TONY BADRAN
Una vez más Obama demuestra que, en agudo contraste con sus aliados, de hecho ve a Irán como la solución a los problemas intratables en el Medio Oriente.
“Irán es parte del problema en Yemen, no parte de la solución,” dijo Adel al-Jubeir, el embajador saudí ante Estados Unidos el miércoles. La declaración fue un reproche indirecto al Presidente Obama, quien en una entrevista el día anterior había dicho que su gobierno había “indicado a los iraníes que tenían que ser parte de la solución, y no parte del problema.”
Esta discrepancia pública es prueba de una amplia brecha que ha hecho mucho por moldear el conflicto en Yemen. Públicamente, Obama afirma apoyar a los saudíes, pero detrás de escena se ha inclinado mucho más hacia Irán que lo que deja ver. Mientras que el objetivo saudí es excluir a Irán de Yemen, Obama ve a Irán como un actor importante. Sus funcionarios han estado en comunicación constante con los iraníes por Yemen, y han estado presionando por un cese del fuego saudí. La posición de Obama funciona en beneficio de Teherán. Pero nuevamente ha demostrado que, en agudo contraste con sus aliados, ve de hecho a Irán como la solución a los problemas intratables en el Medio Oriente.
La magnitud total de la inclinación de la administración hacia Teherán en Yemen sólo ha surgido en los últimos días. El lunes, funcionarios de alto rango dejaron en claro la falta de entusiasmo de la Casa Blanca con la operación saudí. “La Casa Blanca quisiera que Arabia Saudita y sus aliados árabes sunitas recorten los ataques aéreos y estrechen el objetivo a enfocarse en proteger la frontera saudí”, dijo un funcionario.
“En algún momento, una campaña aérea tiene retornos decrecientes y marginales”, dijo otro funcionario al columnista David Ignatius al día siguiente. “No perdamos de vista el hecho que el conflicto en Yemen tendrá que ser resuelto políticamente.” Al mismo tiempo, otros funcionarios del gobierno sacaron a relucir las intenciones presuntamente positivas de Irán, afirmando que Teherán de hecho había desalentado a los huzíes de capturar Sanaa.
Una vez que los saudíes anunciaron el fin de la Operación Tormenta Decisiva, la administración se atribuyó rápidamente el crédito, filtrando que fue la presión estadounidense la que hizo que Riad diera marcha atrás. “Los saudíes,” dijo el miércoles un portavoz del Departamento de Estado, “comprenden que el camino hacia adelante aquí tiene que ser el diálogo.”
Obama estuvo señalando un tipo de colaboración indirecta con Teherán, la que los iraníes se apresuraron a explotar. El martes, horas antes que los saudíes hicieran siquiera su anuncio, el vice ministro del Exterior de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, declaró preventivamente “que en las próximas horas, después de muchos esfuerzos, veremos un alto a los ataques militares en Yemen.” Con esta declaración, inocua en apariencia, los iraníes mostraron al mundo que están negociando con los estadounidenses por sobre las cabezas de los saudíes.
Abdollahian había perfeccionado esta táctica con otro aliado de Estados Unidos; Israel. Luego del ataque israelí a una caravana iraní en el Golan en enero, Abdollahian reveló de igual manera que Teherán era un interlocutor principal de Washington, y que estaba diciendo a los estadounidenses que frenen a su aliado.
En este último ejemplo de la táctica, los medios de comunicación pro-iraníes en Líbano ayudaron a apoyar el argumento, afirmando que el secretario de estado estadounidense John Kerry había llamado a su homólogo iraní, Javad Zarif, el martes para informarle que Washington presionaría a Riad para que cancele sus operaciones militares.
Según la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf, el informe libanés era falso. Incluso mientras lo descartaba, sin embargo, ella pareció afirmar la connivencia misma entre Washington y Teherán que el informe afirmaba revelar. Ella no descartó la comunicación entre Kerry y Zarif sobre Yemen “la semana pasada.” Lo que es más, sugirió que Kerry y Zarif habían discutido sobre Yemen mientras estaban en Lausana—a pesar de las negativas repetidas de la administración que estaba siendo discutido algo más que el programa nuclear de Irán.
Mientras tanto los saudíes no se han doblegado. Están continuando las operaciones, aunque en una escala diferente, mientras declaran su voluntad de intensificar si los huzíes no logran cumplir las condiciones del cese del fuego. En segundo lugar, ellos objetaron abiertamente la intención de Obama de incluir a Irán como un actor interesado en Yemen. “Irán no debe tener ninguna decisión en los asuntos yemenitas”, dijo a Reuters el Príncipe Mohammed bin Nawaf, embajador del Reino ante Inglaterra.
Muy como los israelíes, los saudíes ya no pueden operar más bajo la presunción de que recibirán apoyo estadounidense. El Presidente Obama parece creer que al incluir a los iraníes en las negociaciones está trayendo “equilibrio” al Medio Oriente. Vista desde la perspectiva de Arabia Saudita e Israel, sin embargo, la doctrina de “equilibrio” de Obama parece como una receta para más conflicto. Envalentona a Irán, el cual—sintiendo el viento estadounidense en sus velas—lleva a casa su ventaja. Y deja a los aliados de Estados Unidos sin más opción que resistir la expansión de Irán—y la doctrina de Obama, que le da reconocimiento.
En resumen, el equilibrio es una fantasía. O tal vez es algo mucho peor. Tal vez es apenas la forma menos objetable de decir que Obama se está poniendo del lado de Irán ahora.
Fuente: Now Lebanon
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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