El Islam en Europa. Entrevista a Bat Ye’or.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – He aquí una importante síntesis de las obras de Bat Ye’or sobre el tema del Islam en Europa.

Por Giovanni Quer  

 

Giovanni Quer: Las minorías musulmanas en Europa reclaman cada vez más  independencia para gestionar sus asuntos internos. ¿Cuál es, según usted, la causa del descontento en el marco jurídico, político y social proporcionado por los estados europeos?

 

Bat Ye’or: Los inmigrantes musulmanes vienen de países regentados por las reglas islámicas tradicionales y pertenecen a una civilización que ha formateado las mentalidades, el pensamiento y el comportamiento según los valores y la concepción de la Sharia. Ciertos inmigrantes tienen la fuerza de separarse de este condicionamiento pero la mayoría son fieles a sus tradiciones. Las reglas de la Sharia crean una sociedad que se opone en casi todos los planos a las mentalidades y al modo de vida occidental. Ello se aplica no solo en la igualdad de sexos y la libertad sexual sino también en política, religión, educación, ciencia. Además, el Coran y los hadiths (las escrituras sagradas de la religión musulmana) prohíben formalmente a los musulmanes adoptar comportamientos de los  cristianos y los judíos. Esta prohibición es proclamada en la primera surate del Coran que repiten cinco veces por día en cada rezo. Estas razones han incitado al mundo musulmán a rechazar la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (diciembre 1948) inspirados en los valores europeos universales y no religiosos, y a proclamar en su lugar la Declaración del Cairo para los Derechos del Hombre (1999) en el cual los artículos se conforman estrictamente en los preceptos religiosos de la Sharia. Además del rechazo de las costumbres occidentales, hay dos razones principales para este rechazo:

1) La tradición religiosa de desprecio hacia los cristianos que deben ser obligatoriamente sometidos a la supremacía islámica como se aplico durante trece siglos y aun hoy.

2) La obligación religiosa de imponer la sharia a los países no musulmanes a fin de instaurar el sistema musulmán de justicia y de paz y el reino de Allah en el mundo.

 

G.Q: Un creciente número de Estados europeos están a favor de la adopción de la Sharia, por lo menos en el tribunal de arbitraje del derecho de la familia como en el Reino unido. ¿Adónde llevará este cambio?

 

B.Y: En la democracia, la justicia y la ley deben ser la misma para todos. Reglamentos distintos adaptados a la diversidad de grupos sociales destruirán la cohesión nacional y generarán conflictos. En el caso de los inmigrados musulmanes se trata de varios millones de personas dispersas en la mayoría de los Estados europeos y no de algunos miles. En Francia, según ciertas especulaciones, esta población se eleva a más de 12 millones de personas, es como una nación en el seno de otra. En su espíritu y su fuente, la jurisdicción de la Sharia está fundada en la palabra del Coran increado y no puede pues –sin riesgo de blasfemia – ser discutida, modificada o criticada. Esto está en contradicción con el marco racional del derecho europeo que evoluciona y se adapta a las circunstancias. La Sharia somete la libertad de expresión y la de la investigación científica a normas religiosas; establece una discriminación entre los sexos y las religiones, los Musulmanes y los no Musulmanes, como se puede observar actualmente en los países musulmanes modernos e incluso en Europa. La separación religiosa entre poblaciones que viven en el mismo país ira creciendo. La Sharia, en su espíritu y en sus reglas, forma un marco de sistema totalitario. Si uno acepta ciertos elementos, por ejemplo la educación escolar de las niñas o su segregación en la sociedad, ¿dónde nos detendremos? La adopción de la Sharia en numerosos países europeos sin duda acelerará la islamización del continente, una evolución que los europeos rechazan. Con otras palabras, mientras más importemos los principios de la civilización musulmana en nuestros países, más nos pareceremos a las sociedades musulmanas. Esta situación debe ser objeto de reflexión seria y de debates públicos porque podría aportar cambios irreversibles y conflictos sociales. No es posible eludir estas cuestiones.

 

G.Q: Uno de los argumentos en favor de la adopción de la Sharia pone en evidencia el hecho de que el reconocimiento de la ley islámica bajo la supervisión de tribunales civiles de los Estados, hará progresar las normas occidentales (o que su control por los tribunales civiles hará progresar las normas occidentales) y por consiguiente las prácticas internas retrógradas (puestas en marcha por la Sharia) seráon probablemente abandonadas. ¿Comparte usted este argumento?

