AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Por Yakub Halabi*
A la luz de las recientes elecciones israelíes y el respaldo público de PM Benjamin Netanyahu para hablar en contra de la creación de un futuro Estado palestino, es hora de que la Autoridad Palestina (AP) lleve a cabo sus propias elecciones con el fin de ganar legitimidad pública para sus próximos pasos. Una vez que Netanyahu declaró antes de las elecciones que no se establecería un estado palestino en su reloj, las elecciones se convirtieron en un referéndum sobre esta política. Dada la victoria de los partidos de derecha en la Knesset que comparten este punto de vista, es hora de que el pueblo palestino planee su próximo movimiento.
Las últimas elecciones presidenciales y legislativas de la AP se llevaron a cabo en 2005 y 2006, respectivamente. El mandato de ambas agencias expiró hace mucho tiempo, pero nunca se programaron nuevas elecciones debido a las luchas internas entre Fatah y Hamas, que estallaron en 2007.
En los últimos años, Hamas ha estado bajo una gran presión para renovar la legitimidad de su gobierno, sobre todo cuando no podía pagar los sueldos de los empleados del sector público como consecuencia de la pérdida de ingresos de la economía subterránea. Para empeorar las cosas para Hamas, el entonces general Abdel Fattah al-Sisi ilegalizó a Hamas en Egipto después de su toma del poder en julio de 2013, y detuvo la política de tolerancia hacia los túneles excavados en las profundidades del suelo egipcio. Recientemente, un tribunal egipcio incluso declaró a Hamas organización terrorista. Este veredicto es parte de la política de medidas enérgicas contra los grupos islamistas que operan en la Península del Sinaí en el régimen de al-Sisi. Junto con el endurecimiento de la política de bloqueo de Israel, la Franja de Gaza experimentó una severa crisis económica y humanitaria en todo el 2014.
Dada esta situación política y financiera sombría, Hamas se vio obligado a firmar un acuerdo de reconciliación con Fatah en abril de 2014, acordando formar un gobierno de unidad nacional y celebrar elecciones ese mismo año. Esto fue visto como un punto de inflexión en la política de la AP porque esto demuestra que Hamas finalmente estaba dispuesto a respaldar un gobierno que aceptó oficialmente tres principales demandas de Fatah: el reconocimiento de Israel, apoyando los acuerdos anteriores firmados entre la OLP/AP e Israel y renunciar al uso de medios violentos en contra de Israel.
La Operación Marge Protector del verano de 2014, triunfó sobre todos estos planes. Israel por su parte desaprobó fuertemente el nuevo gobierno e incluso lo utilizó como pretexto para detener las conversaciones de paz con el presidente de la AP, Mahmoud Abbas (Abu Mazen). Esto socavó las esperanzas de Hamas de que Israel estaría dispuesto a proporcionar servicios básicos a los residentes de la Franja de Gaza a cambio de que Hamas dispuesto a aceptar la subordinación a los principios de un gobierno liderado por Fatah. La Autoridad Palestina bajo Abu Mazen, por otra parte, se negó a transferir fondos para pagar los salarios del sector público controlado por Hamas, fomentando las tensiones.
El problema de Hamas y Fatah es su incapacidad para cumplir con las reglas del juego democrático, y en vez de eso llegar a un acuerdo que sirva a sus intereses mutuos. A la luz de las elecciones israelíes y las sombrías perspectivas de establecer un Estado palestino mediante negociaciones de paz con Israel, Fatah y Hamas se han convertido, más que nunca, mutuamente en dependientes entre sí. Hamas necesita reconocimiento internacional como actor palestino legítimo y necesita a la Autoridad Palestina como un medio para que los fondos para la reconstrucción sean transferidos a la Franja de Gaza. Fatah, por otro lado, busca el reconocimiento de un Estado palestino a través de las Naciones Unidas, y debe reforzar su estatus como un gobierno efectivo que administra las vidas de los palestinos tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza.
Aunque un gobierno efectivo no está obligado a ser democrático, tanto Hamas como Fatah deben demostrar que la AP no es su propiedad privada y que se han adaptado a la cultura democrática del gobierno de la mayoría. Abu Mazen ya no es el presidente legítimo de la Autoridad Palestina y debe llevar a cabo nuevas elecciones con el fin de obtener la aprobación pública de su política.
*Yakub Halabi es un ciudadano árabe de Israel, profesor asistente de relaciones internacionales y miembro del Instituto de Estudios Azrieli Israel, la Universidad de Concordia en Montreal, Canadá.
Fuente: i24News.TV
Traducción: Silvia Schnessel
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