LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Resurgen focos de violencia en el polvorín del Medio Oriente; el más reciente en Yemen, en donde los Huthi, uno de los grupos étnicos chiíes que habitan la región norte en la que se ubica la capital de esa nación, Sanaá, se rebelaron.
Los Huthi constituyen un tercio de los 33 millones de Yemeníes. Yemen es evaluado el país más pobre del mundo árabe: casi la mitad de la población vive con dos dólares diarios y un tercio padece hambre crónica.
Los Huthi son apoyados por las tropas leales al ex presidente Ali Abdala Saleh, que fue derrocado en el 2012; Saleh dirigió Yemen por 33 años y amasó una fortuna calculada por los expertos de la ONU entre 32,000 y 60,000 millones de dólares; su sucesor, Abdu Rabu Mansur fue destituido por los Huthi, en enero de este año y se exilió en Arabia Saudita. Los Huthi tomaron la capital Sanaá en septiembre pasado y con ello de facto el poder; han recibido armas y dinero de Irán, con lo cual Yemen se convirtió en un desafío regional; en este ámbito, los suníes de Arabia Saudita han bombardeado incesantemente a Yemen junto con la coalición que formó con los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahrein, Qatar, Marruecos, Egipto y Pakistán.
En Yemen se registra una guerra civil en la que han muerto desde finales de marzo más de 1,400 personas. Por lo demás, Yemen es la sede de la organización terrorista Al Qaeda en la Península Arábiga, que desde el 2009, “a golpe de mortíferos atentados y secuestros”, viene acreditándose como la más poderosa de las franquicias regionales de la organización creada por Osama Bin Laden; asimismo el Estado Islámico ha visto en el colapso de Yemen la entrada perfecta para expandir su radio de operaciones en la Península Arábiga y crear allí nuevas bases para su Califato.
Por otra parte, Irán participa en la guerra en Siria a través de los terroristas de Hezbolá, a quienes da apoyo de armas y tropas, quienes buscan fortalecer al Presidente de esa nación, Bashar Al Assad, que enfrenta una guerra civil de cuatro años que ha causado más de 200,000 muertos y millones de desplazados. Irán utiliza a Líbano y Siria para disuadir a Israel en caso de que sus instalaciones nucleares sean atacadas. En Siria está la infraestructura para la subversión contra Israel y los Altos del Golán. Irán también considera a la Franja de Gaza donde operan los terroristas de Hamas, como otra línea de frente contra Israel. Irán ha estado apoyando a Hamas en sus guerras contra este último. Hamas, en su declaración fundacional, ha estipulado como uno de sus objetivos principales “borrar a Israel del mapa”; Hamas después del conflicto bélico que sostuvo con Israel en la Franja de Gaza el verano pasado, ha lanzado periódicamente misiles a objetivos civiles en territorio israelí y existen evidencias de que está rehabilitando los “túneles del terror”, que fueron objetivo básico de destrucción por parte de Israel para evitar que a través de ellos se mataran a miles de israelíes.
Asimismo, Bashar Al Assad se ha mantenido en el poder con la ayuda financiera y las armas de Rusia, país que tiene intereses geoestratégicos en Siria, incluso posee una base militar marítima en ese país. En este contexto, la reautorización de Vladimir Putin en abril pasado para suministrar misiles avanzados S-300 tierra-aire a Irán amenaza la estabilidad de la región en virtud de que también podrían ser enviados a Siria y/o a Hezbolá. Israel ha proclamado que son armas ofensivas y ya se prepara para enfrentar este desafío.
Sin embargo, la mayor amenaza para Israel, y en general para Occidente, es el programa nuclear de Irán. El acuerdo nuclear que ha negociado Irán y el G-5+1 (EUA, Alemania, Reino Unido, Francia, Rusia y China) para que
El presidente de EUA, Barack Obama (BO) ha expresado “que de aplicarse plenamente el entendimiento histórico, evitará que esa nación tenga armas nucleares”. Considera que las sanciones por si mismas no podrían detener el programa nuclear, empero, atrajeron a Irán a la mesa de negociaciones y que se enfrentará a restricciones estrictas sobre su programa y ha accedido a inspecciones rigurosas. BO ha consignado que habrá límites extremos durante una década y restricciones adicionales sobre la construcción de nuevas instalaciones o almacenamiento de material que tendrán una vigencia de 15 años. Como miembro del Tratado de No Proliferación Nuclear, Irán nunca será autorizado a desarrollar armas nucleares.
De acuerdo a BO, el alivio a las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU será escalonado, y si no se cumple el programa, habrá guerra. Por su parte, el primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu (BN) considera que el Acuerdo no impedirá que Irán desarrolle armas nucleares, con el solo gana tiempo para acumular suficiente uranio o plutonio para elaborar una bomba nuclear. BN señala que en el Acuerdo no se considera la demolición de ninguna planta nuclear; miles de centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio quedaron funcionando y miles más solo serían desconectadas temporalmente, no destruidas. Adicionalmente, Irán tiene instalaciones nucleares no declaradas (secretas) y también podría producir la bomba mediante la violación del Acuerdo; una vez que las restricciones caduquen y las sanciones hayan sido levantadas, Irán tendría la libertad de construir una enorme capacidad nuclear. El líder Supremo de Irán ha dicho abiertamente que su país planea tener 190,000 centrifugadoras, comparado con 9,000 que funcionan en el presente. Por otro lado, en el Acuerdo no se considera el programa de misiles balísticos intercontinentales, Irán se ha negado a ponerlo en la mesa de negociaciones; los misiles podrían ser lanzados a EUA.
Para BN evitar que Irán desarrolle una bomba atómica se tendrían que destruir sus instalaciones nucleares. BN apunta que no se puede confiar en Irán que más allá del Medio Oriente ataca a EUA y a sus aliados a través de su red terrorista global; el gobierno del líder “moderado de Irán, Rohani, sigue colgando en su país a los homosexuales, persigue a los cristianos, encarcela a los periodistas opositores y cada vez más ejecuta a sus presos”.
No debemos engañarnos, Irán, al igual que el Estado Islámico, pretende imponer el Imperio del Islam en el mundo; sus máximos líderes siguen abogando por la destrucción de Israel.
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