 

B.Y: No se puede fundar una política en ilusiones piadosas. Este argumento afirma lo contrario de la verdad y revela la debilidad de los gobiernos que no pueden o temen imponer a los musulmanes inmigrados en sus países las leyes del país, sabiendo que estas contradicen a la Sharia y serán rechazadas por un cierto número de estos inmigrantes. Hemos visto ya cómo las ilusiones que han determinado la guerra en Irak y el apoyo a las rebeliones de la primavera árabe, lejos de aportar a los pueblos democracia y libertad, han provocado una oleada de masacres y crueldades. 

 

G.Q: En sus libros usted define la dhimmitud como la sumisión al Islam y la aceptación de un estatuto inferior en dicha sociedad a fin de evitar la muerte o la esclavitud y usted define la dhimmitud contemporánea como la sumisión al Islam a fin de evitar las violencias anti occidentales. Más allá del miedo ¿cómo se expresa un comportamiento de dhimmitud?

 

B.Y: Numerosos motivos incitan a la gente, en particular a los políticos, a aceptar la dhimmitud sin ni siquiera ser conscientes de su pasividad. Déjeme primero decir que los políticos así como el gran público, ignoran totalmente el sentido de la dhimmitud. Tienen solo una vaga idea de la condición especial de los no musulmanes, generalmente los cristianos, en los países musulmanes y no saben siquiera cómo llamarlo. No saben que esto existe por una legislación militar y teológica obligatoria basada en principios doctrinales. Son ignorantes y ello les hace particularmente vulnerables. Además, nosotros somos prisioneros de un adoctrinamiento social sistemático que se difunde a través de los medios, libros, el cine y la publicidad que permanentemente predican el multiculturalismo, el relativismo de las culturas, la destrucción de los principios culturales fundamentales de occidente, el diálogo interreligioso, la culpabilidad occidental, la deuda artística y científica de Europa a la magnifica civilización musulmana de tolerancia y de paz. Las nociones de djihad y de dhimmitud son totalmente rechazadas y tabús. Las identidades específicas y las historias europeas son deliberadamente borradas, desacreditadas con la finalidad de gustar a los extranjeros que las desprecian, aunuqe conservando con orgullo sus tradiciones y creencias. Permítame precisar que la dhimmitud no es solamente una condición militar, política, legal, social y religiosa; es también el condicionamiento mental pervertido de una persona que justifica su servilismo y se convierte en instrumento de su destrucción. La dhimmitud intelectual precede y abre la vía a concretizar la realidad. La dhimmitud occidental se revela en la adopción oficial y libre de la narrativa histórica musulmana por las élites. Yo reconozco que prejuicios a menudo presentes en las narraciones históricas deben ser suprimidos. Pero la estructura histórica de datos y documentos no debe ser descalificada por iletrados que los tratan como fábulas, debe ser preservada porque constituye el fundamento del conocimiento humano y de las civilizaciones. En las escuelas y las universidades, vemos el enfrentamiento permanente entre las concepciones occidentales y musulmanas de la historia y de la política – debiendo ellas, en el prisma musulmán, conformarse a las enseñanzas del Coran. El mandamiento religioso sagrado, la yihad no se debe criticar sin cometer blasfemia. La guerra de agresión para los occidentales, es interpretada por los musulmanes como un medio pacífico de retomar países ilegalmente ocupados por no religiosos que se oponen a la voluntad de Allah.

 

G.Q: ¿Se refiere igualmente a Israel?

