La 7ª plaga de Egipto: “Barad” – “Granizo”

“Dios envió truenos y granizo, y cayeron rayos sobre la tierra.

Y el faraón no dejó salir a Israel.”

Fuente: Hagadá de Pesaj


¿Sabías qué se dice que algunas de las piedras de granizo están aún suspendidas en el cielo y lloverán en el futuro durante el periodo de Gog y Magog?


Hashem ordenó a Moshé, “¡Levántate muy temprano para presentarte en el palacio del Faraón, y advertirle a él acerca de la Plaga del Granizo!” Hashem sabía que el Faraón, en esta mañana particular, planeaba ocultarse él mismo de Moshé. Por esta razón, El ordenó a Moshé presentarse en el palacio más tempranamente que lo usual, incluso antes de que el Faraón saliera al Nilo.

Hebreos, ‘Deja ir a Mi pueblo para que ellos puedan servirme. Porque esta vez Yo envíaré todas Mis plagas sobre ti para que tú sepas que NO EXISTE NADIE COMO YO SOBRE LA TIERRA. Yo podía fácilmente haberlos borrado a todos ustedes en la Plaga de Pestilencia, pero Yo confiné aquella plaga a los animales, manteniéndolos a ustedes con vida; para mostrarles Mi poderío de modo tal que Mí Nombre sea proclamado por todo el mundo!”’

Hashem anunció que mediante la Plaga de las Piedras de Granizo, Su grandiosidad sería reconocida por los Egipcios. Al ver las piedras de granizo que eran una combinación de fuego y agua la cual claramente negaba la ley natural, tendrían que admitir que el cosmos estaba gobernado por la Divina Providencia y no por ley natural.

Hashem dio instrucciones a Moshé de decir al Faraón. “Puesto que tú aún pisoteas a Mí pueblo y rehúsas dejarlos ir. Yo haré caer un copioso Granizo a esta hora mañana, Granizo cuya semejanza jamás fue vista, ni en Egipto ni en ninguna otra parte en el mundo. ¡Ahora ingresen su ganado y todo cuanto ustedes tengan en los campos porque todo lo que no sea ingresado será golpeado por el Granizo y perecerá!”

La advertencia de Hashem es reveladora de Su gran compasión aún por los malvados y sus pertenencias. Hashem tuvo lástima de los Egipcios y sus animales. El por consiguiente los exhortó a ingresar a sus animales a fin de que fueran eximidos del Granizo.”

Moshé transmitió las palabras de Hashem al Faraón. El hizo una muesca en el cuadrante solar del Faraón para indicar la hora exacta en que la Plaga comenzaría al día siguiente. El Earaón, no obstante, exclamó, “¿Por qué deberíamos nosotros escuchar ahora a este Ben- Amram más que en todas las ocasiones previas?” El dejó sus animales en el campo y así hicieron la mayoría de los Egipcios a excepción de unos pocos que eran temerosos de Di-s, tales como el consejero del Faraón l’ov.

Los malvados pueden ser comparados al tempestuoso mar. La primer ola declara, “Yo arrollaré hasta la orilla e inundaré el mundo.” Mas tan pronto como alcanza la arena, se rompe. La ola que le sigue nuevamente anuncia,”Yo voy a inundar al mundo,” mas ella también rompe en la orilla. Cada ola hace la misma proclamación. Nunca toma lección de la anterior.

Así el Faraón era vanidoso y por lo tanto sufrió, pero Amalek falló de aprender de él. Amalek fue también castigado por su arrogancia. Con todo Sijón, Qq, Balak, y todos los opresores del pueblo Judío no aprendieron de la caída de sus predecesores.

Esta Plaga comenzó como una mera lluvia pues Hashem esperaba que los Egipcios hicieran teshuvá. Eventualmente la lluvia fue convertida en una tempestad. Truenos estallaron, rayos golpearon, y la tierra se estremeció. Luego colosales piedras de granizo llovieron desde el Cielo, compuestas por bloques de hielo y de fuego, mas el fuego no consumía al hielo, ni el hielo extinguía al fuego.

Dos clanes estaban envueltos en una contienda familiar de toda la vida que era transmitida de una generación a la próxima. Ellas tomarían toda oportunidad de dañar y hacer perjuicio la una a la otra. Un día un poderoso rey sitió el país, amenazando tomar posesión de la tierra íntegra. El soberano del amenazado país hizo un breve anuncio acerca de la planeada invasión del enemigo. Los dos clanes oponentes inmediatamente abandonaron su disputa personal y se unieron para echar al común peligro exterior.

Similarmente, a pesar de que fuego y agua por naturaleza son elementos hostiles el uno al otro, cuando el Todopoderoso los convocó para hacer guerra contra los Egipcios, inmediatamente unieron fuerzas.

Hashem castigó a los Egipcios con Granizo compuesto por fuego a fin de castigarlos de una manera similar a los reshaím en Guehinam (infierno)quienes deben padecer los tormentos del fuego.

