Hoy quiero escribir sobre Benyamin Netanyahu. No lo hice hace una semana cuando medio mundo despotricaba contra el premier israelí y la mayor parte de analistas del planeta lo daban por “muerto” (políticamente) en esta últimas elecciones anticipadas del 17 de marzo del 2015, en Israel. No lo hice porque no quería repetirme como en la penúltimas elecciones parlamentarias de enero de 2013, donde expuse el porqué ganaría por goleada a pesar de que se llegó a asegurar, al referirse al premier israelí, que estaba “acabado” y que, como no le caía en gracia a ese Barack Obama ya metido de lleno en su segunda legislatura, era imposible que ganara porque los demócratas estadounidenses con el presidente de los Estados Unidos a la cabeza, estaban perfectamente confabulados para apartarlo, al menos, de la escena política internacional… Yo me reía y me decía: esta gente no conoce a Benyamin Netanyahu, no tienen ni puñetera idea de lo que es la qabbalah y sus pobres mentes están absolutamente incapacitadas para entender sobre lo que es capaz de hacer un muerto… Pues bien, ya saben los lectores el resultado…
Ha ganado con una victoria contundente mientras en Teherán, las portadas y titulares de los principales y más importantes medios de difusión decían que “Este era su fin”, “Bye, bye, Bibi” o “El mundo ha comprendido que Benyamin Netanyahu es el pequeño satanás de un Washington embustero, traidor, imperialista y sionista, que ahora lo abandona”…
Pero no son solo los persas los que festejaban su deceso por adelantado. Los terroristas de Hezbollah, sus esbirros en la frontera de Israel, festejaban esa ilusoria fantasmagoría en su panfleto de Al Manar en el Libano y salían a la calle en algarabía disparando al cielo sus kalashnikov mientras su dirigente, Hassan Nasrallah, lanzaba soflamas por la TV desde las alcantarillas de Beirut, contra el gran satanás estadounidense…
Era realmente patético comprobar cómo cualquier “campanada” en la capital iraní era repicada inmediatamente en un mundo musulmán en grave decadencia y cuesta abajo que, en su más pobre expresión propagandística, solo podía alardear ante la chusma armada con esa suerte de “arte” de representar figuras por medio de una ilusión óptica televisada por satélite islamista; una escatológica manipulación de la figuración vana de la inteligencia, desprovista de todo fundamento político.
Desgraciadamente a las puertas de una “histórica” y contundente intervención militar, de todo el Occidente y de sus socios árabes contra la fanática barbarie islamista en toda África y Oriente Medio, la producción mediática de la llamada “resistencia islámica”, despotricaba contra Benyamin Netanyahu haciendo una lectura absurda del mundo que padecemos, de la geopolítica y de cualquier otra realidad, más o menos visible, en este violento planeta en el que vivimos; “haciendo amigos” con sus gritos y consignas de no reconocer nunca al Estado hebreo, de matar a judíos y a infieles hasta que sean barridos de Oriente Medio… En la Unión Europea y en casi todo el mundo, todos decían adiós por anticipado a esa suerte de “cabronazo” de la política; a ese halcón de la guerra, a ese “arquitecto del aberrante proyecto urbanizador” de los territorios supuestamente propiedad de los moros, que como un judío terco y obstinado se empeñaba en su cabezonada constructora, diseñadora y colonizadora de Judea, Samaria y Jerusalem… ¡Muerte a Estados Unidos!, ¡Muerte a los judíos!… Y al día siguiente, Benyamin Netanyahu resucitó…
Ya que me dan por muerto antes de tiempo, puedo decir lo que me salga de las pelotas…
La habilidad maquiavélica del premier israelí, de soltar a los cuatro vientos que mientras él estuviera vivo, “y si sale elegido”, lucharía hasta el último aliento por no permitir un Estado palestino, a última hora y a escasos diez minutos de la jornada de reflexión, fue una auténtica patada en las partes nobles para Barack Obama y un plantillazo en la espinilla para el bueno de John Kerry, que en ese momento se encontraba dentro del área pequeña, rodeado por jugadores iraníes, casi en el punto de penalti, sin asistencia alguna de sus “delanteros” europeos y tratando de marcar un gol a los persas en las negociaciones nucleares… Los europeos también se quedaron patidifusos y -según mis amigos periodistas de Moscú- Vladímir Putin se meaba de risa explicando que Benyamin Netanyahu era el único que tenía huevos para hacerle un feo a Washington en sus narices, a Berlín y a la mismísima ONU, al mismo tiempo… Así que cuando alguno de los presentes en el Kremlin le dijo a Putin que las declaraciones de Netanyahu eran un
auténtico insulto a la comunidad internacional, también a Rusia, a todos sus socios y aliados, a todos los árabes del planeta, a la izquierda democrática de Israel, e incluso un insulto a la inteligencia… Vladímir Vladímirovich Putin contestó: “¡Pero coño! ¿No lo han dado por muerto? ¡Entonces puede decir lo que le dé la gana! Ahora verán ustedes cómo un político, astuto e inteligente, gana las elecciones con ese ardid para mañana retractarse de lo que ha dicho”… Y así ocurrió…
Este genial petersburgués -no me canso de decirlo- que ha dado la política rusa, conoce la qabbalah, y el muy listo se lo calla porque es extremadamente respetuoso con las tradiciones españolas… ¡agárrense a la silla!: con la rica tradición judeoespañola medieval… Por lo visto -me cuentan amigos rusos- que esto le viene de su ex esposa Lyudmila Putina, experta en Lengua y Filología española. Sabe el díscolo y todopoderoso
presidente de Rusia que su viejo amigo Benyamin Netanyahu es poco menos que un “Abraham Abulafia” por la educación recibida de su difunto padre el historiador polaco-israelí Benzion Netanyahu, especialista en Historia Medieval Sefardí. Este Vladímir Putin que ha sido nombrado oficialmente “malvado” por sus socios occidentales, el “hombre más malo del planeta Tierra y posiblemente de Marte”, sabe que la cábala es el pozo de todas las tradiciones místicas del judaísmo desde mucho antes de la Era Común, y que fuimos los españoles los que la sacamos a la luz durante el renacimiento místico de la Palestina otomana.