 

B.Y.: La narrativa adoptada por Europa es particularmente chocante en lo que concierne a Israel porque le niega sus derechos en su patria ancestral y se somete a las estrategias e ideologías de la yihad. Obsesionada por un odio anti israelí revanchista, Europa concertada con los países arabo-musulmanes, libra a todos los niveles un combate para desligitimizar y demonizar a Israel teniendo como objetivo final su destrucción. Considero que esta política es un signo importante de dhimmitud. Europa conoce muy bien la historia del pueblo de Israel en su tierra porque durante 20 siglos, esta fue la base de su espiritualidad y de sus valores. Pero adopta la ideología yihadista que niega esta historia y mira tanto la destrucción de Europa como la de Israel. En otros términos Europa, como un continente vasallo cae en la dhimmitud y se pliega a los objetivos islamistas que buscan su destrucción. Otro signo de dhimmitud es la creación de una completa industria europea de falsificación de la historia de Israel, de su arqueología y sitos bíblicos a fin de «palestinizar» o islamizar. En los museos en Paris y Londres, Palestina y los palestinos son mencionados en antigüedades referentes a los hebreos incluso 2000 años antes de J-C. cuando no es sino 135 años después J-C. Que el emperador romano Adriano cambió el nombre de Judea por el de Palestina después de haber vencido a sus habitantes judíos!

 

G.Q: Entonces ¿es que la dhimmitud influencia la reacción de Europa a la mobilización de las minorías musulmanas?

 

B.Y.: Además de su estrategia dhimmi de servilismo hacia el mundo musulmán concerniente a Israel, la política de inmigración y de los manuales escolares, los gobiernos europeos han impuesto a sus ciudadanos la ley de la sharia sobre la blasfemia. También la negación deliberada del terrorismo y de la inseguridad por la Unión Europea evoca la resignación pacifica del dhimmi a su desaparición. Es difícil conservar la libertad de expresión y de pensamiento en las universidades y los medios. La agresividad y la intolerancia los remplazan. Los que resisten, como Geert Wilders, Magdi Allam Christiano, y otros, son los blancos de asesinos. Recientemente han intentado matar a Lars Hedegaard, el campeón de la libertad de expresión, pero al no haberse encontrado al sospechoso se han desatado todas las especulaciones. Europa es cada vez menos europea y cada vez más islamizada con un claro acostumbramiento inconsciente a la dhimmitud, la inseguridad,  las agresiones e insultos para los no-musulmanes. Estimulados por la potente Organización de la Cooperación islámica, los Estados occidentales libran una guerra contra la islamofobia y contra sus propios ciudadanos sin que se sepa muy bien lo que ello significa. La tendencia a la dhimmitud se desarrolla en una Europa que ha escogido la disgregación de sus fundamentos y la destrucción de los Estados-naciones.

 

G.Q: El islam radical es una ideología anti-liberal. Usted afirma que la actitud ambivalente de dhimmi hacia el islam radical es una actitud de apoyo indirecto. ¿Cómo explica usted que los países europeos hayan progresado en ciencia, tecnología, protección social, cultura, temas de sociedad como el derecho de las minorías o el derecho de los homosexuales, y al mismo tiempo abren sus puertas a ideologías anti liberales?

 

B.Y: En general, las contradicciones abundan en la política y en el campo histórico; una multitud de tendencias suprime la coherencia y la uniformidad. Grandes descubrimientos y realizaciones artísticas han coexistido en el pasado con guerras e injusticias sociales. Bajo el nazismo la vida intelectual y artística continuó; en la Francia ocupada Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir así como varios otros grandes autores y artistas prosperaron a pesar de la inhumanidad del periodo. Los progresos de la ciencia, la tecnología y en otros campos son el resultado del esfuerzo de médicos, científicos, investigadores y otros individuos, raramente de los políticos.

Como en los regímenes totalitarios, la oposición a la polçitica europea pro musulmana existe pero está censurada. Los disidentes son acusados de ser racistas y nazis por una campaña mediática internacional de caza de brujas. Son víctimas de boycott, de discriminación, de ostracismo social y profesional y sufren de inseguridad material. No solo son perseguidos por sus propios gobiernos y el aparato del Estado sino también por los yihadistas que aplican en Europa la ley de la sharia concerniente a la blasfemia.

 

G.Q: Numerosas ONG, tales como «Una ley para todos», luchan contra la adopción de la sharia y a favor de la integración de grupos musulmanes en las sociedades europeas, a fin de impedir la radicalización proveniente de sistemas de educación diferentes, de sistemas jurídicos y de actividades religiosas y políticas clandestinas. ¿Ve usted en estas actividades la emergencia de un movimiento social que neutraliza la pasividad institucional?

