizás a las personas… uno puede decir “no es cosa juzgada”, pero, desde la investigación, el hecho ¡sí está terminado! La Presidenta no puede desconocer esto y decir que la embajada es territorio israelí cuando las embajadas están situadas en otro país y son custodiadas por ese país.
—Si no recuerdo mal, incluso la terrible explosión daña el caño maestro de Obras Sanitarias de la calle Suipacha…
—Daña efectivamente el caño maestro y muere gente que estaba caminando por la calle… Entonces, lo que dice la Presidenta tiene, desde mi punto de vista, un carácter antisemita porque dice “que vengan los israelíes a investigar”, y me pregunto ¿qué quiere decir esto? Si mañana (y Dios no lo quiera) una embajada argentina fuera atacada en alguna parte del mundo, ¿qué haría la Presidenta? Bueno, pedirles a las autoridades de ese país que investiguen lo ocurrido con la embajada argentina. Sería lo correcto. Por eso me parece que esto tiene como una confusión de hipótesis.
—Volviendo al discurso del doctor Lorenzetti, cuando dice “el Poder Judicial debe poner límites”, esas palabras provienen de una extensa reflexión. No son improvisadas, pero se agudizan con la muerte de Nisman.
—Estos últimos años hemos vivido un intento (por parte del Gobierno) de construir un concepto particular y original de democracia. Un concepto donde la democracia es la dictadura de las mayorías, donde (si lo decide la mayoría) algo tiene que ser aceptado por todos y donde, también, una ley no puede ser anticonstitucional aun cuando un juez avance sobre su inconstitucionalidad. Hay también un intento de cambio del sistema republicano de división de poderes y esto, nosotros como diputados, lo hemos visto en muchas oportunidades. Por ejemplo, cuando se prohíben medidas cautelares contra el Estado, cuando se convalida una Justicia con extrema politización… Todo esto llevado como una especie de configuración de una democracia antirrepublicana e, insisto, ¡una democracia de dictadura de mayorías! Y Lorenzetti lo dice: “Señora Presidenta, el poder es limitado, y esto ocurre desde la Revolución Francesa o desde la revolución americana: el poder ilimitado terminó con los absolutismos. ¡Si el poder no es limitado siempre termina mal!”. Lorenzetti lo dice claramente: “El Poder Judicial no va a dejar de ejercer su autoridad ni se va a dejar presionar porque usted se enoje y diga lo que diga”. Me parece perfecto, y desde nuestro humilde lugar de diputados siempre habremos de plantearlo aunque esto nos genere menos votos.
Mientras conversamos, el tránsito de Buenos Aires es tan intenso y complicado como siempre, y con este rumor de fondo la diputada Bullrich recuerda las circunstancias que rodearon la muerte del fiscal Nisman:
—La verdad es que no me gustaría estar en el lugar de la fiscal Fein, a quien le ha tocado una de las investigaciones quizás más difíciles que se hayan dado en la democracia argentina. Y todo el primer momento en el que hay una confusión… En realidad no sabemos cuántas pruebas quedaron. Pero incluso antes de eso creo que hay una situación (desde la perspectiva de la investigación) que debería ser un foco muy fuerte… Y me refiero a las horas (desde que se cree que murió el fiscal Nisman) hasta el momento en el que entra la madre del fiscal. A lo largo de esas horas se puede haber cambiado todo. Y ahí es donde la custodia (que debería haber reaccionado temprano) no reacciona y deja que pasen horas y horas sin saber absolutamente nada de una persona que debería haber sido la persona más cuidada del país y a la que le faltaban pocas horas para presentarse ante el Congreso de la Nación. Allí me parece que hay como un pozo ciego… Fíjese, desde el momento de la muerte hasta las diez de la noche, creo que en esas horas, un experto puede cambiar todo…
—Y hay algo inexplicable: si, a través de una puerta entreabierta, se ve a una persona en un charco de sangre, ¿cómo saber si está viva o muerta? ¿Cómo no se tiró la puerta abajo por lo menos para registrar si a esa persona aún le latía el pulso?
