Sarkozy gana las elecciones departamentales y frena el avance de la extrema derecha de Le Pen

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El Frente Nacional se disputa aún con el Partido Socialista el segundo puesto.

No es la primera vez (ni será la última) en la que los sondeos electorales se estrellan y los analistas políticos se columpian estrepitosamente. El Frente Nacional, el partido de extrema derecha al que prácticamente todas las encuestas daban como seguro vencedor en el primer turno de las elecciones departamentales que ayer se celebraron en Francia, no logró anotarse la victoria. La coalición entre el partido conservador que lidera Nicolas Sarkozy (el UMP) y los centristas dio la campanada y le chafó la fiesta a Marine Le Pen y compañía. En la sede del Frente Nacional, donde daban por cantado que ayer se haría oficial su título de primer partido de Francia, es casi seguro que no se descorchó ninguna botella de champagne.

Todas, absolutamente todas las proyecciones que se manejaban al cierre de los colegios electorales daban anoche el título de primer partido de Francia a la Unión por un Movimiento Popular, el partido conservador cuyas riendas lleva Nicolas Sarkozy. “Ha comenzado la alternancia, y ya nada la detendrá”, sentenciaba ‘Sarko’, en clara alusión a las elecciones presidenciales de 2017, en las que espera ser candidato y reconquistar el Elíseo.

El segundo puesto

Lo que faltaba por aclarar anoche era quién se colgaba la medalla de consolación de la segunda posición, esa que permite reconfortarse pensando que hay alguien que aún está peor: si el Frente Nacional de Marine Le Pen o el Partido Socialista de François Hollande. Según por ejemplo los datos del Instituto Ipsos/ Sopra Steria, la coalición de conservadores y centristas liderada por ‘Sarko’ habría arrasado con el 36% de los votos, mientras que los socialistas habrían resistido el temporal con un muy digno 28,5% y el Frente Nacional se habría frenado en el 24,5%.

Sin embargo, la proyección de Ifop daba a Nicolas Sarkozy y sus muchachos el 29,7% de los votos, al Frente Nacional el 26,4% y a los socialista de François Hollande el 20,9%. Y los datos del Instituto CSA, UMP-UDI no sólo daban también la segunda posición al partido de Marine le Pen (24,%) sino que a los socialistas les atribuían únicamente un bochornoso 19,7%, una cifra que de confirmarse sería apocalíptica. Pero para saber todo eso, para dilucidar el alcance de la derrota de los socialistas y el retroceso del Frente nacional respecto a las elecciones de mayo pasado (en las que sí que fue el partido más votado de Francia), habrá que esperar a tener los datos oficiales.

Al que le faltaba tiempo era al primer ministro, el socialista Manuel Valls, para hacer vox populi su alegría por el batacazo sufrido en cualquier caso por el Frente Nacional. A las 20.05, cuando sólo hacía unos minutos que habían cerrado los colegios electorales y se conocían los primeros datos, exultaba: “La extrema derecha no es el primer partido político en Francia, y yo me felicitó”. Y aprovechaba para hacer un llamamiento a los votantes del Partido Socialista y de UMP a apoyarse mutuamente para hacer un frente común contra el partido de Marine Le Pen el próximo domingo en la segunda ronda de las elecciones departamentales francesas, el equivalente a unas provinciales en España.

‘Una barrera contra la extrema derecha’

“Hago un llamamiento a todos los republicanos a hacer barrera contra la extrema derecha en la segunda ronda. Hago un llamado a todos a adoptar una posición clara”, añadía, en una advertencia claramente dirigida a Nicolas Sarkozy, que últimamente había incumplido el pacto no escrito que desde hace décadas mantienen socialistas y conservadores franceses y según el cual cada vez que un candidato del Frente Nacional llega a la segunda vueltas de unas elecciones los conservadores pedían a sus seguidores que votaran al candidato socialista, y viceversa, a fin siempre de pararle los pies a la extrema derecha.

Las palabras de Valls felicitándose por la derrota del Frente Nacional desencadenaban que la líder de ese partido, Marine Le Pen, saliera pidiendo al primer ministro que “escuche el mensaje de las urnas y tenga la decencia de presentar su dimisión”. Y con la habilidad de cualquier político que se precie de no admitir nunca una derrota, Marine Le Pen Marine comparecía sonriente ante las cámaras de televisión para congratularse de los resultados obtenidos por los candidatos del Frente Nacional, que en su opinión habían logrado la “hazaña” de acabar con la bipolarización de la política francesa.

Hasta en la abstención se equivocaron los sondeos: habían hipnotizado un nivel absolutamente record y al final fue del 49%, frente al 55% que se registró en las elecciones de 2011.

Fuente: El Mundo.

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