 

B.Y: Si, es una iniciativa positiva, igualmente para los musulmanes, porque ello permitirá  evitar conflictos y resentimientos contra ellos. Hay 56 países musulmanes más la Franja de Gaza que aplican la sharia. Los musulmanes que quieren vivir según la jurisdicción de la Sharia, deben emigrar  a estos países en lugar de a los países occidentales.

 

G.Q:  Los países actuales en Medio Oriente han heredado el sistema otomano de «millet», que otorgaba una autonomía a las comunidades etno-religiosas, comprendiendo el derecho de la familia. Israel ha adaptado este sistema reconociendo así los tribunales religiosos, incluyendo los tribunales rabínicos e islámicos, con poderes en materia del derecho de la familia. ¿El control de la Corte Suprema en las decisiones de los tribunales religiosos ha influenciado la jurisprudencia religiosa comprendiendo los jueces de la sharia, como ya era en el caso del Reino Unido?

 

B.Y: El sistema del «millet» fue inicialmente concebido por los romanos. La extensión de su imperio por la conquista de numerosos pueblos y territorios incitaron a los emperadores romanos a autorizar a sus ciudadanos a conservar sus religiones nacionales particulares, sus Dioses y sus propias leyes. En este contexto, el judaísmo como religión de un país aliado y amigo de Roma, fue reconocido «religio licita», y de este hecho ha gozado de una autonomía jurídica. Incluso después de la destrucción de la independencia judía por las armas romanas y la incorporación del país como nueva colonia llamada Palestina en el seno del Imperio Otomano (135 de nuestra era), este estatuto de autonomía fue conservado con algunas modificaciones.

Es la cristianización del Imperio romano lo que transforma esta situación «liberal» en una condición obligatoria de miseria y de desgracia para los judíos. Pero, cuando todos los cultos paganos estaban prohibidos, el judaísmo fue tolerado pero rebajado por una jurisdicción discriminatoria y humillante que incitaba al odio. Esta legislación anti-judía fue inscrita en los códigos jurídicos bizantinos a partir del siglo V. Constituyó el estatuto judío aplicado en toda Europa hasta el siglo XVIII y XIX cuando fue abolido en la Revolución francesa; algunas de estas leyes fueron reactivadas en el estatuto racista anti-judío promulgado por el gobierno francés de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando en el siglo VII los árabes invadieron los territorios bizantinos, adoptaron este estatuto de los judíos bajo una forma agravada e islamizada. Integraron los libros de la Sharia y las aplicaron a las poblaciones judías y cristianas. Es conocido en el Imperio Otomano como el sistema de «millets» de las naciones.

Es el sistema juridico que ya he estudiado bajo el nombre de dhimmitud, que es aun valido hoy en día en el Islam, esto es evidente para aquellos que lo conocen. Permítame ahora decirle porqué yo me opongo a la introducción del sistema del millet en la Europa del siglo XXI. Primero, el sistema de millet no significa solo autonomía religiosa y civil para las minorías, es la consecuencia de una conquista yihadista de un territorio no musulmán y de leyes yihadistas. Que sea en su forma romana moderada o en la legislación opresiva de la Sharia contra las poblaciones conquistadas por el Imperio islámico, resulta de conquistas territoriales. Segundo, es inseparable del conjunto del sistema deshumanizante de dhimmitud, que, brevemente exige:

La desigualdad económica, social, religiosa, cultural y jurídica entre Musulmanes y no Musulmanes;

La responsabilidad colectiva de la comunidad no musulmana por las faltas de un individuo:

Las restricciones culturales;

Las incapacidades jurídicas discriminatorias;

La protección correlacionada a un estatuto deshumanizante;

La prohibición de poseer tierras, armas, etc.

La colonización europea de países musulmanes y los gobiernos nacionalistas árabes abolieron el sistema de millets, pero sus discriminaciones para los no musulmanes, que fueron integrados a la Sharia, existen aun hoy incluso en Turquía. Nunca se instauró en la península Arábiga porque los no musulmanes no podían vivir allí.

Las situaciones de las comunidades de inmigrantes musulmanes en Europa son muy diferentes de la de los millets indígenas sometidos y viviendo en su patria ancestral. Estas comunidades no son naciones europeas indígenas sometidas, sino comunidades extranjeras que escogieron inmigrar por propia voluntad. Pienso que los juristas deberían elaborar un sistema que respete sus exigencias religiosas conforme a la legislación nacional del país de acogida.

