NORA GAON PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Lo que esos jóvenes hicieron en ese corto abril del ’43 fue algo inconcebible para esos días y esas situaciones. Generalmente los jóvenes hacen cosas inconcebibles, pues creen que por haber inventado el mundo, pueden enmendarlo cuando algo anda mal. En aquel oscuro 1943 todo andaba mal.
Mientras se llevaban a sus familiares y vecinos a un lugar llamado Treblinka, que según los rumores era sinónimo de muerte, se dieron cuenta que el mundo se había dado vuelta y que todo estaba perdido. Cuando sus padres habían llegado a esa conclusión, levantaban sus ojos al cielo pidiendo ayuda. Cuando ellos entendieron que todo estaba perdido, actuaron como solo los jóvenes saben actuar: uno elevaba sus ojos hasta la altura de los ojos de su amigo, otro los elevaba hasta los del otro, una muchacha contenía su llanto buscando una mirada cercana y esa cadena de miradas enfurecidas hicieron algo diferente a dejarse llevar o pedir ayuda a una fuerza superior – esos jóvenes se organizaron y decidieron levantarse en armas, ser ellos mismos esa fuerza superior.
Esos mismos jóvenes se habían comportado de una manera muy diferente durante los últimos dos años del gueto, habían hecho todo lo posible por seguir la vida, se habían comprometido a seguir educando, continuaron la ayuda mutua. Pero algo en el aire decía que lo que estaba pasando ese abril era muy diferente a todo lo que había sucedido hasta ese momento y que todos esos miles de seres humanos que estaban siendo llevados no volverían, y que ellos serían los siguientes en la lista.
Los verdugos no estaban preparados para un acto tan descarado ¿Quiénes son esos bandidos? se preguntaban, ¿quién les dio permiso para sublevarse contra el Tercer Reich? ¿quién les dio armas? y lo más importante, ¿de dónde habían sacado esa valentía? Nosotros somos los valientes… ellos los sub-humanos… nosotros, con nuestras botas y nuestras medallas pulidas…
El gueto, un barrio de la ciudad, como campo de batalla. Algo inconcebible para unos, pero muy claro para los otros, a esos jóvenes les era muy claro pues se habían dado cuenta que no había nada que perder, que lo único que les quedaba era su última libertad: la de decidir cómo y cuándo morir. Así, se levantaron en armas.
Los que cayeron quedarán jóvenes para siempre. Los que sobrevivieron llevan en sus ojos esa chispa que iluminó aquella gran oscuridad.
#Holocausto
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