—Sí. Es una situación en la que todavía no todo está claro. ¿Por qué las personas actúan de una u otra manera? En ese sentido prefiero no opinar demasiado porque creo que es importante que lo expliquen frente a la fiscal Fein y el juez Manuel Decampo, que se hallaba también en el departamento. Son ellos los que habrán investigado esto y tendrán que aclararlo en el expediente. Prefiero, entonces, esperar la resolución para no cometer una intromisión fuerte en una causa que está en plena ejecución.
—Estamos en un año electoral, pero en la calle la gente más bien se pregunta con temor: si esto le ocurre a un fiscal de la república, ¿qué puede pasarme a mí? Hay en la calle una sensación de desprotección y varias preguntas: ¿en manos de quiénes estamos? Como legisladores, ¿también lo advierten así?
—Es un tema muy importante. Hasta mediados de diciembre (a casi doce años de gestión kirchnerista) nunca nadie dijo que los servicios de inteligencia argentinos estaban en negocios, que no eran creíbles, que hacían operaciones… Entonces, de golpe, pasamos de los mejores servicios de inteligencia del mundo a servicios de inteligencia que son una especie de cloaca.
— ¿Usted decía recién “a mediados de diciembre…”?
—Sí. Es cuando se desplaza a Stiuso de la Secretaría de Inteligencia. Esto ocurre un mes antes de la muerte de Nisman. También se desplaza a Icazuriaga y a Larcher. Ese desplazamiento y el cambio en la ley de inteligencia (que fue casi insignificante) demuestra esta realidad kirchnerista: todo está perfecto hasta que, de golpe, no se cumplen órdenes y la realidad se convierte en la peor del mundo. Entonces nos venimos a enterar de que estos servicios de inteligencia, después de 12 años de gobierno, reitero: ¡son los peores del mundo!
Y hoy, entonces, estamos totalmente desprotegidos. No tenemos servicio de inteligencia. Estamos en una situación de total indefensión dentro de un mundo muy complejo. ¿Qué respuesta tenemos los argentinos frente a esto? ¿Cómo no va a haber miedo si un fiscal muere como muere? Se dice ahora que los servicios de inteligencia argentinos están totalmente infiltrados cuando, sin embargo, ¿estuvieron al servicio del Gobierno durante todos estos años? Entonces, insisto ¿cómo no va a haber miedo en el ciudadano común?
—Habló con el fiscal Nisman aquella tarde del sábado antes de su muerte, ¿no es cierto? ¿Qué impresión le causó? ¿Hablaron de temas generales?
—Sí, en esa tarde de sábado estábamos preparando la llegada del fiscal Nisman al Congreso el día lunes. Durante todo aquel día se había producido un bombardeo de parte del oficialismo. Incluso, Diana Conti anunciaba “¡vamos a ir con los tapones de punta!”, etc. Esteche (el hombre de Quebracho) había manifestado que también iría. Además, estaba imputado justamente por Nisman. Habían dicho que iban a hacer un campamento y que yo no podría manejar la reunión. Nosotros pensábamos, en cambio, en una reunión reservada (a pedido del propio Nisman) porque se iba a tratar información de inteligencia.
Me llama entonces Nisman y me pregunta: “¿Y qué pasa con todo esto? ¿Qué seguridad hay para la reunión?” (Se refería a la reunión que se iba a hacer en la Comisión de Legislación Penal, que yo presido, aquel lunes 19 de enero a las 15). Nosotros pensábamos ir a buscar a Nisman. Somos un bloque minoritario en el Congreso, pero le dije: “Quédese tranquilo. Esteche no va a entrar a la Comisión. No lo voy a permitir. Será una comisión sólo para diputados…” Pero Nisman me insistió: “Dicen que no los van a dejar entrar, que con los tapones de punta, etc.”. Fui muy franca y le repito las palabras exactas que le contesté: “Mire, alguna puteada puede haber porque estas cosas pasan, pero más que eso no va a ocurrir”.
La diputada Bullrich recuerda en silencio aquellos momentos. Y luego, con franqueza, explica:
— ¿Se da cuenta de que yo esto lo dije el sábado por la tarde? Me corre frío al recordarlo… El domingo, Nisman estaba muerto… Yo no lo podía creer. Ingenuamente había pensado que lo máximo que podía pasar en la Argentina eran insultos a la entrada del Congreso… Y ésa fue nuestra última charla… Nisman era una persona que estaba pensando en los detalles organizativos del día lunes.
Fuente: perfil.com
#CasoNisman
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