El juicio del ex nazi Oskar Groening sienta un precedente: ‘cómplices de manos limpias’

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – INVESTIGADO POR JAIME MUROW

Por Efraim Zuroff

Oskar Groening, el llamado contador de Auschwitz

Mucho me sorprendería que Oskar Groening, el llamado contador de Auschwitz, cuyo juicio comenzó el pasado martes en Alemania bajo los cargos de cómplice en 300.000 casos de asesinato de judíos húngaros deportados a ese campo de exterminio en la primavera de 1944, no estuviera maldiciendo su buena salud y mala suerte. Porque de haber vivido hasta una edad algo más joven, o estar en mal estado de salud, casi con seguridad nunca habría sido procesado en un tribunal alemán por su complicidad en los crímenes cometidos en el más notorio de los campos de exterminio nazis.

Con el fin de entender cómo Groening terminó esta semana en un tribunal de Lüneburg, hay que retroceder unos siete u ocho años a una decisión crucial en el caso del guardia del campo de la muerte Sobibor Ivan Demjanjuk al que se había ordenado deportar de los Estados Unidos por ocultar su servicio con los nazis.

Ni el país donde el guardia de las SS ucraniano cometió sus crímenes (Polonia), ni el país de su nacimiento estaban dispuestos a recibir a Demjanjuk, por lo que los estadounidenses hicieron un llamamiento a Alemania, que asumió la responsabilidad final por los delitos de Sobibor. En este punto en el tiempo, sin embargo, y durante los últimos cincuenta años, un sospechoso no podía ser procesado por los crímenes nazis en Alemania a menos que hubiera pruebas de que él o ella hubieran cometido un delito específico contra una víctima específica, y tal prueba contra Demjanjuk no estaba disponible.

Los fiscales de la Oficina Central para el Esclarecimiento de Crímenes Nazis decidieron, por tanto, presentar un caso contra Demjanjuk basado en su servicio en uno de los seis campos de exterminio nazis, cuyo principal objetivo era el asesinato en masa, principalmente de judíos, pero también de otros enemigos del Tercer Reich.

Esa estrategia dio buenos resultados y Demjanjuk fue condenado en mayo de 2011 de cómplice de asesinato a cinco años de prisión. El veredicto reconoció que, al servir como guardia de las SS en Sobibor, Demjanjuk fue una parte integral del sistema de aniquilación masiva que liquidó a un cuarto de millón de judíos en menos de dos años, y por lo tanto, era culpable al menos de cómplice de asesinato.

A raíz de esa decisión, la Oficina Central empezó a buscar a todas y cada una de las personas hasta ahora impunes que habían servido en cualquiera de los campos de exterminio nazis (Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Belzec, Chelmno, Sobibor y Majdanek), o en los Einsatzgruppen A, B, C, y D – las unidades especiales móviles de matanza – que operaban en las zonas de la Unión Soviética y cuya principal finalidad era también la aniquilación en masa de judíos, así como de los enemigos del Tercer Reich. Hasta la fecha, varias docenas de estas personas, entre ellos Oskar Groening, han sido ubicadas en Alemania y él es el primero en ser llevado a juicio.

Este solo hecho habría sido suficiente para que el caso Groening fuera significativo, pero hay dos aspectos que lo hacen particularmente importante.

El primero es que hace unos diez años, Groening habló abiertamente en entrevistas con respecto a su servicio en Auschwitz, reconociendo las atrocidades que tuvieron lugar en ese campo. La segunda es que, aparentemente, no estuvo físicamente involucrado en el asesinato en masa de los internos.

El primer punto hace a Groening único al menos entre los criminales de guerra nazis que fueron procesados ​​durante las últimas cuatro décadas, ninguno de los cuales admitió los crímenes que se cometieron allí donde prestaron servicio. Por otro lado, a pesar de esta admisión de lo que él llamó en la corte “culpabilidad moral”, Groening afirmó en sus entrevistas, que no se consideraba legalmente culpable. El segundo punto es que, dado que su papel era de contador, una condena validará el importante hecho de que uno no tenía que apretar un gatillo o empujar a alguien a una cámara de gas para ser considerado cómplice de los crímenes de guerra nazis, y que la estrategia de la fiscalía alemana revisada también se aplica incluso a aquellos que, como Groening, cuyas manos, literalmente, pueden no estar llenas de sangre, pero cuyas acciones no obstante facilitaron el derramamiento de ríos de sangre por parte de otros.

Efraim Zuroff es el principal cazador de nazis del Centro Simon Wiesenthal y director de su Oficina de Israel. Su libro más reciente es “Operación Última Oportunidad; La búsqueda de un hombre por llevar criminales nazis a la justicia”. Su sitio web es: www.operationlastchance.org y puede ser seguido en TwitterEZuroff

Fuente: i24news

 

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.