THE WALL STREET JOURNAL
El partido antisemita Jobbik sigue creciendo.
El creciente extremismo en Hungría es uno de los acontecimientos políticos más alarmantes en Europa. La última señal llegó el domingo cuando los votantes en el distrito oriental Tapolca del país eligieron a un candidato del partido de extrema derecha Jobbik en una votación especial. Si el resultado es confirmado oficialmente, será la primera vez que Jobbik haya ganado una banca parlamentaria en una elección parcial en lugar de a través de listas partidarias.
Jobbik es el tercer partido más poderoso en Hungría. En la elección general del año pasado, reunió el 20% de los votos. El partido es abiertamente antisemita. Un líder de Jobbik en el año 2012 solicitó al gobierno “contabilizar a las personas de ascendencia judía” ya que ellas “presentan un riesgo para la seguridad nacional.” Un miembro de Jobbik del Parlamento ha escupido sobre un recordatorio del Holocausto en Budapest.
Los líderes del partido están también entre los más expresivos partidarios de Europa para Vladimir Putin y el régimen iraní. Márton Gyöngyösi, portavoz de política exterior de Jobbik, ha descrito la anexión de Crimea por parte de Eusia como el “triunfo de la autodeterminación de una comunidad” y denunció el aislamiento internacional de la República Islámica en nombre de los “intereses israelíes.”
El ascenso de Jobbik ha llegado a costa del partido gobernante Fidesz, y el Primer Ministro Viktor Orbán no puede culpar a nadie más que a sí mismo. Orbán, quien de joven, en la década de 1980, cortó sus dientes políticos como un anti-comunista, ahora adopta el anti-liberalismo. “No pienso que nuestra pertenencia a la Unión Europea nos excluya de construir un nuevo estado anti-liberal basado en fundamentos nacionales”, dijo en un discurso el año pasado, citando a Rusia, China y Turquía como ejemplares.
Para ese fin, Orbán ha nacionalizado las pensiones, hizo más difícil para los extranjeros comprar tierras de cultivo húngaras, y proscribió la cobertura noticiosa “desequilibrada.” Fidesz y Jobbik han encontrado causa común en tomar como blanco a la minoría romá, o gitanos, del país y Fidesz ha promovido hace mucho tiempo la narrativa falsa, popular entre los nacionalistas húngaros, de que el país fue en su mayoría una víctima inocente de la Segunda Guerra Mundial, en vez de un estado aliado a los nazis.
Una Hungría aliada al Kremlin sería una carta estratégica en el corazón de Europa Central. En diciembre, el Senado de Estados Unidos votó estrechamente junto a las líneas partidarias para confirmar al candidato del Presidente Obama para próximo embajador estadounidense ante Hungría: el productor de novelas Colleen Bradley Bell.
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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