Turquía promociona “El Cerebro”, un film antisemita

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

El mayor enemigo de Turquía, según sus gobernantes islamistas, no son los fanáticos yihadistas, actuales vecinos del país en amplias zonas de Siria e Irak; tampoco lo son las miles de células durmientes que hay en la nación: son los mismos yihadistas, que aún no han cometido un atentado impactante pero que podrían hacerlo.

El enemigo no es el avance político y militar de los radicales chiíes en la región, tampoco un Irán nuclear. No son los terroristas de extrema izquierda que hace poco asesinaron a un fiscal. No son Rusia, China, ni la civilización occidental. El enemigo es a quien el presidente Recep Tayyip Erdogan denominó “el cerebro” que conspira incansablemente contra Turquía.

Erdogan afirmó en un discurso de 2014:
“Recalco esto: no crean que estas operaciones me atacan personalmente. No crean que van dirigidas contra nuestro Gobierno ni contra cualquier partido político. Amigos míos, el objetivo de estas operaciones e iniciativas es Turquía, la existencia de Turquía, su unidad, paz y estabilidad. Están especialmente en contra de la economía del país y de su independencia. Como he dicho antes, tras todo esto hay un cerebro, que ha pasado a formar parte de nuestro discurso nacional. Algunos me preguntan: ‘¿Quién es ese cerebro?’, y yo respondo: ‘Son ustedes quienes deben investigarlo. Y saben lo que es; ustedes saben quién es’.

Órdenes recibidas: un canal de noticias extremadamente pro Erdogan, A Haber, decidió investigarlo. Así es como se hizo realidad el documental El Cerebro. Fue emitido por primera vez el 15 de marzo y desde entonces se ha repetido varias veces; además, varios medios progubernamentales lo han colgado en sus páginas de internet.

El tema principal del documental son los 3.500 años de “dominación judía del mundo”. Se centra en tres figuras históricas judías: el filósofo medieval español y estudioso de la Torá Moisés Maimonides, Charles Darwin (que no era judío) y el filósofo germano-estadounidense Leo Strauss.

Estos son algunos extractos del documental, que comienza con imágenes de la Estrella de David y de una réplica del Templo de Jerusalén:

El cerebro, cuyos orígenes se remontan miles de años, y que gobierna, incendia, destruye, mata de hambre al mundo, crea guerras, organiza revoluciones y golpes de Estado, establece unos Estados dentro de otros (…) Ese ‘intelecto’ no es sólo la maldición de Turquía, sino del mundo entero. ¿Quién es ese cerebro? La respuesta se oculta en verdades y hechos que nunca podrían considerarse teorías de la conspiración.

Esta historia comienza en tiempos muy remotos, hace 3.500 años, cuando Moisés llevó a su pueblo de Egipto a Jerusalén. La única guía que tuvo fueron los Diez Mandamientos. (…)

Hemos de buscar el cerebro en Jerusalén, donde viven los hijos de Israel.

Maimónides (…) que vivió en la Edad Media, creía que “los judíos son los amos, y que todos los demás pueblos deben ser sus esclavos”.

En el documental aparecen varios expertos, académicos y periodistas favorables a Erdogan que hacen comentarios sobre el cerebro:
Mientras destruyen el mundo entero, los judíos buscan el Arca [perdida] de la Alianza.

Los judíos se sirven de la teoría [de la evolución] de Darwin para afirmar que Dios los creó, pero que todos los demás evolucionaron a partir de los monos.

Uno de los que participa en el film asegura que los judíos consideran que ellos, los descendientes de Isaac, son los amos, y que “todos nosotros”, descendientes de Ismael, hemos sido creados para servirles.

Otro acusa al cerebro, al que identifica con los judíos y con Estados Unidos (según se afirma anteriormente en el documental, este país está dominado por aquellos), de la destrucción del Imperio Otomano y de los golpes de Estado cometidos en la moderna Turquía con el fin de derrocar a dirigentes y partidos islamistas.

Por último, un asesor del primer ministro, Ahmed Davutoglu, afirma que todas las actividades antigubernamentales cometidas en Turquía no son más que los intentos de un Cerebro de acabar con el país y con su Gobierno.

¿Parece surrealista? No en la Turquía del año 2015. “El Cerebro” no es producto de un grupo de fanáticos chiflados. Es una iniciativa calculada por un grupo de astutos políticos que quieren cosechar votos (cosa que a menudo consiguen) entre una población intrínsecamente antisemita y fervientemente musulmana.

Según revela un estudio del grupo demoscópico WIN/Gallup International, con sede en Suiza, el 79% de los turcos se considera fervoroso en el ámbito religioso, frente al 75% de los habitantes de los territorios palestinos y a sólo el 30% de la población israelí.

Entre los numerosos suníes turcos el sentimiento antisemita a menudo constituye un requisito previo del fervor religioso. Por tanto, el documental El Cerebro (en teoría, pero probablemente también en la práctica) se dirige directamente a una audiencia que supone el 79% de la población turca (más de 60 millones de personas), antes de las decisivas elecciones legislativas del 7 de junio.

Abusar de millones de mentes es una iniciativa sucia, pero astuta, que recuerda a los métodos de la maquinaria propagandística nazi en los años 30.

En este perverso escenario, todo lo que hace falta es una teoría que vincule todos los males a los judíos, y una audiencia lo bastante grande que esté dispuesta a comprar esa fraudulenta teoría de la conspiración.

 

 

Fuente:aurora-israel.co.il

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