Morir con dignidad. Cinco notas

ARNOLDO KRAUS

Sobre temas ríspidos la sociedad suele moverse con más celeridad que las personas cuyos vínculos les impiden ser libres. Sometidos por sus obligaciones, políticos y religiosos se traicionan y proceden conforme a los lineamientos de sus propias reglas, a las reglas de sus reglas, es decir, actuar siempre pensando en cómo no perder poder y en cómo deformar o huir de la realidad con tal de no ofender a su grey.

Aborto, eutanasia, ingeniería genética, justicia, dignidad, avances tecnológicos, autonomía y libertad, son temas cruciales y vigentes. Sociedad y poder deben dialogar. Cinco notas recientes invitan a la opinión pública a reflexionar y al poder a responder. Morir con dignidad es el tema.

Primera. Marzo 2015. La sociedad exige al gobierno francés dialogar acerca de sedación terminal y muerte digna. Hollande anuncia que se discutirá una nueva ley para la sedación terminal. En un santiamén, líderes de cinco religiones reaccionan contra el cambio legislativo. Días después, la Asamblea Nacional apoya por aplastante mayoría la norma que declara vinculante el testamento vital y el derecho a la sedación profunda: 436 votos a favor, 34 en contra.

¿Es suficiente la sedación profunda?, ¿por qué no la eutanasia activa? Copio una carta publicada en El País (Marzo 2015), intitulada No quiero morir en Francia:

¿Qué significa una muerte digna? Considero que toda persona que quiera quitarse la vida, por padecer una enfermedad crónica e incurable, ha de tener la capacidad de hacerlo si ésa es su voluntad y ha dejado constancia de ello.

La sedación profunda hasta la muerte me parece una manera absurda de atrasar acontecimientos inevitables, y una forma de hacer sufrir no a la persona inconsciente —que poco puede sentir ya— sino a sus allegados. Creo que la Asamblea Nacional debería considerar la legalización de la eutanasia porque habría que entenderla como un derecho individual, más allá de las valoraciones morales de cada uno. Si no se legitima, yo no quiero morir en Francia. Irene Monmeneu Soler. Valencia.

Segunda. En octubre 2013 el célebre teólogo Hans Küng, víctima de Parkinson avanzado, anunció que recurriría a la eutanasia. Küng, ser humano admirable, inhabilitado para oficiar por el papa Juan Pablo II debido a sus posturas críticas frente al Vaticano, escribió, “No quiero seguir viviendo como una sombra de mí mismo”… “El ser humano tiene el derecho a morir cuando ya no tiene ninguna esperanza de seguir llevando lo que según su entender es una existencia humana”. En Morir con dignidad (Editorial Trotta), en coautoría con Walter Jens, expresa ideas sugerentes.

Tercera. Febrero 2015. En la sentencia Carter versus Canadá, el Tribunal Supremo reconoció que la ayuda a morir es un derecho fundamental. Familiares de Kay Carter, víctima de estenosis espinal degenerativa solicitaron que se le ayudase a morir. La Suprema Corte revocó por unanimidad la prohibición del suicidio médicamente asistido. El fallo concede un año al Gobierno y a los estados del país para elaborar sus leyes. De no hacerlo, el tribunal no procesará a los médicos que contribuyan a morir.

Cuarta. En septiembre 2013 el físico Stephen Hawking, postrado en una silla de ruedas desde los 21 años, declaró, antes del estreno de un documental sobre su vida, “Creo que quienes tienen una enfermedad terminal y sufren grandes dolores deberían tener la opción de elegir poner fin a sus vidas, y aquellos que les ayuden deberían quedar libres de ser juzgados”.

Quinta. En noviembre 2014, tras ingerir medicamentos, falleció Brittany Maynard, de 29 años, víctima de cáncer. El video donde explica las razones de su decisión, morir con dignidad, se reprodujo más de nueve millones de veces.

Morir con dignidad es tema ríspido. El universo es muy amplio y el camino a seguir tortuoso y largo. Manifestarse es crucial. El tópico es competencia del individuo; el Poder tiene la obligación de escuchar y responder.

Notas insomnes. En De Senectute, Norberto Bobbio, cita a Reinhold Schneider, quien enInvierno en Viena, escribe, “Mi fuerza vital está tan exhausta que ya no logra ver más allá del sepulcro, no logra ya temer o desear nada sino la muerte. No puedo concebir un Dios tan despiadado que despierte a uno que está durmiendo a sus pies muerto de cansancio”.

Médico

Fuente:eluniversal.com.mx

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