IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – En la nota anterior comenzamos a explicar la enorme lección de historia que encontramos en el libro de Daniel y todo lo que implica. El texto nos habla de un personaje supuestamente contemporáneo a la destrucción del Primer Templo, pero tenemos allí anexos elaborados durante la época de la destrucción del Segundo Templo. Eso significa que el libro de Daniel involucra un ciclo -desde la destrucción de un Templo hasta la destrucción del otro- de unos siete siglos de extensión.
¿Coincidencia? No. Ciclos históricos. Estamos hablando de dinámicas sociales, políticas, culturales y religiosas tan complejas, que cuando se echan a andar y toman una ruta definida, es prácticamente imposible detenerlas. Por eso, si ya detectamos un factor en común entre el ciclo anterior y el ciclo actual, podemos prever el rumbo que tomarán ciertos acontecimientos.
En este aspecto, lo más sencillo de anticipar en sus rasgos más generales es lo que va a suceder con los Estados Unidos, porque están llevando exactamente la misma ruta que el antiguo Imperio Romano.
En resumen, lo que tienen en común ambas potencias es que en muchos sentidos fueron la continuidad cultural de otras naciones pequeñas (Roma de las antiguas ciudades-estado griegas, Estados Unidos de las naciones Europeas), que ambas construyeron grandes sistemas democráticos, muy avanzados para sus épocas, y que ambas se convirtieron en las más grandes potencias militares del mundo.
Roma evolucionó desde un sistema republicano hacia uno imperial, y de ese modo empezó su lento proceso hacia el colapso.
Eso es, en gran medida, lo que le espera a los Estados Unidos.
Con frecuencia se dice que Estados Unidos es un “imperio en decadencia”. Falso. Todavía no hemos visto su verdadera dimensión como imperio. Cierto que en el siglo XX dio muchos traspiés, pero no porque fuera el imperio decadente. En realidad, a inicios de siglo la nación que asumió el liderazgo en occidente fue Alemania. Debido a sus terribles errores provocados por el Nazismo, el país que tenía que haber sido la vanguardia en todos los aspectos se derrumbó a mediados del siglo. Ello generó una especie de vacío de poder que, casi de inmediato, fue llenado por Estados Unidos y la Unión Soviética, enfrascados en la Guerra Fría desde 1945 y hasta el derrumbe del sistema socialista soviético.
Ese fue el lapso en el que se independizó Israel. Del mismo modo, en el momento en que se independizó el antiguo Reino de Judea, Roma estaba en proceso de derrotar a su mayor enemigo en el Mediterráneo (Cartago). Una vez lograda la supremacía, el sistema político romano comenzó a colapsar hasta redefinirse como un Imperio: de la democracia pasaron al totalitarismo.
Estados Unidos todavía está viviendo sus estertores como democracia. Es un sistema que ya genera más problemas que soluciones, y lo podemos ver en muchos aspectos (las crisis económicas, los conflictos entre diferentes grupos raciales, etc.). Más que un imperio en decadencia, es una democracia en colapso, y lo que va a surgir de allí es un sistema autoritario más parecido todavía al antiguo Imperio Romano.
El proceso no va a ser sencillo. La antigua Roma pasó por una etapa de inestabilidad que por poco significó el derrumbe de Roma, especialmente durante los breves reinados de Galba, Otón y Vitelio. Pero desde que Vespasiano tomó el trono, la reorganización de Roma como potencia militarizada trajo una nueva época de estabilidad, y durante un poco más de un siglo -desde Trajano hasta Marco Aurelio- se logró el esplendor máximo del Imperio. Luego, la decadencia y colapso inevitable.
Mi cálculo es que no va a pasar mucho tiempo para que Estados Unidos tenga que transformar su estructura como Estado, volviéndose más autoritario. Eso, naturalmente, será consecuencia de la inestabilidad política que ya se puede ver en muchos lugares. Una vez superada esta fase de reestructuración, los Estados Unidos van a llegar a su mejor momento como potencia imperial. Claro, tendrán su límite: así como los antiguos romanos nunca lograron someter a los Partos, los modernos norteamericanos no van a poder doblegar a China.
La gestión de Barak Obama ha significado el mayor declive de Estados Unidos en cuanto a política exterior, y creo que nunca se había visto una política internacional tan débil y mal hecha. Justo una situación como esta es la que va a provocar que, después de que venga el cambio de presidencia, se haga un severo reajuste a todo nivel, cuyo resultado va a ser una nación más agresiva.