 

G.Q: Usted describe con gran competencia el sistema de millet adaptado a la jurisdicción israelí. Pero este sistema fue impuesto por el antiguo colonizador británico y no ha sido jamás adaptado por ninguno de los pueblos que, después de siglos de luchas, fueron capaces de liberarse de la colonización islámica en España, Sicilia, Serbia, Grecia, Bulgaria, Rumanía y Armenia.

 

B.Y: Los juristas y políticos europeos deberían considerar tres puntos que se refieren únicamente al Islam:

La asociación obligatoria de la religión y de la política;

El origen increado – luego de carácter inmutable – de las Escrituras sagradas islámicas;

El imperativo religioso de una Yihad universal.

 

G.Q.: Cuando hablamos del Islam, hablamos también de las relaciones judeo-musulmanas y de la actitud musulmana hacia Israel. Me permito hacerle una pregunta aparentemente ingenua. ¿Por qué se le pide a los judíos que se asimilen a la cultura mayoritaria de su país de residencia, cuando por el contrario los musulmanes están pidiendo más independencia y autonomía en el marco de la protección de las minorías y de los derechos del hombre? ¿Por qué los judíos son considerados como un incorregible «pueblo diferente» apegado a sus tradiciones antiguas, mientras que las prácticas musulmanas son acogidas como una expresión positiva de diversidad, en cierta manera idealizadas?

 

B.Y: Las relaciones europeas con los musulmanes entran en los esquemas de la dhimmitud. Los políticos europeos no se atreven a afrontar la poderosa Organización de la Cooperación Islámica (OCI), que es en efecto la fuente que dicta a Europa su política anti israelí, su estrategia de inmigración musulmana, los manuales escolares, la no-integración, el multiculturalismo, las escuelas musulmanas distintas, la discriminación positiva, la promoción de la diversidad, la ley de la blasfemia, la sharia para los bancos, etc. La Unión Europea y sus dirigentes son solo los que ejecutan las ordenes de la OCI que imponen a los pueblos.  La OCI ha reclutado y paga en Europa a innumerables lobbies y colaboradores para poner en marcha su estrategia yihadista silenciosa. Israel no tiene estrategias de este tipo hacia Europa o un tal poder financiero y no tiene ninguna influencia en la política europea. En cuanto a la animosidad anti judía, se trata de una combinación, en ciertos medios, del antisemitismo cristiano tradicional que se asocia a la propaganda de una judeofobia sobre todo musulmana y a la causa palestina. No se debe olvidar que desde el principio del siglo XX la oposición al sionismo y el antisemitismo sirvieron de fermento al acercamiento y al diálogo islamocristiano.

 

G.Q: El hecho de llevar símbolos judíos se ha vuelto cada vez más peligroso en Europa, a causa de la violencia anti judía musulmana y la de la izquierda radical. La existencia de prédicas antisemitas en los grupos islámicos, las mezquitas y las escuelas musulmanas es bien conocida. ¿Por qué las autoridades se desinteresan de este fenómeno?

 

B.Y: No sé si aun podemos hablar de autoridad. Gracias a la Unión Europea y a la OCI, los Estados europeos están en plena decadencia y son incapaces de imponer el orden y la seguridad en sus propios territorios, cargos que deberían constituir los primeros deberes con los ciudadanos. Hoy, estos Estados, planifican la supresión de las fronteras optando por una acogida de inmigración masiva, de ahí la necesidad de promover el multiculturalismo y el relativismo de los valores. Rechazan las obligaciones del Estado Nacional transmitiendo sus responsabilidades a una burocracia transnacional, la Unión Europea, que se desvía de las reglas democráticas. La unión y la paz en Europa representan un enriquecimiento cierto pero no deberían apoyarse en una estructura fascista. La crisis económica agravará la situación.

