DR. GUIDO MAISULS
Carta abierta a la Comunidad Judía de la República Argentina.
En nuestra República Argentina estamos viviendo dramáticos momentos pues se ha instalado una inquietante grieta, una profunda fisura que está dividiendo irremediablemente a nuestra sociedad argentina y cuando nos hablan de grieta o fisura nos obligan a pensar en heridas, en separaciones, en desencuentros, en conflictos, en violencia y finalmente en profundos odios.
La comunidad judía no pudo abstraerse de los dramáticos tiempos históricos que atraviesan a la República Argentina, a la sociedad argentina y a un mundo en perpetua crisis de valores, ideales y perspectivas; reflejándose en la vida interna de la comunidad ciertas polarizaciones no deseables pero a veces imposibles de evitar.
Esta comunidad judía como toda la población en general atraviesa el presente sumergida en situaciones de gran complejidad política, ideológica y crisis de valores de origen nacional e internacional donde deben resolverse satisfactoriamente la permanencia de sus valores ancestrales con la necesidad de adaptarse y convivir en la diversidad sin desprenderse de los primeros.
A pesar de la grieta que le están intentando instalar desde afuera a esta comunidad, que siempre estuvo completamente integrada a la sociedad argentina con respecto a su identidad nacional, a sus valores culturales y a sus actividades socioeconómicas, aún conserva intacto y de diversas maneras sus tradicionales lazos ancestrales con todo el pueblo judío y el Estado de Israel.
Sin lugar a dudas, se tendrá que asumir trascendentales y urgentes desafíos de la realidad comunitaria actual de los que dependerán nada más y nada menos que la continuidad histórica de la vida judía en un país que se enriqueció profundamente con estos valiosos aportes en su cultura, en su economía, en su vida democrática, en las ciencias, en los valores éticos y ciudadanos, etc.
Vivir en la diversidad le exige a la comunidad judía adaptarse a la heterogeneidad tanto interna como en el seno de la sociedad en la que está inmersa y por esto debe promover el pluralismo y no pretender recorrer el camino del pensamiento único y esto solo se genera desde la participación, el diálogo, el debate y el respeto al diferente.
La simple mención de la palabra unidad (del latín unĭtas) nos lleva inexorablemente a pensar en una integridad en la que no es posible la división o desmembramiento sin modificar su esencia misma. La comunidad judía sin unidad no solo se debilita sino pierde sus centros de referencia y se aleja inexorablemente de su propia naturaleza.
La unidad requiere incentivar la incorporación y participación activa dentro de los diferentes estamentos comunitarios a amplios sectores de una población judía que vive completamente alejada de la vida judía por carencia de motivaciones o de conocimientos sobre su identidad.
La unidad exige incorporar a todo el amplio y valioso espectro de intelectuales y pensadores judíos que en la actualidad están aportando maravillosamente a la sociedad argentina en todos los campos del quehacer nacional y necesita integrarlos a la participación institucional judía y a la vida comunitaria en general para que fortalezcan las bases donde se asentaría la vida de nuestras próximas generaciones.
La unidad nos advierte sobre el Lashon Hara o hablar mal o despectivamente del prójimo, ya sea cara a cara, en las reuniones, en las redes sociales, en las comunicaciones telefónicas, en los correos electrónicos y en las declaraciones en los medios periodísticos. Y más aún del Hotzaat shem ra que es la difamación hacia otra persona utilizando mentiras y calumnias,
considerado mucho más grave aún que el Lashon Hara.
La unidad necesita la participación activa en la vida democrática comunitaria de las diversas corrientes del pensamiento y de todos los sectores con diferentes puntos de vista sobre su tiempo histórico y su realidad social.
La unidad reclama el pluralismo y el pensamiento democrático que asegure la existencia de diferentes posiciones y pensamientos ideológicos que no colisionen y que se complementen armónicamente.
Hoy más que nunca, la comunidad judía debe unirse en torno a su fe ancestral, a sus valores éticos, a sus irrenunciables vínculos con el Estado de Israel para poder realizarse plenamente como judíos pero a su vez ser plenos y orgullosos ciudadanos argentinos y asumir activamente todos los desafíos que nos demande nuestra sociedad argentina en la que somos parte y estamos indisolublemente inmersos.
El Rabbi Abraham Kook nos decía que:” Quien dijo que mi alma está desgarrada, habló bien. Sin duda, está desgarrada. No podemos imaginar a una persona cuya alma no está desgarrada. Sólo un objeto inanimado puede estar entero. Un ser humano está lleno de aspiraciones en conflicto, y una guerra hace estragos internos dentro de él continuamente. La verdadera misión del hombre es la de fusionar los fragmentos rotos de su alma por medio de un concepto totalmente inclusivo, una idea cuya magnitud y eminencia abarca todo lo demás, trayéndola a su completa armonía”.
Nuestra verdadera misión es la de fusionar esos fragmentos rotos que puedan llegar a producirse, a través de una unidad que sea completamente inclusiva.
Creo decididamente que la única y natural respuesta posible, ante estos difíciles momentos en los que transcurre nuestra comunidad judía, es hoy más que nunca: La Unidad.
Fuente:identidades.com.ar
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