MICHAEL DOUGLAS
El verano pasado nuestra familia fue al sur de Europa en vacaciones. Durante nuestra estadía en el hotel, nuestro hijo Dylan fue a la piscina. Poco tiempo después vino corriendo de regreso a la habitación, molesto. Un hombre en la piscina había comenzado a decirle insultos.
Mi primer instinto fue preguntar, ¿”Te estabas comportando mal?”
“No,” me dijo Dylan entre lágrimas.
Lo observé. Y de pronto tuve una visión horrible de lo que podría haber causado la indignación del hombre: “Dylan estaba llevando una Estrella de David”.
Después de calmarlo, fui a la piscina y pedí a los asistentes que me señalaran al hombre que le había gritado. Nosotros hablamos. No fue una discusión placentera. Después, me senté con mi hijo y le dije: “Dylan, acabas de tener tu primer contacto con el antisemitismo.”
Mi padre, Kirk Douglas, nacido Issur Danielovitch, es judío. Mi madre, Diana, no lo es. Yo no tuve ninguna crianza religiosa formal de ninguno de ellos, y los dos hijos que tengo con Catherine Zeta-Jones son como yo, creciendo con un padre que es judío y una madre que no lo es.
Hace muchos años, Dylan, a través de sus amigos, desarrolló una conexión profunda con el Judaísmo, y cuando él comenzó a ir a la escuela hebrea y a estudiar para su bar mitzvah, yo comencé a reconectarme con la religión de mi padre.
Aunque algunos judíos creen que no tener una madre judía no me hace judío, yo he aprendido de la forma difícil que los que odian no hacen tan finas distinciones.
La experiencia de Dylan me recordó mi primer encuentro con el antisemitismo, en la escuela secundaria. Un amigo vio a alguien judío caminando, y sin ninguna provocación me dijo confiadamente: “Michael, todos los judíos engañan en los negocios.”
“¿De qué estás hablando?” dije.
“Michael, vamos,” respondió. “Todos saben eso.”
Con poco conocimiento de lo que significaba ser un judío, me encontré defendiendo en forma apasionada al pueblo judío. Ahora, medio siglo más tarde, tengo que defender a mi hijo. El antisemitismo, he visto, es como una enfermedad que está dormida, estallando con el siguiente disparador político.
En mi opinión, hay tres razones por las que el antisemitismo está reapareciendo ahora con nuevos bríos.
La primera es que históricamente siempre se hace más virulento, cada vez y siempre que la economía está mal. En un tiempo en que está creciendo la disparidad de ingresos, cuando cientos de millones de personas viven en pobreza abyecta, algunos encuentran a los judíos como un chivo expiatorio conveniente en vez de mirar la verdadera fuente de sus problemas.
Una segunda causa del antisemitismo se deriva de un odio irracional y fuera de lugar hacia Israel. Demasiadas personas ven a Israel como un estado de apartheid y culpan a las personas de una religión entera por lo que, en verdad, son decisiones políticas nacionales internas. ¿Alguien realmente cree que las víctimas inocentes en ese negocio kosher en París y en ese bar mitzvah en Dinamarca tuvieron algo que ver con las políticas israelíes-palestinas o la construcción de asentamientos a 2000 millas de distancia?
La tercera razón es simple demografía. Europa es ahora hogar para 25 a 30 millones de musulmanes, dos veces la población judía entera del mundo. Dentro de cualquier comunidad religiosa así de grande, habrá siempre una franja extremista, personas que son radicalizadas e impulsadas con odio, mientras rechazan lo que todas las religiones tienen que predicar — respeto, tolerancia y amor. Ahora estamos viendo los efectos amplificados de ese elemento pequeño y radicalizado. Con internet, su virus de odio puede ahora acelerarse de nación en nación, ayudando a alimentar el nuevo antisemitismo epidémico de Europa. Es hora que cada uno de nosotros hable contra este odio.
Hablar es la responsabilidad de nuestros líderes políticos. El primer ministro francés, Manuel Valls, ha dejado en claro que el antisemitismo viola la moralidad y espíritu de Francia y que los actos violentos de antisemitismo son un crimen contra todo el pueblo francés que debe ser enfrentado, combatido y detenido. El desafió a su nación a decir al mundo: Sin sus judíos, Francia ya no sería más Francia.
Hablar es la responsabilidad de nuestros líderes religiosos, y el Papa Francisco ha utilizado su voz poderosa para dejar en claro su posición y la de la Iglesia Católica, diciendo: “Es una contradicción que un cristiano sea antisemita. Sus raíces son judías. Que el antisemitismo sea proscripto del corazón y vida de todo hombre y toda mujer.”
En Nueva York, el Cardenal Timothy M. Dolan es muy conocido por construir un puente con la comunidad judía. Sus palabras y acciones y las del Papa son prueba de la reconciliación entre dos religiones importantes, un ejemplo inspirador de cómo puede ser superado un pasado lleno de persecución y hostilidad incrustada.
Es también la responsabilidad de los ciudadanos comunes emprender acciones. En Oslo, miembros de la comunidad musulmana se unieron a sus compatriotas noruegos para formar un anillo de paz en una sinagoga local. Tales acciones me dan esperanza — ellas envían un mensaje que juntos, podemos hacer frente al odio hacia el pueblo judío.
Así que ese es nuestro reto en el 2015, y todos nosotros debemos asumirlo.
Así que ese es nuestro reto en el 2015, y todos nosotros debemos asumirlo. Porque si enfrentamos el antisemitismo toda vez que lo vemos, si lo combatimos individualmente y como una sociedad, y utilizamos cualquier plataforma que tenemos para denunciarlo, podemos detener la propagación de esta locura.
Mi hijo es fuerte. Él es afortunado de vivir en un país donde el antisemitismo es raro. Pero ahora él también ha aprendido de los peligros que debe enfrentar como judío. Es una lección que desearía no haber tenido que enseñarle, una lección que espero él nunca tenga que enseñar a sus hijos.
Michael Douglas, actor/productor galardonado y mensajero de la paz de Naciones Unidas, recibió el Premio Génesis 2015, que honra a “personas excepcionales cuyos valores y logros inspirarán a la próxima generación de judíos.”
Fuente: Los Angeles Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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