Ésa es la importación más grande del rol dominante que están desempeñando Irán y sus representantes milicianos chiítas en la ofensiva militar para recuperar territorio del Estado Islámico, o ISIS. La primera batalla es sobre la ciudad de Tikrit, de mayoría sunita y, aunque el ejército iraquí está desempeñando un rol, las fuerzas dominantes son milicias chiítas provistas y coordinadas desde Irán. Esto incluye a las Brigadas Badr que las tropas estadounidenses combatieron tan duro para derrotar en Bagdad a lo largo del año 2007.
Las milicias chiítas están siendo organizadas bajo una nueva oficina del gobierno iraquí liderada por Abu Mahdi Mohandes, un iraquí con vínculos cercanos con Irán. El Sr. Mohandes está trabajando estrechamente con el funcionario militar más poderoso en Irán e Iraq—el general iraní Qasem Soleimani, el jefe de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria. La agencia oficial de noticias de Irán confirmó la semana pasada informes de los medios de comunicación occidentales de que el General Soleimani está “supervisando” el ataque contra el Estado Islámico.
Éste es el mismo general que ayudó a la insurgencia contra las tropas estadounidenses en Iraq. Los agentes de la Fuerza Quds suministraron los artefactos explosivos improvisados más avanzados que podían penetrar los blindajes y fueron los más letales en Iraq. Un ex general estadounidense que sirvió en Iraq estima que Irán fue responsable por, aproximadamente, un tercio de las bajas de Estados Unidos durante la guerra, lo que significaría cerca de 1,500 muertos.
El Sr. Soleimani declaró hace poco que están “terminados” los días del Estado Islámico en Iraq, agregando que Irán liderará la liberación de Tikrit, Mosul y, después, toda la provincia de Anbar. Aunque éste es un alarde que busca disminuir el rol de otros países, especialmente los Estados Unidos, revela las ambiciones de Irán, una vez que el Estado Islámico sea expulsado de la provincia de Anbar. La ironía es que los críticos se quejaron hace mucho tiempo de que la invasión a Iraq liderada por Estados Unidos en el año 2003 creó una apertura estratégica para Irán; sin embargo, durante el año 2007 derrotó a las milicias chiítas y ayudó a los jeques tribales sunitas a expulsar a Al Qaeda de Anbar. Las fuerzas estadounidenses proporcionaron un equilibrio áspero mientras permanecieron en Iraq durante el año 2011 pero una vez que partieron bajo las órdenes del Presidente Obama, el gobierno de Iraq se inclinó nuevamente ante Irán y contra la minoría sunita.
El aumento militar de Irán es ahora posible debido al vacío creado por la falla de Estados Unidos en desplegar tropas terrestres o concentrar una coalición de fuerzas de los estados sunitas circundantes para combatir al Estado Islámico. Con ISIS en marcha el año pasado, los iraquíes desesperados, e incluso los kurdos, recurrieron a Irán y al General Soleimani en busca de ayuda. Los ataques aéreos estadounidenses han sido cruciales para sacar de circulación a fuerzas del Estado Islámico pero Irán está ganando terreno.
Las consecuencias estratégicas de este avance iraní son enormes: Irán ya tenia influencia política sobre la mayoría del sur chiíta de Iraq; sus milicias ahora pueden tener la capacidad de controlar gran parte de la provincia de Anbar dominada por los sunitas, especialmente si usan el caos para matar a los sunitas moderados. Irán está creando esencialmente un arco de dominación desde Teherán, pasando por Bagdad y Damasco, hasta Beirut, sobre el Mediterráneo.
Este avance es aún más sorprendente porque está ocurriendo con apoyo tácito de Estados Unidos en medio de la hora de la verdad en las conversaciones nucleares entre este país e Irán. El General Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, compitió la semana pasada con el alarde anti-ISIS del General Soleimani, promoviendo el bombardeo estadounidense pero esta semana llamó a las “actividades” militares iraníes contra ISIS “algo positivo.” Los funcionarios civiles de Estados Unidos están oficialmente callados o son partidarios en privado de Irán.
Aún cuando el Estado Islámico debe ser destruido, su reemplazo por una soberanía chiíta de Irán no llevará a la estabilidad. El deseo de Irán de dominar la región fluye desde su tradición de imperialismo persa, agravada por su celo revolucionario posterior a 1979. Esta semana eligió a un clérigo intransigente, el Ayatollah Mohammad Yazdi, para elegir al próximo Líder Supremo de Irán.
La mejor forma de derrotar al Estado Islámico sería que Estados Unidos reuniera una coalición de iraquíes, kurdos y países sunitas vecinos para minimizar el rol de Irán.
Tal fuerza sunita primero revertiría a ISIS de Ira y luego atacaría a ISIS y al gobierno de Assad en Siria. El último objetivo en particular cumpliría con la prueba de Turquía para participar pero la administración de Obama se ha negado para no molestar a Irán.
El resultado es que un enemigo de Estados Unidos con sangre estadounidense en sus manos está dando un paso gigante en vías a convertirse en la potencia dominante en el Medio Oriente.
Fuente: The Wall Street Journal.
Traducción: Marcela Lubczanski.
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