El ruidoso estallido de las piedras de granizo cayendo bamboleó la tierra. Quienquiera que estaba en los campos, hombre o bestia a la par, fue golpeado, congelado por el hielo y quemado por el fuego. El espanto de los Egipcios era abrumador.¡Se apresuraron a retornar sus animales a los establos, pero era demasiado tarde! Las piedras de granizo se amontonaron frente a ellos, formando una sólida pared de hielo y fuego, la cual no pudieron atravesar. Viendo que no había chance de llevar sus animales a los establos, con vida los Egipcios los sacrificaron para que al menos se beneficiaran de su carne. Colocaron los animales sacrificados sobre sus hombros, pero grandes aves de rapiña bajaron volando del cielo y devoraron todos los animales muertos.

El granizo quebró árboles enteros y destruyó las cosechas incluso hasta el origen, hasta las más profundas raíces en el suelo. Todo producido fue destruido a excepción del trigo y el espelto los que Hashem quería eximir para que las langostas pudieran devorarlos.

Algunos Egipcios corrieron a la tierra de Goshen para escapar del Granizo, pero las piedras de granizo cayeron sobre ellos allí también sin tocar nunca a un Judío.

El Faraón estaba atónito ante la maravillosa unificación de fuego y agua y espantados ante el estrago que el Granizo había forjado. El envió por Moshé y Aharón y confesó, “Yo he pecado esta vez. Hashem es justo porque El nos advirtió a nosotros anteriormente ingresar a las personas y animales para que fuéramos salvados, y yo y mi pueblo somos malvados por no haber atendido a Su advertencia y causado que sangre inocente fuera derramada.

¡Implorad a Hashem que la Plaga finalice. Yo os dejaré ir a todos vosotros!”

Moshé le respondió, “Yo oraré por vos, mas no puedo orar aquí en la ciudad que está llena de ídolos. Yo abandonaré la ciudad y rezaré fuera a la intemperie. Yo no creo en realidad vuestras palabras porque sé que vos no teméis verdaderamente a Di-s y cambiaréis más tarde vuestra opinión. ¡Yo no obstante finalizaré la Plaga mediante mis plegarias a fin de que vos reconozcáis la grandeza de Hashem!”

Moshé abandonó la ciudad y extendió sus manos en súplica. Tan pronto como él alzó sus manos, antes de que pronunciara una palabra de tefilá , el Granizo cesó.Incluso las piedras de granizo que estaban en su camino abajo hacia el suelo no continuaron cayendo sino permanecieron suspendidas en el aire. Permanecieron allí cuarenta y un años, finalmente lloviendo hacia abajo en el tiempo de Iehoshúa.

¿En qué ocasión sucedió esto?

Cuando cinco reyes Emoritas se reunieron contra los Benei Israel, Hashem prometió a Iehoshúa “No temas, porque Yo los he entregado en tu mano.” Iehoshúa atacó a los enemigos, tomándolos por sorpresa. Hashem los golpeó con confusión, y los Benei Israel los persiguieron. Cuando las tropas enemigas estaban en el descenso a Beit Jaran, Hashem abatió grandes piedras de granizo y ellos murieron.

El trueno también llegó a un súbito alto tan pronto como Moshé se preparó para orar. El estallido inconcluso del tronar reanudó su sonido en el tiempo de Yehoram.

En los días de Iehoram ben Ajav (quien era un rashá -malvado-), el rey de Aram sitió a los Benei Israel. La comida en Eretz Israel era escasa, y en el sexto año del sitio, la hambruna había alcanzado su máximo. Los Benei Israel cocinaban y comían a sus propios hijos, como predicho en el Reproche. El Rey Iehoram envió un mensajero al profeta Elishá (a quien él culpaba por la desgracia), con la intención de ejecutar al profeta. Elishá, sin embargo, estaba enterado de sus intenciones y se cuidaba a sí mismo. El profetizó, “Mañana a esta hora una medida de harina será vendida por un shekel, y dos medidas de cebada por un shekel (un precio muy bajo).” Cuando el mensajero oyó las palabras del profeta, él las ridiculizo. El fue maldecido por Elishá.

En aquel tiempo había cuatro leprosos fuera de los portones de la ciudad (quienes habían sido apartados de acuerdo con la ley de la Torá concerniente al leproso). Ellos dijeron, “¿Por qué deberíamos nosotros esperar aquí para morir? ¡Vayamos al campamento de Aram; si nos dejan vivir, bien, y sino, dejemos que ellos nos maten!” Cuando entraron al campamento de Aram, se encontraron con una vista inesperada. El campamento había sido desertado precipitadamente; y las pertenencias de los enemigos dejadas atrás. Hashem los había amenazado con el atronador retumbar de caballerías y carruajes, causando sobre ellos aquel mismísimo tronar el cual había sido reservado para aquel propósito desde el tiempo del Faraón. Ellos creyeron que un vasto ejército salía en su contra y todos huyeron.

La plata, oro, y la vasta cantidad de comida del campamento de Aram cayó en las manos de los Benei Israel, y la profecía de Elishá fue literalmente cumplida.

Algunas de las piedras de granizo están aún suspendidas en el cielo y lloverán en el futuro durante el periodo de Gog y Magog.