Acudan siempre a la filosofía sefardí para comprender a Mariano Rajoy en España y a Benyamin Netanyahu en Israel…
Pero, seguramente, como nos ha pasado a todos los que conocemos las aptitudes de Benyamin Netanyahu, lo que más gracia le hizo a Putin era saber de antemano que el premier israelí no dudaría en absoluto “incendiar” su discurso electoral con algún exabrupto spinoziano… una de esas genialidades “éticas” del filósofo holandés de origen español, una de esas salidas de tono que, expresadas de forma inconveniente e inesperada (como su reelección), retumbaría en todo el mundo manifestando con viveza, todas sus emociones y todo el sentimiento del pueblo judío… Porque el pueblo judío sabe lo que es la guerra porque vive acosado por la guerra que presentan los árabes desde mucho antes de la creación del Estado de Israel, y una guerra sin cuartel y declarada a muerte desde que los llamados “palestinos” cometieron el estrafalario y ridículo error de renunciar a un “Estado palestino” ofrecido por las Naciones Unidas. Hay que ser gilipollas para haber perdido esa gran oportunidad de una nación palestina y notablemente fanático e iluso para creer, 70 años después, que pueden conseguir destruir Israel y conformar un solo Estado palestino, desde el Mediterráneo hasta el Éufrates, eliminando a los judíos en Oriente Medio… A eso llaman estos pobres infelices, de bruta mentalidad medieval, negociar… Pues no pueden imaginar el futuro que ellos mismos se han preparado…
El presidente ruso, hombre de extraordinario bagaje intelectual, sabía que Benyamin Netanyahu no estaba haciendo otra cosa que desplegar la ética de Baruch Spinoza, compuesta por todo un baúl de definiciones, leyes, escolios y proposiciones, postulados y axiomas, al modo geométrico en política… Vladímir Putin se dio cuenta enseguida que el premier israelí, el más grande conocedor de su pueblo, de su ciudadanía atormentada por el terror islámico, sufridora de los crímenes más abyectos protagonizados por el terrorismo árabe, necesitaba no a “un político del tres al cuarto” sino a un experto “político-estratega-militar” que salvara a Israel del perfecto caos organizado en Oriente Medio por la nefasta política de Washington en su obsesión por darle a los persas un cierto protagonismo en el “tablero” de guerra como nueva potencia supuestamente capacitada para poner orden en el panal de abejas… El presidente ruso sabe de sobra que cuando se aproxima una guerra de grandes proporciones en Oriente Medio, solo los halcones están capacitados para el combate. En este año 2015, las palomas solo servirán en política para los cánticos a una paz que no ha existido nunca y para dar una cierta dignidad y humanismo a las terribles decisiones que se tienen que tomar.
En realidad, Benyamin Netanyahu y Mariano Rajoy, son dos peces que nadan entre los verdaderos tiburones…
Si quieren disfrutar entendiendo la política española, en un cierto paralelismo con la política israelí, les diré que la chusma española (que también la hay como en todo el mundo) ya está enterrando vivo al más grande político español de los últimos 150 años.
Sobre todo la socialdemocracia que se ha crecido en Andalucía y saca pecho… En mi opinión, la masa inculta debe ser comprendida con cierta piedad porque nadie le ha explicado nunca, ni sus ídolos socialdemócratas, y ni siquiera sus “dioses”, de una supuesta izquierda salvadora y liberadora de las clases desposeídas, que una gran nación como la española, de tan vieja Historia en el mundo y de tanta riqueza cultural, solo puede ser salvada por grandes y serios políticos de la talla de Mariano Rajoy. Solo un tecnócrata, un gran profesional de la política, con una gran carga emocional de servicio a España podía salvar al país del precipicio económico al que fue conducida la patria de los españoles por una pandilla de reyezuelos socialdemócratas que la dejaron, prácticamente en bancarrota.