En referencia al semitismo, fue promovido por la Comisión Europea a partir de 1999 con la finalidad de apoyar a Arafat y de asustar a las pequeñas comunidades judías que habían sobrevivido a la Shoá y a las cuales se añadieron los refugiados judíos expulsados de los países árabes en los años 1950-60. El objetivo era forzarlos a denunciar a Israel a fin de aumentar su aislamiento y de involucrar a los judíos en la campaña de difamación contra este Estado. Esta política estaba programada por la Comisión Europea dirigida en la época por Romano Prodi, Javier Solana y Chris Patten; estaba coordinada con los ataques terroristas de la segunda intifada querida por Arafat en el 2000 y apoyada por Jacques Chirac, como ya demostré en mi libro Eurabia: El eje euro-árabe con bastante documentación. La campaña BDS, el boicot económico, el apartheid y las acusaciones «de ocupación» lanzadas contra Israel, que exoneran el yihadismo palestino y provocan el antisemitismo, emanan de la Unión Europea, de la OCI y de sus colaboradores europeos, así como de las iglesias palestinas, sirias, irakíes dhimmis.

La Europa política ha sido siempre hostil al movimiento de liberación nacional judío. Excepto algunas personalidades excepcionales y algún político aislado, los gobiernos colaboraron, de una u otra manera, a la Shoá. La exoneración del islam radical por la UE se funda en su apoyo a la causa palestina, cuya ideología impregna su guerra astuta contra Israel.

 

G.Q: Hezbollah ha organizado un atentado de turistas contra israelíes en Bulgaria. Antes la OLP de Arafat había atacado en varias ocasiones blancos judíos e israelíes en Europa, apoyados por organizaciones terroristas radicales de izquierda. La Unión Europea así como otros Estados miembro rechazaron agregar en la lista de organizaciones terroristas, a Hezbollah. ¿Es un ejemplo de dhimmitud?

 

B.Y: Claro. Los políticos dhimmis temen represalias terroristas en Europa o en otros países. Este ejemplo ilustra lo ridículo de la mascarada de la Unión Europea como campeona de los derechos del hombre. Francia, gran asesina de la política de autodefensa de Israel, ha declarado de manera grandilocuente que los terroristas en Mali debían ser erradicados. ¿Y por qué no en Gaza? ¿Por qué no en Líbano? Los grupos radicales de izquierda e islámicos convergen en otro punto: la desligitimación y demonización de Israel. ¿Cuáles son las razones de esta comunidad ideológica? Los dos grupos son diferentes en la concepción que tienen de la religión, la igualdad de sexos y en la política. El antisemitismo virulento ha existido siempre en el seno de los partidos de izquierda. Los Estados comunistas han apoyado a Arafat, los Palestinos y los tercermundistas en una gran coalición contra las democracias. Hoy la izquierda radical europea está moribunda y sobrevive reclutando a sus adeptos entre los inmigrantes musulmanes y por campañas anti israelíes bien pagadas en petrodólares.

 

G.Q: Una última pregunta: ¿Cómo ve usted el porvenir de Europa? ¿Qué se debe hacer para parar la dhimmitud?

 

B.Y: Es difícil de prever el porvernir de Europa, porque se encuentra en un estado transitorio habiendo perdido sus referencias, por haber escogido deliberadamente el destruirse renunciando a su estabilidad territorial, a su historia y a sus raíces culturales. Pero una civilización que reniega de sus valores y sus fundamentos, es una civilización sin alma y una presa para las otras. Son necesarios cambios para adaptarse a la evolución de las situaciones, pero la supervivencia de Europa exige la preservación de sus valores fundamentales judeo-cristianos y humanistas y no su disolución en el magma de una multitud indiferenciada, invocando el multiculturalismo, la equivalencia de la civilización a la barbarie.

Para poner fin a la dhimmitud, que incorpora la supresión de las libertades y de la dignidad humana, hace falta primero tener la capacidad de reconocerlo. No se puede luchar contra una situación que no se discierne y no se entiende. Hace falta pasar por encima de la política de negación ideológica y el control fascista de la cultura y de la opinión que intenta adaptar todo ello en un discurso políticamente correcto. Debemos apoyar a los políticos, los escritores, los periodistas y la gente ordinaria que ponen sus vidas en peligro y aceptan sacrificios en el plano profesional y social para preservar los valores democráticos fundamentales de nuestras sociedades. La historia los reconocerá como los héroes que habrán salvado la libertad y la dignidad de las generaciones futuras.

 

©israel-chronique-en-ligne y ©danilette.over-blog fuente informazionecorretta  a través de Israel-flash.com 

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.