CLIFFORD D. MAY
A menos que ambas partes crean sinceramente en el compromiso, son imposibles los buenos acuerdos.
“El Occidente Capitula.” Ese fue el titular en un artículo de Ibrahim al-Amin, editor del diario libanés al-Akbar. Él se explayó: “Vencedores y vencidos. Esta es la verdad de los conflictos en el mundo desde tiempos antiguos. Sólo los que viven con sus ojos cerrados creen que los conflictos terminan con compromisos.”
Al-Akbar es un diario anti-estadounidense, simpatizante de Hezbollah, la milicia terrorista financiada e instruida por Irán. ¿Pero puede alguien descartar honestamente el análisis del Sr. Al-Amin — y su regodeo — como injustificado?
Entre los hechos a considerar: El “entendimiento” no firmado y no vinculante anunciado la semana pasada no desmantela nada de la infraestructura nuclear de Irán — ni siquiera Fordow, la planta construida en secreto e ilicitamente bajo una montaña. No hace nada por lentificar el desarrollo de misiles balísticos intercontinentales por parte de Irán cuyo único propósito concebible es enviar ojivas nucleares a objetivos distantes. No autoriza inspecciones irrestrictas en tiempo y lugar — el único tipo de inspecciones que tiene probabilidad de descubrir cualquier actividad prohibida que emprenda Irán durante los meses por delante.
Ni siquiera requiere que los gobernantes de Irán dejen de mentir – reconozcan que su programa nuclear no ha sido estrictamente para “propósitos pacíficos” como ellos han afirmado. Y, por supuesto, no aborda el apoyo de Irán a los terroristas, su retención de estadounidenses inocentes como rehenes, su captura del poder en Irak, su apoyo militar a la brutal dinastía Assad en Siria y a los rebeldes hutíes en Yemen, sus continuas amenazas de derrocar a los regímenes árabes con vínculos cercanos con Estados Unidos, y de “eliminar a Israel del mapa” (eso es “no negociable”, declaró la semana pasada un comandante de la milicia Basij de Irán) y, en debido tiempo, a traer “¡Muerte a Estados Unidos!”
A cambio, por no hacer estas concesiones, Irán va a ser recompensado con el levantamiento de las sanciones económicas restantes. Ya hay desacuerdo sobre si eso va a suceder inmediatamente o sólo gradualmente en respuesta a que Irán tome medidas verificables para lentificar su desarrollo de armas nucleares.
Si eso no es capitulación occidental, lo será hasta que llegue la cosa real — siendo la cosa real el Plan de Acción Conjunto Exhaustivo, el acuerdo final que va a reemplazar al Plan de Acción Conjunto interino para el 30 de junio. Si el acuerdo mejora o empeora en las semanas por delante depende de qué parte tendrá negociadores más duros y más determinados. ¿Cuál es su mejor conjetura?
Al anunciar la última etapa en el palabrerío, el Presidente Obama no pidió aplausos, los exigió. Afirmó que está trayendo “una resolución pacífica a la cuestión iraní.” Los que cuestionan esa afirmación, dijo, deben ser opuestos a las resoluciones pacíficas, opuestos a la diplomacia y entusiastas de la guerra – la cual él insiste es la única alternativa al acuerdo que ahora está sobre la mesa.
Ningún miembro del Congreso quiere ser etiquetado así – menos que nadie todos los demócratas que están inclinados naturalmente a dar el beneficio de cualquier duda a un presidente demócrata. Pero ellos también son líderes electos. La rama del gobierno a la que representan es igual a la ejecutiva. Ellos también tendrán legados.
Si durante las semanas por delante ellos comprenden que el acuerdo que está siendo finalizado es probable que lleve a la propagación de armas nucleares (con un riesgo serio que algunas de esas armas nucleares terminen en las manos de terroristas), que alimentará más los incendios yihadistas (sunitas y chiitas por igual), que elevará el desprecio de nuestros enemigos por nosotros (mientras agota más la confianza de nuestros aliados en nosotros), tal vez actúen bajo ese conocimiento – inclusive si eso significa desagradar a Barack Obama.
Algunos de ellos son lo suficientemente grandes para recordar: hace 21 años, el Presidente Clinton anunció la conclusión de un “marco” con Corea del Norte, un acuerdo al que él describió como “un buen acuerdo para los Estados Unidos” porque Corea del Norte estaría obligado a partir de allí a “congelar y luego desmantelar su programa nuclear.”
“Estados Unidos y los inspectores internacionales vigilarán cuidadosamente a Corea del Norte para asegurar que este cumpla sus compromisos”, prometió . El jefe negociador de Corea del Norte, Kang Sok Ju, proporcionó garantías adicionales: El acuerdo resolverá “todas las cuestiones del llamado desarrollo de armas nucleares por parte de Corea del Norte” que han planteado “tales preocupaciones y sospechas infundadas.”
Él agregó: “No tenemos ni la intención ni el plan de desarrollar armas nucleares.” Sin embargo, estaba mintiendo. Y nosotros estuvimos eligiendo creerle. Hoy, Corea del Norte de hecho tiene armas nucleares y está construyendo más – mientras está desarrollando también misiles de alcance más largo y ayudando al programa de armas nucleares de Irán sobre las que sabemos muy poco.
“En los próximos años seremos testigos de más rebelión contra el poder de Estados Unidos y el Occidente”, declaró el Sr. Al-Amin en su artículo exponiendo la victoria de Irán en la mesa de negociación. ¿Ustedes dudan de esa predicción? Si no, ¿debemos estar teniendo un debate más vigoroso – con los miembros del Congreso incluidos en forma prominente — sobre tales amenazas, el mundo que heredarán nuestros hijos si nuestros adversarios logran sus objetivos, y la posibilidad que la fe del Presidente Obama en lograr la “resolución del conflicto” a través de la búsqueda de resultados donde ‘todos ganan’ con teócratas revolucionarios esté profundamente errada?
Fuente: The Washington Post-
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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