THE WALL STREET JOURNAL
Los saudíes invaden Yemen mientras se intensifica la guerra entre .
Un objetivo permanente de la política exterior del Presidente Obama ha sido reducir el rol de Estados Unidos en el Medio Oriente, en la creencia que llevaría a mayor estabilidad y serviría a los intereses estadounidenses. ¿Alguna política ha sido repudiada alguna vez tan minuciosamente en tan corto tiempo? Barack Obama ha tenido éxito en su retirada, pero el vacío que ha dejado ha producido una región incendiada que se está convirtiendo en una guerra general entre sunitas y chiitas.
Ese es el contexto para la crisis de esta semana en Yemen, que ahora se ha intensificado con la intervención militar de Arabia Saudita y sus aliados árabes sunitas. Esto sigue a la derrota de un gobierno amistoso con Estados Unidos por parte de las milicias houthis que pertenecen al vástago zaidí del Islam chiita y son respaldadas por Irán. Lo que había sido una guerra indirecta está en peligro de convertirse en un conflicto directo entre Arabia Saudita e Irán.
La intervención saudí y del Golfo Árabe es un riesgo significativo, no menor a una guerra de guerrillas prolongada. Los saudíes tienen una fuerza aérea capaz, pero sus fuerzas terrestres no pueden sostener una lucha larga. Las tropas egipcias pueden participar también, pero los egipcios recuerdan bien cómo los hicieron sangrar cuando tomaron partido la última vez en una guerra civil de Yemen en la década de 1960.
La estrategia saudita no está clara pero un objetivo parece ser restablecer el gobierno del Presidente Abed Rabbo Mansour Hadi en al menos parte del país, especialmente en el sur en torno al puerto de Aden e incluyendo la base aérea en al-Anad. Eso no terminará la guerra civil, pero impediría que un representante iraní o un vástago de al Qaeda dominen una nación en su frontera sur.
Es seguro decir que los saudíes no habrían tomado nunca tales riesgos de no haber renunciado a Estados Unidos como una fuerza estabilizadora en el Medio Oriente. Esto recuerda su intervención en Bahrein en el año 2011 para deponer una rebelión por parte de su mayoría chiita contra el gobierno sunita, pero los riesgos son más grandes en Yemen.
Irán ha denunciado la intervención, y Rusia también ha objetado. Teherán probablemente no intervendrá en forma directa, pero ustedes pueden apostar que suministrará a los houthis armas y asesores militares. Tratará de hacer sangrar a los sauditas y sus aliados tanto como sea posible a un costo relativamente bajo. El objetivo final de Teherán sería neutralizar, o si no, desestabilizar a los regímenes del Golfo como parte de su plan para dominar la región.
En cuanto a Estados Unidos, tiene que abandonar su retirada estudiada y ayudar a los sauditas. El Secretario de Estado John Kerry elogió la intervención el jueves, y la Casa Blanca dice que Estados Unidos planea ofrecer apoyo logístico e inteligencia. Este es el lado correcto al que apoyar, pero para que haya un cambio Obama debe hacer lo que hace falta para ayudar a ganar a un aliado.
Esto debe incluir una advertencia a Irán de que Estados Unidos ayudará a los saudíes a detener los vuelos iraníes que arman a los houthis. Los vuelos iraníes sobre Irak para Siria ayudaron a Assad a sobrevivir en un momento crucial, pero todo lo que hizo Estados Unidos fue quejarse. Esta vez debe decirse al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán que sus vuelos corren el riesgo de ser derribados.
Yemen es el hogar de al Qaeda en la Península Arábiga, el que ha tomado como blanco la patria estadounidense más de una vez. Estados Unidos había manejado una guerra de drones contra al Qaeda en la Península Arábiga de San’a hasta que los houthis hicieron imposible eso la semana pasada. Ayudar a restablecer el gobierno de Hadi restablecería esa base de operaciones, mientras que mostraría a los sauditas y a nuestros otros aliados en la región que los respaldaremos en una lucha.
Todo esto hace que la obsesión de Barack Obama con un acuerdo nuclear con Irán parezca cada vez más fuera de este mundo. El Presidente parece pensar que puede lograr un acuerdo nuclear como si eso no tuviera nada que ver con la lucha de la región o los avances de Irán. Pero el pacto que se avecina ha facilitado esa agitación y está destinado a hacerla peor.
Israel y los árabes sunitas están convencidos que el acuerdo dejará a Irán capaz de construir una bomba más o menos en un momento de su elección. Ellos también creen que Estados Unidos se ha negado a ayudarlos a deponer a Bashar Assad de Siria porque Obama no quiere enojar a Irán durante las conversaciones nucleares.
Esto a su vez ha hecho a los árabes sunitas reticentes a ayudar contra el Estado Islámico (ISIS) en Irak. Lo que ha forzado al gobierno iraquí a depender de Irán y las milicias chiitas para liderar la lucha contra el ISIS. Los iraquíes finalmente pidieron que las milicias se replieguen esta semana a cambio de la ayuda del bombardeo estadounidense en la batalla del ISIS para recuperar Tikrit.
No es decir demasiado que los aliados tradicionales de Estados Unidos en la región temen que Obama quiera hacerlos a un lado y crear una nueva alianza entre Estados Unidos e Irán.
La tentación en algunos círculos estadounidenses, incluyendo en partes de la derecha, será dejar que los sunitas y chiitas se maten unos a otros hasta cansarse. Pero eso es lo mismo que dijeron los criticos sobre la guerra civil de Siria, la cual procedió a derramarse dentro de Irak y dio a luz al Estado Islámico, el que ahora está ganando adherentes en todo el mundo. El daño para los intereses estadounidenses proveniente de una captura radical de los estados del Golfo, ya sea por parte de yihadistas sunitas o chiitas leales a Irán, sería aún peor.
Cuando la única superpotencia del mundo se retira, lo quiera o no suceden cosas malas. Muy como Jimmy Carter en 1979 después que los soviéticos invadieron Afganistán, el Sr. Obama tiene que reevaluar su política exterior fallida antes que la violencia se propague aún más.
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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