AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Bendita es la cerilla que se consume encendiendo la llama.
Bendita es la llama que arde en la solidez secreta del corazón.
Bendito es el corazón con fuerza para detener sus latidos por honor.
Bendita es la cerilla que se consume encendiendo la llama.—- Hanna Senesh
Murió por Israel
Por Larry Hart
Esta es la historia de Hanna Senesh, una mujer de todos los tiempos, algo poeta, algo guerrera, algo soñadora, y héroe total. Estaba destinada a ser recordada por algo, y de hecho en la historia de Israel, lo es. Judía Sionista palestina que creció en Hungría, y fue educada en una escuela protestante. Nacida en una familia húngara de clase media alta asimilada, experimentó por primera vez el antisemitismo en la escuela secundaria. Como resultado, buscó sus raíces judías, y se enamoró del sionismo.
En 1939 la luz roja para los judíos era salir de esa parte de Europa. Hitler ya estaba invadiendo áreas cada vez mayores de los países vecinos dejando a los judíos en esos lugares a merced de los nazis. Había desapariciones de judíos y otros. Salían de casa y nunca volvían. Se sospechaba de la Gestapo.
Imbuida en el sueño sionista decidió mudarse a Palestina a trabajar por el establecimiento de un Estado judío. A los 18 años, terminó la escuela secundaria y fue a Palestina en el verano de 1939. Esperaba que Hitler les daría tiempo suficiente para establecer su estado antes de que engulliera toda Europa. Pero no fue así.
Hitler y sus nazis no esperaban a nadie. La destrucción de los judíos europeos ya estaba sobre la mesa cuando Hanna decidió ir a Palestina. Apenas dos meses después de su llegada, el mundo se detuvo el 1 de septiembre de 1939. Hitler invadió Polonia y dos días más tarde Europa estaba en guerra otra vez, cuando Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania.
Como la mayoría de judíos palestinos Hanna estaba extremadamente preocupada por su familia y amigos que, para cualquier intento y propósito se encontraban ahora detrás de las líneas enemigas. Toda su razón de ser, toda su razón de construcción de una patria judía era salvar a los judíos de Europa de las garras nazis. Ella y sus colegas sionistas no renunciaron a la esperanza, pero con la guerra sabían que sería mucho más difícil.
Igual que los demás Hanna pasó su vida intentando hacer todo lo que podía dadas las circunstancias, recordándose constantemente a sí misma la importancia de establecer un Estado judío en Palestina. Su poesía reflejaba melancolía pero con una mentalidad única y persistente de establecer una patria para los judíos.
Dio dos pasos en 1941 que cambiaron su vida. Se incorporó al Kibutz Sdot Yam y a la Haganá.
Mientras las perspectivas se volvían más oscuras para los judíos de Europa, y la guerra continuaba, la comunicación se rompió, las cartas de la familia eran cada vez menos, un temor colectivo como una pesada manta cayó sobre la comunidad judía de Palestina. Los rumores de ejecuciones sumarias y campos de concentración tortuosos expresaron su preocupación a niveles sin precedentes. Incluso para la comunidad sionista confiada el sentimiento de impotencia era abrumador.
En la primavera de 1942 los alemanes se desplazaban por el desierto de Libia y amenazaban con invadir Palestina. El trabajo de Hanna ahora era proteger a la comunidad judía en el Mandato Británico. Se hicieron preparativos para combatir a las fuerzas del Eje en Palestina.
En 1943, la amenaza alemana había sido frustrada gracias a los británicos que les cortaron el paso en El Alamein y Hanna, una vez más volvió a pensar en su madre y su hermano todavía en Hungría. La situación de Hanna no era diferente a la de la mayoría. Los rumores de homicidios cometidos hasta ahora se habían convertido en rumores de asesinatos en masa.
¿Era posible? Los alemanes estaban acabando con comunidades enteras de judíos en Polonia y Bielorrusia.
A principios de 1944, el Ejecutivo de Operaciones Especial británico (SOE), que había utilizado a los judíos en el pasado para infiltrarse en el enemigo urdió un plan para enviar pequeños grupos de combatientes para la creación de vías clandestinas, formar grupos de resistencia y despistar al gobierno de simpatía nazi en Hungría. Se seleccionaron treinta y tres personas de un grupo de voluntarios para entrenar, Hanna estaba entre ellos. Tomaron un curso intensivo en Egipto en paracaidismo, combate cuerpo a cuerpo, instrucción en armas, pistolas y cuchillos, y técnicas básicas de supervivencia.
Ella y sus comandos se lanzaron en paracaídas en Yugoslovia en marzo de 1944 y comprobaron que cuando llegaron ya era demasiado tarde. Los alemanes ya habían invadido Hungría, desde el 19 de marzo. Hanna y sus camaradas pasaron tres meses peleando con los partisanos de Tito tratando de averiguar la manera de entrar en Hungría para facilitar su misión.
Considerada demasiado peligrosa por el SOE, la mayoría de los paracaidistas se quedaron con los partisanos de Tito, o se trasladaron a otras operaciones para el SOE en el interior de Europa o regresaron a Palestina. Pero Hanna estaba decidida. Ella y dos de sus compañeros de Haganá, Yoel Palgi y Peretz Goldstein cruzaron la frontera hacia Hungría para tratar de hacer lo que pudieran para molestar al enemigo. Fueron capturados casi de inmediato. Les encontraron el transmisor que utilizaban para comunicarse con otros detrás de las líneas, lo que los delató como espías aliados.
Fueron torturados para obtener información sobre sus contactos y dónde estaba el resto de su gente. Hanna fue desnudada, atada a una silla durante varios días, golpeada brutalmente con un garrote y violada por cada abertura de su cuerpo. Le arrancaron la mayoría de sus dientes. Pero nunca reveló nada sobre sus contactos ni los otros comandos que seguían en Yugoslavia.
Lo único que decía era su nombre y que venía de Palestina. Bajo el tutelaje de la Gestapo los fascistas húngaros eran muy completos en sus técnicas. Encontraron y arrestarona su madre. La arrastraron a donde Hanna estaba atada a la silla con una pistola en la cabeza y le dijeron a Hanna que les dijera lo que querían saber o la matarían. Hanna seguía negándose. No dispararon a su madre probablemente planeando utilizarla para otra cosa en el futuro.
Hanna nunca habló. Rota y maltratada fue sometida a juicio en octubre de 1944, en un tribunal popular nazi, fascista, al mismo tiempo que los judíos húngaros entraban en las cámaras de gas en Auschwitz. Fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento, el 7 de noviembre de 1944. Rechazó la venda en los ojos y miró a sus verdugos con valor y orgullo. Con toda la fuerza que le quedaba y la cabeza en alto, cantó ha-Tikva lo mejor que pudo con la mandíbula y otros huesos de la cara rotos. Tenía veinte y tres años.
Hanna nunca vaciló, nunca vaciló, fue una verdadera héroe de Israel.
Y es una de mis héroes sionistas personales. Mi hija mediana Hanna lleva su nombre. Creo que voy a enviarle esto.
Aposté por lo que más importaba,
se lanzaron los dados. Perdí ——
Hanna Senesh tras la ejecución de 1944
Traducción: Silvia Schnessel
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