Pero al tiempo que Estados Unidos se fortalezca como potencia imperial, su sociedad seguirá resquebrajándose. Lleva la misma ruta que la antigua Roma: un libertinaje cada vez mayor, surgido de una legítima necesidad de romper esquemas represivos, pero que nunca pudo consolidar una propuesta funcional para la nueva sociedad que se pretendía crear. En términos simples, se limitó a generar una situación caótica.
Ninguna nación o imperio puede sobrevivir así. Y del mismo modo que el colapso de Roma significó el fin de un proceso de evolución social que comenzó en el antiguo Egipto, el colapso de los Estados Unidos representará el mismo final para un proceso que comenzó con la Edad Media.
En su colapso, el Imperio Romano se fracturó y ello permitió que la antigua zona de Grecia recuperase su protagonismo, aunque esta vez como Imperio Bizantino. Tiene lógica: cuando los Estados Unidos lleguen a su punto de colapso definitivo, Europa será la que retomará el liderazgo que perdió en el siglo XX.
¿Qué impacto tendrá en el mundo el colapso de los Estados Unidos? Es imprevisible, pero téngase en cuenta que la caída de Roma significó el inicio de la Edad Media en una amplia zona de Europa. Fue un momento en el que se dio una dicotomía en donde occidente quedó sumido en un atraso científico y cultural terrible, pero en oriente florecieron dos alternativas políticas y sociales: el ya mencionado Imperio Bizantino y el Islam.
Otro aspecto que también es fácil prever es el de la evolución de la religión en occidente.
La independencia del antiguo Reino de Judea y el paso de la Roma republicana a la Roma imperial se dio un poco antes de que se diera un gran salto en la evolución de la religiosidad helénica. Justo como consecuencia del reposicionamiento de Judea como nación independiente y fuerte, el Judaísmo se volvió una alternativa muy atractiva y sabemos que no solo hubo una gran cantidad de conversos, sino que incluso surgió una nueva religiosidad que, poco a poco, terminó por dominar el occidente helénico: el Cristianismo.
Hoy estamos viendo un panorama exactamente igual: desde la consolidación del Estado de Israel como nación independiente y autosuficiente, el Judaísmo se ha vuelto muy atractivo para muchas personas, y si por un lado se están dando muchas conversiones, por el otro el Cristianismo está inclinándose hacia las llamadas “tendencias judaizantes”.
Todo parece indicar que una nueva invasión de “ideas judías” va a permear en la religión dominante en occidente, y ello va a generar una nueva forma de entender el Cristianismo.
Aquí sucede algo interesante: el mito solar más importante en la cultura helénica fue el de Dionisios, y la llegada de “ideas judías” significó la aparición de un fuerte competidor: Jesucristo, otro mito solar, pero decorado con elementos judíos.
Lo lógico será prever que, en las próximas décadas, el Jesucristo cristiano va a toparse con un fuerte competidor: el Yeshúa de los Cristianismo judaizantes. Si las cosas suceden como ya sucedieron en la antigüedad, poco a poco el Jesucristo del Cristianismo tradicional va a quedar relegado del mismo modo que el antiguo Dionisios, y una nueva versión de este mito solar se consolidará en la imaginería de las nuevas variantes de Cristianismo decoradas con Judaísmo.
Y, al igual que en la antigüedad, todo esto va a suceder afuera de Israel.
¿Qué pasará con la religión judía? Lo mismo que sucedió hace dos mil años: dará un importante salto evolutivo.
Las circunstancias obligaron al Judaísmo antiguo a cerrar su etapa como religión sacerdotal para reestructurarse bajo la guía de los sabios, y de allí surgió el Judaísmo Rabínico. ¿A qué circunstancias me refiero? A la destrucción de Judea por los romanos. En concreto, fue la destrucción del Templo la que significó el final del sistema sacerdotal judío.
Esa es la pauta que nos explica por dónde vendrá la nueva evolución en el Judaísmo: la etapa del país judío destruido terminó en 1948. Por lo tanto, ante una situación distinta, el Judaísmo Rabínico tiene que responder dando su siguiente paso evolutivo.
Fue exactamente lo que sucedió cuando el antiguo Reino de Judea se independizó: florecieron cuatro tendencias judías que, en general, abarcaron todas las posibilidades del espectro ideológico en esta religión. Y es exactamente lo que estamos viendo en estos momentos en Israel y en las principales comunidades judías del mundo.
Pero eso requiere de tiempo para analizarse, y lo haremos en la siguiente nota.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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