Un coro serbio-judío canta después de haber estado en las sombras

El Coro Hermanos Baruch, de 136 años de edad, ha sobrevivido el Holocausto, el comunismo y el colapso de la antigua Yugoslavia.

Por Amy Guttman

Casi todos los judíos de Serbia fueron asesinados durante el Holocausto, en lo que fue una de las campañas de asesinatos más rápidos en toda Europa. La región fue declarada “Judenfrei” (libre de judíos) en 1942, después de sólo 13 meses de ocupación nazi.

Sin embargo, la Sociedad Serbia-Judía de Canto- uno de los coros judíos más antiguos del mundo, hoy conocido como el Coro Hermanos Baruch- ha prosperado, a pesar de haber sido silenciado durante las Guerras Mundiales I y II. Hoy en día, habiendo sobrevivido el genocidio, el comunismo, la desintegración de la antigua Yugoslavia, y una disminución de la población judía, el grupo es más grande que en cualquier otro momento de su historia, a pesar de que menos del 20 por ciento de sus miembros son judíos.

Pero eso no parece molestarle a nadie- ni al Ministerio de Cultura, que solicita la presencia del coro en conmemoraciones importantes; no a la comunidad judía; y no a los cantantes. Síntesis y armonía han sido las fuerzas impulsoras detrás del coro desde que se estableció por primera vez.

Cuando el grupo se fundó en 1879, dijo el conductor de 31 años de edad, Stefan Zekic, “fue apreciar la música judía ortodoxa y la serbia, y crear una especie de puente entre dos personas- los serbios y los judíos”. Ese sentido de propósito compartido será marcado el 10 de mayo, cuando el coro se presente en una ceremonia oficial que marca la liberación de Staro Sajmiste, un campo de concentración en las afueras de Belgrado, el cual se cree que es el lugar en donde la mitad de los judíos de Serbia pereció.

La conexión positiva entre judíos y serbios que el coro había ayudado a fomentar desde sus inicios se reforzó durante la Primera Guerra Mundial, cuando los dos grupos lucharon codo con codo.

“Hay muchas similitudes entre el judaísmo y la ortodoxia oriental”, dijo Jasna Pecarski, una doctora judía estadounidense- nacida en Serbia- que se retiró a Belgrado hace unos años por su estilo de vida asequible y quien canta en el coro con su hijo. “No existen instrumentos en la iglesia, ningún órgano o piano, sólo voz, por lo general un coro. Nosotros, los eslavos, los serbios, tenemos una gran tradición vocal. Cantamos todo tipo de música: judía ortodoxa, música secular, serbia ortodoxa, y todo desde compositores famosos como Mozart a arreglos populares y jazz”.

Yugoslavia proporcionó un refugio para los judíos austriacos para escapar de Hitler después del Anschluss en 1938. La población judía de Serbia aumentó a 35,000 antes de que fuera casi totalmente aniquilada. La mayoría de las personas fue enviada a campos de concentración cercanos, en Belgrado y otras partes de la antigua Yugoslavia, incluida Croacia. Muchos de ellos nunca llegaron a los campamentos y fueron fusilados en el acto.

Después de que Serbia fuera liberada, 5,000 sobrevivientes judíos serbios volvieron a Belgrado. Su primera parada fue en la sala de ensayo del coro, que se convirtió en un centro para la localización de familiares y amigos.

“Había muchos huérfanos después de la guerra”, dijo el presidente del coro Branka Cvejic-Mezei, quien es judía. “La comunidad judía no tenía medios para llevar una vida normal. Muchos judíos salieron del país. Sin embargo, los sobrevivientes no perdieron el tiempo en tratar de reconstruir la comunidad. Inmediatamente después de la guerra, los judíos que sobrevivieron regresaron al coro. Los miembros de la comunidad judía querían reconectarse; la forma más fácil de hacerlo era a través del coro”.

Algunos judíos sobrevivieron gracias a los 131 “gentiles justos” de Serbia, más que de cualquier otra nación balcánica. Otros se convirtieron en miembros de la resistencia yugoslava. Para conmemorar la lucha contra los nazis, el coro cambió su nombre por el de Coro Hermanos Baruch. Los tres hermanos, todos partidarios de una familia prominente de Belgrado, fueron asesinados durante la guerra y se convirtieron en un símbolo de la resistencia. Una calle y una escuela local fueron nombradas en su honor. Su casa, un hito de Belgrado, fue noticia el año pasado, cuando fue derribada por una compañía constructora privada.