El Midrash nos enseña a nosotros que Hashem había preparado una cierta cantidad de castigo para el Faraón. A causa de la tefilá de Moshé, El retuvo parte del castigo, reservándolo para los reshaím quienes oprimirían a K’lal Israel en generaciones futuras.

Del hecho de que el Granizo cesase en el exacto momento que Moshé se aprestó a orar a Hashem, nosotros discernimos la grandeza de un tzadik. El tzadik tiene el poder de decretar y Hashem cumple su voluntad inmediatamente.

Nosotros encontramos ejemplos adicionales de tzadikím cuyas palabras fueron inmediatamente cumplidas por el Cielo.

En el tiempo de Joní Hameaguel, Eretz Israel sufría de tres años sucesivos de hambruna. A pesar de todas las plegarias y ruegos al Todopoderoso, no cayó ninguna lluvia. Una delegación de estudiantes de Joní Hameaguel fue al tzadik solicitando, “Oro por lluvia”.

“Den ingreso a todos los hornos que están en los patios para que ellos no sean arruinados por la lluvia,” él ordenó. Joní oró, pero ninguna lluvia descendió. El trazó un círculo, se paró en el medio (imitando al profeta Jabakuk quien se había parado en un círculo y dicho, “¡Yo no me moveré de aquí, Hashem, hasta que Tú contestes mi tefilá!”), y oró, “Señor del Universo, Tus hijos se han vuelto a mí porque yo soy como un ben- bait (un miembro de la casa) Tuyo. ¡Yo juro por Tu gran Nombre que no me moveré de aquí hasta que Tú tengas misericordia sobre Tus hijos!”

Lluvia comenzó a gotear poco a poco.

“Rabí,” los estudiantes le imploraron a él, “esta lluvia no es suficiente; aparentemente sólo una mínima cantidad cayó, suficiente para absolveros de vuestro juramento ( que vos no saldríais de este círculo a menos que lloviera).¡No permitáis que nosotros muramos de la hambruna!”

Joní dijo a Hashem, “¡Esto no es por lo que yo pedí- quiero lluvia suficiente para llenar todas las cisternas y pozos!” Un diluvio de lluvia destructiva se derramó con cada gota tan grande como un barril.

“Rabí,” los estudiantes clamaron, “¡esta lluvia destruirá el mundo! ¡No nos permitáis morir!”

“Esto no es por lo que yo pedí,” Joní dijo a Hashem.” ¡Yo quiero una lluvia de bondad y bendición!”

Entonces una lluvia bienaventurada comenzó a caer Todos los Judíos debieron abandonar la ciudad de Jerusalem y buscar resguardo bajo la cima del har habait (la cual estaba protegida). Los estudiantes de Joní le rogaron, “¡Rabí, al igual que vos rezasteis para traer lluvia, así rezad ahora que ella cese!”

El replicó, “Yo sé por tradición que no es correcto rezar para que una bendición se marche. Pero no obstante, traedme un buey sobre el cual colocar mis manos y recitar el vidui.”

El colocó ambas manos sobre el buey y rezó, “Señor del Universo, Tu pueblo Israel a quien Tú sacaste fuera de Egipto no puede soportar ni demasiada bondad ni demasiado castigo. Cuando Tú estabas enojado con ellos, ellos no podían aceptarlo, y ahora que Tú los estás colmando con abundancia de bendición, no pueden soportarlo tampoco. ¡Sea Tu voluntad que la lluvia cese y el mundo encuentre alivio!”

Inmediatamente, un viento comenzó a soplar, las nubes se dispersaron, y el sol apareció. Cuando la gente salió a los campos, ellos encontraron que hongos habían brotado en la lluvia. R. Shimón ben Shátaj, el nasí (presidente del Sanhedrín), envió un mensaje a Joní, diciendo, “Si vos no fuerais Joní, yo os desterraría a causa de la manera imperiosa de hablar que usasteis hacia el Todopoderoso. Mas qué haré yo, vos rogáis a Hashem como un hijo que suplica ante su padre, y El cumple vuestro deseo. “

Si aún Joní, uno de los descendientes de Moshé fue capaz con su tefilá de cambiar las leyes de la naturaleza, cuánto más fue Moshé mismo.

R. Janiná ben Dosá viajaba por el camino, sosteniendo en su mano un recipiente de sal cuando comenzó a llover. Dijo R. Jan iná, “Todos están felices (porque la lluvia irrigará los campos) pero Janiná está triste (porque la sal se disolverá).” La lluvia paró inmediatamente. Cuando arribó a casa, él oró, “Señor del Universo, ¿debe todo el mundo estar triste y Janiná feliz?” La lluvia comenzó a caer una vez más.

Los modelos de rectitud de nuestros grandes Sabios fueron tales que Hashem inmediatamente cumplió sus deseos.

¿Por qué Hashem finalizó esta Plaga más rápidamente que las anteriores, contestando la tefilá de Moshé aún antes de que él comenzara a orar?

El Faraón había comenzado a encomiar a Hashem, diciendo, “Hashem es justo.” Ya que Hashem no quiere las alabanzas de un rashá , El inmediatamente eliminó la Plaga a fin de impedir al Faraón continuar loándolo a Él.

Fuente: Chabad.org


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