Les estoy hablando de un político español de la talla democrática de un Barack Obama, de un François Hollande o de un Benyamin Netanyahu. Lo que ha hecho este Mariano Rajoy, es un trabajo tan enorme que por su gran magnitud no puede medirse… Tan inconmensurable como el del presidente estadounidense para soportar ocho años negociando con los persas, en vez de atacarlos como Bush y solucionar el problema…
Tan difícil de medir o evaluar como la carrera política de un Benyamin Netanyahu “retratado” por los ignorantes como una suerte de príncipe de la guerra… Así paga la masa ignorante a quien ha evitado que España se convierta en una suerte de “Grecia” que ya nunca existirá como la habíamos soñado los que amamos a Grecia; un Estado casi “paria” que solo tiene un camino orquestado por los ladrones que la saquearon desde su interior: pagar lo que deben y vender todos sus bienes sin poder apenas salvar los muebles…
La política ya no es lo que era…
Supongo que saben que a mí, la mayoría de los políticos nunca me han caído bien. Eso no es nada malo… pues a los artistas -sobre todo a los escritores- nos gustan, apreciamos y respetamos, los individuos con inteligencia creadora. Desgraciadamente la política, en la sociedad del espectáculo, es un territorio poco fértil -la mayoría de las veces hasta árido- para que florezcan mentes privilegiadas capacitadas para saber llevar la cosa pública… Para colmo de desgracias, la geometría política utilizada por los desesperados de esta tierra, es exactamente la misma que la de los incultos advenedizos que debutan en la política y la de sus palmeros, pelotas y rastreros, del peor periodismo… entiéndanse estas perlas como dichas especialmente para esos patanes de origen humilde que llegan a la política para hacer fortuna en nombre de una revolución inexistente y que no saben de lo que hablan. Entiéndase también, para esos manipuladores oportunistas que creen tener galones periodísticos para expresar gilipolleces y opiniones absurdas, como un miserable y ridículo vivalavirgen, pretendiendo figurar entre gentes de más alta condición intelectual cuando, continuamente, no hacen más que demostrar con sus peroratas la vacuidad de su discurso.
Esa geometría política a la que me refiero, no es la de Spinoza sino una nauseabunda estrategia todavía utilizada por estos tontos de remate que siguen sin saber que los ejes de izquierda-derecha son un anacronismo insoportable que ya no define nada. Resulta cada vez más patético e inoperante, vociferar como un condenado ¡que viene la derecha! o ¡ yo soy de izquierdas!… no digo más si te atreves a decir ¡yo soy la revolución!… porque cualquier mente lúcida te daría una patada en el trasero y te mandaría, del tirón, a tomar viento bolivariano… No me canso de explicar que todas esas “etiquetas” surgieron hace más de 200 años inventadas por judíos egregios que querían dar una nueva explicación a las clases sociales como también se querían dar unas nuevas y sorprendentes interpretaciones de los sueños del hombre… Los Karl Marx, los Friedrich
Engels, o los Sigmund Freud, eran más que nada, escritores con una mente prodigiosa para explicar las realidades de un mundo desconocido para la gente común; todo un alarde de poesía y buena literatura para sorprender al mundo con una nueva forma de “mirar” y de “entender” la política y otras pasiones del hombre…
Benyamin Netanyahu es ahora señalado por la Casa Blanca como otro “malo” o si quieren “político molesto” coprotagonista de la misma película en la que trabaja Vladímir Putin…
Es posible que dentro de unas semanas, el presidente de Francia sea “sumado” a esos “malvados”… lo que podría llevarles a ustedes a creer que Barack Obama se ha vuelto loco y que en el Despacho Oval no hay nadie con dos dedos de frente que detenga de inmediato este insoportable -por ridículo- vodevil. Pero les advierto también que todo esto podría ser una sofisticada estrategia de Washington para tratar de detener los asesinatos, ataques terroristas y amenazas de los salvajes islamistas que inspiran terror con fines políticos. Yo particularmente dudo que Obama la tenga tomada con Netanyahu.
Muchas veces ha advertido el premier israelí que en una democracia amenazada por terroristas, palestinos o de cualquier otra condición, todos los ciudadanos de este mundo deben considerarse como soldados en una batalla común… Dice el político israelí que si Occidente quiere ganar la guerra contra el terrorismo, la gente de buena fe debe estar preparada para aguantar las difíciles negociaciones diplomáticas muy a pesar de esta ola desenfrenada de violencia y muerte. Pero también ha dejado bien claro que nada, nadie y ninguna inhibición moral, pueden impedir que la civilización Occidental se defienda de esta lacra asesina. De la misma forma que el pueblo hebreo y el gobierno de Israel tienen el derecho, el deber y la capacidad para prevenir otra aniquilación del pueblo judío.
Tres cosas le enseñaban a un judío español desde que era niño, a esos judíos de Sefarad que, como Baruch Spinoza, regalaron al mundo la inteligencia española: la primera, detectar a un antisemita solo con lo que dice y escribe con ese odio en el alma hacia los judíos; la segunda, a desenmascarar a un embaucador cuyo propósito es manipular; y la tercera a sobrevivir entre esta ralea que violentamente medra a costa de los demás, saltándose cualquiera de los principios éticos y morales que nos hicieron precisamente humanos.
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