El coro realizó su primer concierto de la posguerra en 1948, pero no fue sino hasta que fue invitado a cantar en Jerusalén cuatro años después que el grupo realmente encontró su sentido otra vez. El pianista Andreja Preger fue el director de orquesta; con 103 años, él es el integrante de más edad. Preger sobrevivió al Holocausto como partidario y, más tarde, se convirtió en uno de un número sustancial que encontró a su futura pareja en los ensayos. El coro tiene una historia de concretar matrimonios, con 30 bodas realizadas solamente durante los últimos 15 años. Pero, como un reflejo de la membresía del coro, muchas de las uniones son mixtas.

“La observancia en la comunidad no es tan fuerte”, explicó Rubén Fuks, titular de la Federación Serbia de Comunidades Judías. “La minoría de la comunidad es muy observadora. Hay que recordar que el desarrollo después de la Segunda Guerra Mundial no estaba muy a favor de la vida religiosa, por lo que la continuación de la vida de la comunidad era más secular que religiosa”.

Zekic, el conductor, dice que bajo el comunismo, el judaísmo fue visto como una religión y una etnia. “Nuestra etnia fue plenamente aceptada sin discriminación”, dijo. “Es muy diferente comparando a la Unión Soviética, donde se tiene el antisemitismo oficial. En la antigua Yugoslavia y Serbia, ese tipo de antisemitismo no estaba presente”.

El coro, dicen los miembros, no enfrentó obstáculos durante el comunismo. Por el contrario, se convirtió en una fuente de orgullo nacional. El coro era libre de cantar las canciones que le gustaran a los integrantes- en cualquier idioma. Los integrantes disfrutaban, inclusive, de libertades mayores, con permiso para viajar a festivales y concursos a través de la región durante un momento en el que no era tan sencillo hacerlo. En 1978, el grupo incluso llegó al Carnegie Hall en la Ciudad de Nueva York.

Gordana Rutar, a los 75 años, uno de los miembros más antiguos del grupo, recuerda con cariño viajar a Israel tres veces, así como a Inglaterra, Grecia, Suiza, y otras partes de Europa para cantar. Aunque no es judía, ella se describe al grupo como su segunda familia. “Me gusta cantar música judía,” dijo. “No tengo problemas con el hebreo o el yiddish en absoluto porque he estado cantando en este idioma durante 30 años. No lo entiendo, pero puedo cantarlo. Me crié en una familia que quiere y respeta los judíos. Todo el mundo en este coro sabe qué pasó con el pueblo judío”.

Aleksandra Pusica, un estudiante de medicina de 23 años, audicionó y fue aceptado en el coro a los 18. “Yo no soy judío pero todos mis amigos cantan en coros y yo quería probar algo nuevo”, dijo. “Todos me hicieron sentir bienvenido y aceptado”.

Incluso hoy en día, con el antisemitismo en aumento en toda Europa, Zekic afirma que en Serbia se trata en pequeñas dosis. Sin embargo, los judíos de Serbia están luchando para mantener viva su comunidad. Después de la desintegración de Yugoslavia en la década de 1990, y los conflictos que siguieron, se produjo un éxodo judío fresco. Muchos fueron a Israel y a Estados Unidos, mientras que las personas mayores se trasladaron principalmente a Hungría.

Se cree que los judíos de Serbia son 3,300, con alrededor de 2,000 viviendo en Belgrado. Según Fuks, el coro- que canta decenas de conciertos al año, a nivel local y regional, para ceremonias estatales, eventos humanitarios y en festivales y concursos- es la parte más visible de la comunidad pero éste, también, se enfrenta a varios obstáculos. El apoyo del gobierno es limitado. Zekic, conductor a tiempo completo del Teatro Nacional, trabaja para el coro de manera voluntaria. Aun así, ha disfrutado de una ventaja: conoció a su novia en los ensayos. Ella documenta la historia del coro a través de su página oficial de Facebook.

Como muchos otros, Fuks ha pensado largo y tendido acerca de cómo preservar y cultivar la comunidad judía de Serbia. Un esfuerzo se ha centrado en las escuelas públicas. Las fotografías recogidas de los sobrevivientes de la guerra son parte de una exposición y taller itinerantes, que recorre siete ciudades serbias distintas. El concierto del próximo mes, que marca la liberación de Staro Sajmište, ofrecerá otra oportunidad para hacer accesibles la comunidad y sus tradiciones.

Pero, como un americano expatriado, Jasna Pecarski señala que no todo es sombrío. Para Janucá, cantaron únicamente para un grupo de 200 personas que estuvo de pie. “Cantamos canciones judías”, dijo ella, “pero al final cantamos un favorito de Abba, ‘Mamma Mia’”.


Fuente: Tablet / Traducción: Miriam Baley.

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