No es fácil ser un académico anti-sionista. A ellos se les están agotando las consignas, como todo lo que una vez fue inquieto, controvertido y digno de titulares ahora es obsoleto: “El Estado de un pueblo” es mundano; “El Estado de una nación” es arcaico; “Israel está cometiendo genocidio” ha sido dicho 1000 veces por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas; y “Sionismo es racismo” son noticia vieja.
Si ellos van a cumplir con las expectativas que uno tiene de los académicos anti-sionistas, tienen que salir con algo nuevo. Bueno, la Universidad de Southampton lo ha hecho.
A mediados de abril, la Escuela de Derecho de Southampton albergará una conferencia internacional titulada “El Derecho Internacional y el Estado de Israel: Legitimidad, Responsabilidad y Excepcionalismo”, que según los organizadores “involucrará preguntas controvertidas acerca de la forma en la que se fundó Israel y su naturaleza, incluyendo desplazamientos actuales obligados de palestinos e injusticias asociadas.”
Tanto las posiciones de la conferencia como sus conclusiones están predichas. El Profesor Oren Ben-Dor, quien encabeza el simposio, ha expresado posiciones radicales anti-israelíes en el pasado, y los 80 académicos agendados para asistir a la reunión, que promete ser algo especial de hecho, comparten sus opiniones.
Nada podría importarles menos a los asistentes a la conferencia que los asentamientos israelíes en Judea y Samaria o los territorios palestinos capturados en la Guerra de los Seis Días de 1967. No, Ben-Dor y los de su calaña planean discutir la noción misma y legitimidad de la concepción del estado judío luego de la Guerra de Independencia de 1948.
Académicos por la Paz en el Medio Oriente (SPME), una organización internacional pro-israelí sin fines de lucro, dice que los académicos que asistirán a la reunión, entre quienes están Richard Falk e Ilan Pappe, son conocidos por albergar opiniones anti-Israel radicales.
Los funcionarios de SPME han acusado de antisemitismo a los organizadores y, siguiendo el ejemplo del primer ministro francés Manuel Valls quien dijo, “El antisemitismo, esta vieja enfermedad europea… [ahora] se oculta detrás de un falso anti-sionismo”, han comenzado a organizar una petición contra la conferencia de Southampton.
Afirmaciones absurdas
¿Cómo puede uno siquiera tratar y descalificar la noción del estado judío? Después de todo, Israel tiene dos “certificados de nacimiento” en virtud del derecho internacional — el primero de la Sociedad de Naciones, haciendo referencia a la Declaración Balfour de 1917, y el segundo de la Asamblea General de Naciones Unidas, que sucedió a la Sociedad de Naciones en manejar los temas concernientes al estado judío.
Fueron los estados árabes quienes violaron el derecho internacional al montar su intento sin precedentes y agresivo por destruir a la pequeña y desarmada comunidad judía. Afortunadamente, su plan nefasto había fracasado. ¿Cómo puede alguien ignorar estos hechos y afirmar que Israel fue fundado ilegalmente?
Bueno, aparentemente hay dos formas de hacerlo: La primera es afirmar — como hacen a menudo los propagandistas árabes y palestinos — que los judíos no son un pueblo sino más bien una religión, y que Naciones Unidas fue en cierta forma engañada o estuvo errada cuando decidió que esta religión merecía un hogar nacional en la forma de un estado.
Esto, por supuesto, es un argumento infundado. Muchos en el pueblo judío no basan su identidad en la religión, sino más bien en un fundamento cultural y nacional, y cualquiera que afirme lo contrario es ignorante, malicioso,
Esta afirmación también conlleva bastante descaro, ya que la mayoría de los estados árabes no son sólo musulmanes sino que dan al Islam su posición constitucional.
El segundo argumento sugiere que los judíos ashkenazis no son parte del pueblo judío, ya que son los descendientes de jázaros que se convirtieron al Judaísmo, y por lo tanto no tienen derecho al retorno a Sión.
Esta demanda fue afirmada por un investigador israelí en la Universidad John Hopkins, basado en pruebas de ADN llevadas a cabo en 17 personas de ascendencia ashkenazi. Como los jázaros mismos ya no existen más, la comparación es con “personas relacionadas con los jázaros.” No puedo comprender por qué esta comparación no fue hecha, por ejemplo, con los mongoles, lo cual habría hecho el argumento que los judíos ashkenazis son los descendientes de posibles conversos mongoles también.
La afirmación jázara es una trampa. Aunque puede ser refutada fácilmente, hacerlo podría sugerir que hay algo con eso.
Supongamos, en el nombre del argumento, que los judíos ashkenazis son de ascendencia jázara. ¿Y qué? ¿Los descendientes de conversos son incapaces de tener opiniones o sentimientos judíos nacionales?*
Muchos grandes individuos en la tradición judía son descendientes de prosélitos, incluido el Rey David, y el derecho internacional declara claramente que a los que se convierten a su religión no se les puede negar el derecho a la auto-definición.
Este es simplemente otro invento, cortesía del mundo académico anti-sionista. No es de extrañar entonces, que en su libro, “Los Judíos: Un Pueblo al Contrario”, el historiador Yehuda Bauer diga que la afirmación jázara es racista, ya que atribuye el origen judío a la biología. Los que hacen tales afirmaciones, escribió, “No logran entender que unirse a la religión judía simboliza unirse al pueblo judío.”
No tengo dudas de a qué conclusiones llegará la conferencia de Southampton, tampoco de cuál será su lugar en la historia judía.
Comprendo la crítica elevada a Israel por sus políticas, y también estoy preocupado por las medidas peligrosas hacia las que parece estar dirigiéndose el gobierno israelí, pero hay algo que no logro entender — cómo un argumento racista ha llegado a constituir “visiones izquierdistas.”
Parece que cualquier cosa es posible en el mundo anti-sionista y post-racional donde mora parte del mundo académico — incluso una conferencia antisemita encabezada por un israelí.
Nota: * En realidad, el argumento que los judíos ashkenazis no son originarios de la Tierra de Israel, sino descendientes de los jázaros que se convirtieron al Judaísmo, apunta a quitar legitimidad al derecho al retorno de los mismos a Eretz Israel. Ese argumento fue planteado por el Prof. Shlomo Sand y fue desacreditado por estudios posteriores que demostraron que gran cantidad de judíos de origen ashkenazi y de origen sefaradí comparten un gen común que se origina en Medio Oriente.
Fuente: ישראל היום
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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